La noche siguiente, Chenle fue a su club favorito y levantó a la mujer más sexy que pudo encontrar, una pelirroja alta y curvilínea con unas piernas geniales. Su nombre era Joy. Le dio una mamada increíble y estaba tan mojada alrededor de él que su coño hacía sonidos húmedos cada vez que se movía; Fue un gran aliciente para su ego.
Chenle la dejó agotada, sintiéndose bien jodida y orgulloso de sí mismo. Amaba a las mujeres.
—¿Pero? —dijo Jisung, interrumpiéndolo cuando Chenle se acaloraba poéticamente sobre Joy.
Chenle le frunció el ceño. —No hay pero. Me enrollé con la mujer más sexy de Londres y conseguí su número. Creo que en realidad la llamaré.
Jisung tomó un sorbo de su cerveza, lentamente, solo mirándolo de esa forma medio divertida, medio exasperada, que siempre enloquecía a Chenle. ¿Era normal querer golpear a su mejor camarada en su estúpida cara?
—¿Qué? —dijo Chenle.
—No tienes que demostrar que eres heterosexual, ¿sabes? —dijo Jisung amablemente—. Sólo porque te gustemeterte los dedos.
Chenle tomó un gran trago de su cerveza.
—Así que realmente te gusta —dijo Jisung.
Chenle dirigió su mirada hacia la barra, pero Jackson claramente no necesitaba su ayuda en ese momento; lia lo estaba ayudando esta noche. Que gran pena. Podría usar una excusa para evitar esta conversación.
Se encogió de hombros, su cara incómodamente caliente, lo cual era ridículo. No se sonrojaba por el sexo. No es que masturbarse fuera sexo. Jisung tenía razón: no había nada raro o gay en el hecho de que le gustara un dedo, o dos, en su trasero.
—No me estás diciendo nada —dijo Jisung.
Chenle hizo una mueca.
—Vamos, Lele —dijo Jisung—. Soy yo.
Frotándose su enrojecida nuca, Chenle dijo a regañadientes, evitando la mirada de Jisung —El sexo con ella fue genial. Fácilmente en el top 5 delsexo en mi vida. Estaba tan metido con ella, que apenas podía esperar para entrar en ella —Se humedeció los labios con la lengua—. El sexo estuvo bien, pero aun así no fue tan intenso como... Me vine mucho más duro con mis dedos, ¿sabes? Como que quiero hacerlo todo el tiempo ahora. Todo el jodido tiempo.
Jisung estaba callado.
Chenle miró en su dirección y encontró a Jisung cuidando su cerveza con una expresión extraña en el rostro, con sus oscuras cejas fruncidas.
—¿Y qué? —dijo Jisung por fin, aclarando su garganta—. No entiendo cuál es tu problema. Encuentra a una mujer dispuesta a tocarte.
Chenle se encogió ante la mera sugerencia. No podía imaginarse pedirle eso a una mujer con la que estuviera.
—No lo sé —dijo—. Se siente realmente... castrante.
La extraña expresión de Jisung se transformó en una más familiar, de gran exasperación.
—Es el siglo XXI. Sabes que todos esos estereotipos machistas son cosa del pasado, ¿verdad? A muchas mujeres les gusta hacerse cargo, y no hay nada de malo en querer estar en el lado receptor de algún jugueteo con tu culo. No te haría menos varonil o algo así.
Racionalmente, Chenle lo entendía completamente. Pero...
—Aun es mortificante pedirle a una chica caliente, que me meta un dedo en el culo —murmuró Chenle— ¿Y si ella se ríe de mí? ¿Y si piensa que es raro o asqueroso? —arrugó la nariz—. Es algo asqueroso, en realidad. No querría meter midedo en el culo de alguien, especialmente si apenas los conozco.