NINE

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«Si nunca vuelvo a tomar whiskey de nuevo, eso sería demasiado pronto».

Del diario de Jungkook

Su cabeza iba a explotar sacando sus secos y rasposos ojos. Jungkook se estiró, inclinándose hacia delante, más cerca de su escritorio, y vio su reflejo en el vaso. Sus ojos estaban inyectados de sangre y su cara se veía pálida. «Maravilloso». Tomó café, antiinflamatorios e incluso trató con algunos remedios caseros de los que había oído, pero aun parecía estar con resaca.

En diez minutos se supone que debería encontrarse
con Sehun en su oficina con los nuevos avances y Jungkook no tenía nada nuevo que pudiera compartir. El maldito mensaje seguía eludiéndolo. «Estúpido encriptado». Quizás debería de informarle a Taehyung acerca del mensaje que vio y ver si podía decirle algo. Frotó sus manos en su cara y se recargó en la silla. No, necesitaba mantener algo solo para él. Sí, eso sería algo nuevo. Sería tonto renunciar a todo lo que había aprendido. Estaba seguro de que Taehyung y él estaban del mismo lado, pero se sentía más seguro sosteniendo algo de información. Pero quizás Tae…

«Argh». No podía dejar de pensar en Taehyung. Todo el tiempo que trataba de trabajar, estaba distraído. Estaba perdiendo el foco de lo que estaba haciendo aquí. «Que alguien me dispare».

Realmente había ido a una casa de juego y se había
emborrachado. Nunca pensó que disfrutaría esas
actividades, pero lo hizo. A pesar de conocer los prejuicios contra los Regelens de primera mano, era agradable salir a conocer otra gente sin tener un chaperón colgado de tu hombro. Sonriendo en contra de su voluntad, se recargó en su silla. Había pasado un gran momento, excepto por… ¿Qué habría ente Taehyung y la Duquesa? Jungkook no podía quitarse la idea. Ellos parecían tan cómodos juntos. Jungkook realmente no podía culpar a Taehyung, ese era el mundo en el que vivía. Si Jungkook prefiriese a las mujeres, sabía que sus compañeros nobles en Regelen lo verían extraño, él no lo pretendería. ¿Lo haría? Nunca consideró eso. Hasta la noche anterior nunca se sintió… diferente.

Probablemente eso sería lo mejor entre ellos. Jungkook se iría en un par de días y entonces… Suspiró. Dejar a Taehyung y a Englor no sería una tarea fácil. Estaba comenzando a sentirse demasiado atraído por Taehyung. Nunca debería haber salido de la base. No solo existía el riesgo de ser atrapado, sino que también hacía que quisiera cosas que nunca tendría. Como ese beso. Ese fue el más asombroso beso que nunca había tenido, no es que hubiera tenido muchos de esos, tres muy castos besos, para ser exacto. El beso que había compartido con Taehyung había ido directo a su cabeza. Eso fue mucho, mucho más que un beso y lo había aterrado.

Jungkook miraba la superficie de caoba de su escritorio y pensaba seriamente golpearse la cabeza contra ella. Desafortunadamente, eso podría ser contraproducente, sin mencionar que haría que empeorara el dolor de cabeza. Al parecer, no había logrado arreglar una relación. ¿Era un delito? Jungkook suprimió un temblor. Estaba muy seguro que Mingyu no lo había visto, pero si lo hizo… No había nada que hacer con eso. Pero entonces Sehun lo hubiera llamado…

Cerró el programa en el que estaba trabajando y vio
la hermosa rosa de Regelence pintada por Beomgyu hacía varios años y que usaba como protector de pantalla. «Beomgyu». Jungkook estaba aquí divirtiéndose y Beomgyu estaba en casa extrañando a su consorte. Jungkook frunció el ceño, pensando que podía entender cómo se sentía su hermano. Estaba extrañando a Taehyung y no le gustaba cómo se sentía en absoluto. Gruñendo, colocó el portátil en la bolsa.

Con el ordenador colgando del hombro, Jungkook cerró la oficina y se dirigió a la puerta de al lado, a la oficina de Sehun. Quizás el estar malhumorado era parte del proceso de la resaca. Golpeó con sus nudillos la puerta.

THE ENGLOR INCIDENT  ⌱  TAEKOOK  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora