capítulo 4

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Al día siguiente Kiara después de varios meses de la desaparición del príncipe Kopa salio sola a las praderas, Simba se veía alarmado. No quería perder a otro hijo, insistió varias veces que valla con Kion pero la Leoncita quería hacerlo sola. Nala quería que volviera todo a la normalidad y quería que su hija fuera independiente, así que trataba de calmar a Simba.

Cuando la tarde se abismo y las leonas fueron a buscar a Kiara que se había metido a las lejanias. Y una de quedo con el resto de cachorros, cómo era de costumbre.

A la tarde del día siguiente, se llevaron a los cachorros al manantial, parecía que todo estaba poniéndose en su lugar. Cuando Bora no estaba prestando atención a Kiara ella iba con Nilh, y está vez le contó sobre su travesura en las lejanias.

—y había muchos cocodrilos— dijo emocionada dando saltitos.

—y ¿eso no te da miedo?— dijo algo asustada la blanca.

—nada me da miedo— volvió a decir orgullosa, aunque ella sabía perfectamente que era mentira.

—eres muy valiente— dijo Nilh impresionada.

—ademas conocí un niño— agregó la princesa. —creo que se llamaba Kovu—

—¿era de las lejanias?, ¿de la manada de Zira?— dijo un poco temblorosa. —Kiara lo que hiciste fue muy peligroso— la princesa la miro enojada.

—eres mi amiga no mi papá— la crítico con una risa.

—yo... ¿Soy tu amiga?— dijo alegre la de pelaje blanco.

—em... Si?— dijo un poco dudosa por la pregunta.

—¿y plumita también puede ser tu amiga?— dijo apuntando su osico hacia la pluma que estaba en el piso. Kiara miro a la pluma y luego miro a Nilh algo nerviosa.

—em... Claro— respondió nerviosa, no sabía si quería ser amiga de una pluma. Cuando escucho la voz de Bora llamándola. —bueno me tengo que ir— dijo y se fue hacia donde estaba Las tres leoncitas.

—¿donde te vas siempre?— crítico Zuri, en el agua algo enojada.

—si, siempre te vas— apoyo Tiffu.

—yo solo estaba por ahí— dijo tratando de que las otras no le den importancia.

Nilh sola la miro de lejos con una sonrisa, por fin tenía una amiga, y eso la hizo feliz.

Aunque Simba había convencido bastante bien a Nilh, cada tarde iba a ver al mismo lugar a ver si su madre había vuelto, pero los días pasaron, con ellos los meses, y Nilh cumplió su primer año, no regreso, la leona blanca trataba de mantener la esperanza, pero cada vez era más dificil. El brote que estaban hablando con Simba cuando su mamá se fue ya era un árbol, y ella era una adolescente que aún esperaba con ansias el regreso de su madre.

—Nilh— se escuchó la voz de Kiara. La leona blanca solo miraba con decepción el horizonte esperando que por un milagro apareciera su madre. Ya el sol empezaba a caer.  —aqui estás! Te estuve buscado por todos lados— dijo acercándose a ella, se veía un poco agitada, por lo que había corrido hasta la frontera. —¿todo bien?— dijo cuando noto que Nilh no le respondía y se sentó a su lado.

—si— dijo con algo de decepción, en su voz pero luego miro a Kiara y le sonrió. A Nilh nunca le gustó mostrarse débil. Kiara miro el horizonte, y luego volvió a mirar a Nilh.

—¿que algún día volverá crees que volverá?— dijo la princesa sin pensarlo mucho, Kiara sabía que Nilh iba todos los día ahí, sabía lo que le dolía, pero quería que aceptará que talvez nunca vuelva.

Nilh la Leoncita Blanca [reescrito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora