𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑

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Verdaderamente, no tenía sed, pero decidí ir a cazar de nuevo en la noche. Una pequeña pizca de prevención, inadecuada, pero debía hacerlo.

Carlisle me acompañó; no habíamos estado solos desde que volví de Denali.

Mientras corríamos por el negro bosque, lo escuché pensando sobre el precipitado adiós de la semana pasada. En su memoria, vi la mueca de terrible desesperación que me desfiguraba las facciones. Volví a sentir su sorpresa y su repentina preocupación.

— ¿Edward?

—Debo irme, Carlisle. Debo irme ahora.

— ¿Qué ha pasado?

—Nada. Aún. Pero lo hará, si me quedo aquí.

Carlisle había alargado entonces la mano hacia mi brazo, y vi el daño que le había causado que me encogiera para retroceder ante ese contacto.

—No lo entiendo.

—Alguna vez haz... ha habido alguna vez en que...

Me miré a mí mismo respirar profundo, vi la luz salvaje en mis ojos a través del filtro de su profunda preocupación.

— ¿Ha habido alguna persona, una sola, que te oliese mejor que todas las demás? ¿Muchísimo mejor?

—Oh.

Cuando me di cuenta que había entendido, mi rostro se cayó a pedazos de la pura vergüenza. Me alcanzó de nuevo para tocarme, ignorando cuando traté de arrancarme de nuevo, y su mano izquierda se posó en mi hombro.

—Haz lo que debas hacer con tal de resistir, hijo. Te extrañaré mucho. Ten, toma mi auto. Es más rápido.

Él se estaba preguntando ahora si estaba haciendo lo correcto, dejando que me marchara. Preguntándose si acaso me había herido con su falta de confianza en mí.

—No —le susurré mientras corría—. Eso era lo que necesitaba. Si me hubieras dicho que me quedara, podría haber traicionado esa confianza realmente rápido.

—Siento mucho que estés sufriendo, Edward. Pero deberías hacer lo que puedas para mantener viva a la chica Swan. Incluso si eso significa que debas volver a marcharte.

—Lo sé, lo sé.

— ¿Por qué volviste? Tú sabes lo feliz que soy teniéndote aquí, pero si esto es muy difícil...

—No me gusta sentirme como un cobarde —admití.

Habíamos ido ralentizando el paso; ahora apenas trotábamos a través de la oscuridad.

—Mejor eso a ponerla en peligro. Ella se irá en un año o dos.

—Tienes razón, ya sé eso —Eso era un alivio de solo pensarlo, que alguien lo repitiera lo hacía aún más real, lo cual era aún mejor.

Carlisle paró de correr y yo me detuve con él; se volteó para examinar mi expresión.

No vas a huir, ¿verdad?

Moví mi cabeza de un lado a otro.

¿Es orgullo, Edward? No hay nada vergonzoso en...

—No, no es orgullo lo que me mantiene aquí. No ahora.

¿No tienes a dónde ir?

Solté una risa breve.

—No. Eso no me detendría, si yo quisiera irme.

ℝ𝔼ℚ𝕌𝕀𝔼𝕄 𝕆𝔽 𝕃𝕆𝕍𝔼: 𝕃𝔸ℂℝ𝕀𝕄𝕆𝕊𝔸 ━ Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora