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No sabía cuánto tiempo estuvo sentado así cuando la puerta detrás de él se movió. 

 —¿Chenle? ¿Estás ahí? 

 Poniéndose de pie, Chenle caminó hacia el fregadero y salpicó agua fría sobre su rostro enrojecido. 

 Detrás de él, la puerta se abrió y se cerró. 

 —¿Estás bien? 

 —Estoy bien, Jisung —logró Chenle, sin darse la vuelta.

 Una mano le tocó el hombro.

 —Mírame. 

Chenle soltó una carcajada. 

 —Preferiría no hacerlo. 

 —¿Por qué? 

 Porque eres la última jodida persona con la que necesito estar ahora. 

 —Sólo vete, hombre —dijo Chenle con fuerza. Se sentía frágil, debilitado en los bordes, algo horrible en su pecho, una necesidad desesperada que rápidamente se estaba volviendo abrumadora. Sabía que si miraba a Jisung ahora, haría algo estúpido. Algo de lo que se arrepentiría. 

 —Mírame —dijo Jisung, más firme— Chenle.

 Contra su mejor juicio, Chenle lo miró por el espejo. 

Jisung tenía el ceño fruncido, su expresión era imposible de leer cuando sus ojos se encontraron en el espejo. No había nada amistoso en la expresión de Jisung, su rostro todavía estaba cerrado. Este era el hombre de ojos duros con el que había estado durmiendo, no su relajado mejor amigo. 

Chenle todavía lo necesitaba. 

 No sabía lo que estuviera escrito en su expresión, pero algo parpadeó en los ojos de Jisung y las manos de Jisung se posaron en sus brazos. Chenle se estremeció y se recostó contra Jisung, reprimiendo un gemido que se elevaba en su garganta. Cerró los ojos mientras los brazos de Jisung lo envolvían, apretándolo con más fuerza.

 Esto no debería haberse sentido diferente a los cientos de abrazos que habían compartido a lo largo de los años. Pero nunca se habían abrazado así, con Jisung encerrándolo en sus brazos por detrás. Los camaradas no se abrazaban así. Los mejores amigos no se abrazaban así. No se sentía amistoso en absoluto. Esto se sentía mucho más cerca de su dinámica sexual. Excepto que no habían tenido sexo ese día y estaban en el elegante baño de su antiguo compañero de clases, con docenas de personas afuera de la puerta.

 Chenle intentó apartarse, pero no pudo. Sus rodillas se sentían asquerosamente débiles, su cuerpo volviéndose a fundir con el de Jisung. Él solo... solo quería que lo sostuvieran, por un momento. Quería sentirse bien, y esto se sentía bien.

 Una parte de él estaba disgustado y avergonzado por su comportamiento, se estaba comportando como una novia necesitada, pero no podía apartarse de la presencia sólida y tranquilizadora de Jisung detrás de él, a su alrededor. 

 —¿Alguien te dijo algo? —murmuró Jisung contra su oído—. ¿Alguien te molestó?

 Chenle negó con la cabeza, frotando su mejilla contra la de Jisung. Olía muy bien. Chenle no sabía cuándo había dejado de sentirse asustado por la sensación del rastrojo contra su piel, pero en este momento solo se sentía bien. Quería más. Se retorció contra Jisung, tratando de estar más cerca de él, e hizo un sonido de satisfacción cuando los brazos de Jisung a su alrededor apretaron. 

 Sintió a Jisung suspirar. 

 —Lele—dijo, su voz tensa—. ¿Disfrutas jodiéndome la cabeza? 

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