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El guardarropa de MinHyung se encontraba parcialmente vacío a excepción de alguna que otra prenda que aún reposaba sobre las estanterías, había descartado llevarse consigo cierta ropa a la GH de T1 porque ya no eran de su total agrado o algunas estaban demasiado viejas.

Luego de que su madre anunciara que se mudaría junto con MinSeok a Busan éste último se había enfurecido completamente, sorprendiendo a ambos mayores, no por el hecho de que no le gustara la noticia sino por su inesperada reacción. MinSeok no era una persona que se molestara regularmente de aquella forma y menos con Haewon.

—¡Puedo quedarme aquí! —había dicho con las mejillas rosadas del enojo —¡No hace falta que nadie se quede conmigo, puedo cuidarme solo!

—MinSeok, créeme que si estuviera en mis manos no nos iríamos a Busan.

—Puedes irte tú —replicó —, de todas formas últimamente casi nunca estás en casa.

—MinSeok, ya basta —regañó MinHyung por lo bajo, de mal humor —. Cuida lo que dices a mamá.

El menor frunció sus labios, sin emitir otra palabra unas cuántas lágrimas se escaparon de sus ojos y las limpió rápidamente de forma no tan delicada. Segundos después corrió hasta su habitación y se encerró allí, sin siquiera permitir el paso de MinHyung que le siguió por detrás cuando abandonó la sala. Así permaneció el resto de la noche y se negó completamente a hablar con alguno de los dos.

Al siguiente día MinHyung se había levantado temprano para terminar de empacar todo lo necesario en sus maletas de viaje. Al ir por el desayuno y horas después por el almuerzo, tampoco habia novedades acerca de MinSeok.

—¿Puedes intentar hablar con el de nuevo? —insistió Haewon preocupada —Está anocheciendo y no ha salido de su habitación.

El chico asintió y le sonrió gentilmente.

—Los voy a extrañar mucho.

—No te despidas ahora, por favor.

—¿A qué hora se van?

—Mañana a las 7am, debo estar en la sucursal antes de las 12 de la tarde.

—Está bien —suspiró —, iré a hablar con MinSeok, si es que quiere verme.

MinHyung se acercó hasta su madre, posó las manos en sus hombros y la miró fijamente; pocas veces se tomaba el tiempo suficiente para detallar las nuevas arrugas que se adueñaban del rostro de la mujer, como muestra del paso del tiempo. Aunque Haewon no pasaba de los 40 años, la cantidad de horas que disponía para su trabajo —más de las que le gustaría — se veían reflejadas en su cansado rostro. Ella le sonrió y su hijo posó un delicado beso en su frente para luego apartarse, tomando rumbo en dirección a la habitación del menor.

Al tocar la puerta escuchó movimiento del otro lado, pero no hubo respuesta a su llamado.

—MinSeok, ¿podemos hablar?

El silencio fue el único que le acompañó y se deslizó por la puerta hasta quedar sentado, con su espalda apoyada en ésta. Suspiró desanimado al recordar el día anterior, había logrado animar a MinSeok luego de decenas de intentos fallidos y horas después, la vida se encargaría de mandar todos sus esfuerzos a la basura.

No supo cuánto tiempo pasó sentado allí en solitario, pero fue el suficiente para que ante tanta tranquilidad el sueño empezara a apoderarse de su cuerpo. No había dormido bien anoche, no después de haber visto a MinSeok en aquel estado.

Cuando empezó a sentir sus párpados demasiado pesados como para seguir manteniendo sus ojos abiertos la puerta a sus espaldas se abrió de golpe, lo que propició que cayera completamente acostado sobre el piso con medio cuerpo en la habitación. El menor se encontraba mirándolo estando de pie, su expresión era nula porque no supo descifrar de que ánimo se encontraba.

Can I Love You? (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora