Capítulo 9: Lo Que Quiero. [Editado]

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El inframundo estaba más tranquilo de lo usual (Claro, si ignoras los lamentos de los campos de castigo). Nico caminaba a un ritmo lento, pero firme, Kenji iba detrás de él, sin decir una palabra, pero se notaba ansioso.

—Así que...—empezó Nico—, ¿No me dirás para que me trajiste?

—Ya lo hice —contestó Kenji, a la defensiva.

—No me diste una respuesta concisa —replicó.

Kenji solo gruñó, pero no dijo nada. Nico vio su oportunidad; chasqueó los dedos, el lugar tembló, varias rocas se desprendieron del techo de la caverna, el suelo se abrió y salió un ejército de esqueletos. Varias furias aparecieron volando y se abalanzaron sobre Kenji, que formó una bola de energía en las palmas de sus manos para lanzárselas a las furias. Los esqueletos atacaron, lanzaron sus lanzas, que fueron desviadas de inmediato. Nico llegó desde atrás; le sujetó los brazos a Kenji y le puso una daga en cuello. <<eso lo agotará lo suficiente>> se dijo mentalmente.

—No intentes nada —le dijo.

Nico sintió su cuerpo de rodeado por una fuerza invisible y de repente fue arrojado por encima de Kenji, terminando por estrellarse contra un muro de piedra unos metros más allá. Nico cayó al suelo, su cuerpo se retorció en temblores, pero pudo ponerse de pie a duras penas, viendo como Kenji liberó otra onda expansiva y los esqueletos se deshicieron. Una de sus manos señaló a una de las arias, que terminó por hacerse polvo en el suelo. Había un brillo rojo en los ojos del niño, quien estaba furioso.

—Traté de ser amable contigo —dijo en un tono de voz peligroso.

Kenji estiró sus brazos, con las palmas hacia arriba; empezó a levitar junto a dos piedras gigantes que se desprendieron del suelo. Nico apretó los dientes, corrió hacia adelante, donde fue recibido por ambas rocas que iban en su dirección, lanzó una mano hacia la derecha, desviando una de las rocas, la otra tuvo que esquivarla. El niño aterrizó a un metro de Nico, liberando otra onda expansiva y el hijo de Hades volvió a estrellarse contra el muro, Kenji volvió a lanzarle varias bolas de energía, que el mayor esquivó a duras penas, pero este se lanzó hacia adelante con los puños en alto. Kenji usó su telequinesis para intentar golpear a Nico con lo que estuviera cerca.

El niño ya estaba sudando y luchando por mantenerse de pie. Nico supo que se estaba agotando, así que lo acorralo contra una pared, donde Kenji formó un campo de fuerza para evitar cualquier ataque. Nico invocó varios esqueletos que entraron a la acción. El campo de fuerza empezó a quebrarse, el pánico se reflejó en los ojos del niño, quien respiró hondo y el campo de fuerza explotó, mandando a volar a Nico y a los esqueletos, pero él quedó suspendido en el aire, justo encima del acantilado. Vio que Kenji tenía una mano extendida hacia él.

—¡Debería matarte justo ahora! —gritó Kenji.

Kenji empezó a apretar el puño y Nico sintió quedarse sin aire, empezó a patalear, buscando alguna forma de salvarse, pero su respiración volvió a los pocos segundos. Su cuerpo fue arrojado al suelo, a los pies de Kenji. Levantó la mirada, y vio al niño llorando. Eso confundió a Nico.

—¿Sabes qué? —Empezó Kenji, con voz quebradiza—. Lárgate, ya entendí que no vas a ayudarme...

Nico entrecerró los ojos. Kenji le dio la espalda y corrió a las profundidades del inframundo.

Nico se puso de pie, se dio la vuelta para irse, pero sus pies no se movieron. Algo lo detenía de irse. No podía dejar al mocoso en ese lugar.

Se odió a sí mismo, pero siguió las huellas que había dejado el niño, en el polvo de huesos qué cubría el suelo rocoso.

Artemis: Deseo de Vida (2) [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora