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 La palabra obsesión era bastante inadecuada, pensó Chenle con desesperación cuando se hundió en el nuevo dildode 15 cm, con una ventosa adherida a la silla de su habitación. Respiraba pesadamente, jadeando, mientras se apretaba alrededor del grueso juguete que tenía dentro. Joder, se sentía tan bien. La plenitud se sentía increíble, pero no era suficiente. Descubrió que le gustaba más la sensación de una polla (consolador, maldición!) moviéndose en él; tener uno en su interior no era suficiente. Quería empujar. Quería ser follado.

 Mordiéndose el labio con fuerza, Chenle comenzó a montar el consolador con más fuerza, pequeños gemidos salieron de su boca mientras le rozaba la próstata. Joder.

 Sus ojos vidriosos captaron la foto de sus padres en su mesita de noche y Chenle se sonrojó, imaginando cómo severía, lo que sus cristianos padres pensarían si lo vieran ahora, montando un consolador totalmente cachondo. La vergüenza lo golpeó de nuevo, pero no pudo parar. Miró sus muslos, temblando por el esfuerzo, y su polla enrojecida y dura, y sintió otra oleada de vergüenza. La reluciente cabeza del consolador inquietantemente parecía la cabeza de una polla mientras lo violaba... 

 Chenle se corrió sin tocarse, gritando, con una voz que ni siquiera sonaba como la suya. 

 Dios. 

 Miró sin ver la foto de sus padres, sonrojado y sin aliento, la falsa polla aún apretada dentro de su culo. Se preguntaba qué dirían sus padres si descubrieran que esto,era lo más parecido a una experiencia religiosa que jamás había sentido.

 Jodido infierno, necesitaba ayuda. 



 * * * 



—Creo que tengo un problema —dijo Chenle con gravedad, mirando su cerveza.

 Podía sentir la atención de Jisung agudizándose.

 —¿Un problema?

 Chenle tomó un gran trago de su cerveza, la dejó, y miró a Jisung a los ojos.

 —No me he enrollado con nadie en tres semanas.

 Las cejas de Jisung se arquearon. 

 —¿En serio?

 Chenle asintió tristemente. Sabía por qué Jisung estaba sorprendido, por supuesto. Habían pasado años desde que no se había acostado por tanto tiempo. Un levante cada pocos días era lo normal para él. Tres semanas eraanormal, por decirlo suavemente.

 —¿Por qué no? —dijo Jisung.

 Chenle sintió que su rostro se calentaba. Quería decirleque era demasiado esfuerzo, pero mentirle no ayudaría conesta situación. Jisung no podría ayudarle si no supiera el alcance de su problema.

 —Si me enrollo, ella esperaría que me la folle —murmuró.

 —Estoy bastante seguro de que ese es el punto —dijo Jisung, sonando divertido, el idiota. 

 Chenle lo fulminó con la mirada y le dedicó una mirada cargada. ¿Tenía que explicarlo? 

 La sonrisa en la cara de Jisung se ensanchó. 

 —Espera. ¿Todavía se trata de tu problema de próstata?

 Chenle lo calló, mirando alrededor con recelo.

 —Lo es, ¿no es así? —dijo Jisung, riendo.

 —Ja, mierda, ja —dijo Chenle, pasándose una mano por el cabello, frustrado—. Sé que es divertido para ti, ¡pero no lo es para mí, hombre! 

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