ℝ𝔼ℚ𝕌𝕀𝔼𝕄 𝕆𝔽 𝕃𝕆𝕍𝔼: 𝕃𝔸ℂℝ𝕀𝕄𝕆𝕊𝔸 ━ Edward Cullen

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟐

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Continuar con el rastreo del desconocido me dio la excusa que necesitaba para estar fuera de casa, sin embargo, yo sabía que no duraría mucho tiempo más, el escaso rastro que había se había dispersado. Incluso la policía comenzaba a tener dudas sobre si alguna vez descubrirían algo.

O al menos, la esperanza en los pensamientos de los oficiales era escasa cuando me actualicé en sus pistas.

Pasar toda la tarde corriendo en círculos bajo la lluvia me parecía una pérdida de tiempo, y también me hacía sentir un cobarde en búsqueda de una excusa para no enfrentarme a la inevitable realidad: una posible amenaza se me había escapado.

Sin embargo, cuando llegó la noche y me encontré en un callejón sin salida, decidí regresar. No encontraría nada más.

En vez de ir directamente a casa de Cillian, decidí desviarme hacia el hospital. Mi padre tenía el turno de la noche.

Podía escuchar sus pensamientos en la zona de urgencias. Estaba auscultando a un conductor de camión de reparto de Olympia que tenía una profunda perforación en la mano. Entré en la recepción y vi a Jenny Austin en el mostrador. Estaba ocupada con una llamada de su hija adolescente y apenas reparó en mi saludo cuando pasé por delante de ella.

No quería interrumpir, así que me limité a pasar de largo la cortina detrás de la cual Carlisle estaba escondido y después me fui a su oficina. Él reconocería el sonido de mis pasos —a los que no acompañaban latidos de corazón—, y luego mi olor. Sabría que quería verlo y que no era urgente. Se reunió conmigo en su oficina solo unos minutos después.

— ¿Edward? ¿Está todo bien?

—Bueno... algo así. Solo quería pasar a decirte que la policía está estancada con el asunto de Port Angeles y... —tomé aire y lo exhalé, sintiendo extrema y absolutamente incompetente y hablando cada vez más rápido por ello—, y yo también. He perdido por completo el rastro, he dado vueltas por toda la ciudad, inspeccionado Seattle, he mirado en las mentes de todas las personas conectadas a la policía y a los criminales pero nada ha salido. Nadie ni nada sabe cómo murieron esos hombres en el almacén y en serio lo intento pero creo que el rastreo se me da muy mal. Pésimo. Lo siento Carlisle, en verdad, sé que confiabas en mí para esto y sé que me estabas dando una oportunidad para enmendar todos los errores que he cometido-...

—Edward, Edward detente —dijo con voz compasiva, un tono que no me merecía.

—Lo siento —susurré, bajando la mirada.

No hay nada que disculpar, has hecho lo que has podido. Tal vez fue demasiado de mi pedirte que hicieras esto cuando Jasper es nuestro mejor rastreador. Se lo hubiera pedido a él, pero aunque me enorgullece el autocontrol que demostró al encontrarse con tal escena, no me parecía lo mejor continuar exigiéndole por si acaso se encontraba algo que no pudiera manejar.

Apreté los labios con disgusto. Jasper y sus ideas no solo habían amenazado su fuerza de voluntad en contra de alimentarse de humanos, sino la vida misma de Cillian.

—Jasper podría haber atacado a Cillian. Podría haberlo matado —murmuré.

Carlisle frunció el ceño. Tal vez.

—No, Carlisle. Él quería hacerlo —apreté los dientes—. Yo lo sé.

Su mirada destellaba confianza, él creía lo que yo decía porque sabía que era una fuente completamente confiable. Simplemente no quería creer que Jasper lo hubiera terminado por llevar a cabo.