𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟖

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La hora final aún no había terminado así que tuve que esperar a mi familia, no valía la pena ir a clase por veinte minutos. Eso era bueno, porque tenía cosas en las que pensar y necesitaba un tiempo a solas.

Atracción.

Era una cuestión algo problemática de contemplar. Tantos lados, tantos significados y niveles. No era lo mismo que el amor, pero se relacionaban inexorablemente.

Y yo no tenía forma de confirmar si Cillian se sentía atraído hacia mí. ¿De alguna manera su silencio mental continuaría volviéndose más y más frustrante hasta que me volviera loco o había un límite que yo finalmente alcanzaría?

Intenté comparar sus respuestas físicas con otras, como la secretaria y Jessica Stanley ya que eran las que habían reaccionado más a mí últimamente; pero la comparación no fue concluyente. Las mismas características —cambios en el ritmo cardíaco y las pautas en la respiración— podrían simple y fácilmente significar miedo o impresión o ansiedad cuando se interesaban. Parecía improbable que Cillian pudiera estar entretenido con el mismo tipo de pensamientos que Jessica Stanley solía tener. Después de todo, Cillian sabía muy bien que había algo mal en mí, incluso aunque no supiera exactamente qué era eso.

Y aún así... cuando recordaba las fantasías de Jessica, solían parecerme repulsivas, pero cuando las recordé protagonizadas por Cillian y yo...

Estaba respirando más rápido, el fuego arañando de arriba abajo mi garganta, pero no era sed de sangre, era...

¿Y qué si hubiera sido yo quién imaginaba a Cillian con sus brazos envueltos alrededor de mi cuerpo? Sintiéndole empujarme apretadamente contra su pecho y entonces ahuecar mi rostro en la curvatura de su caliente cuello. Cepillando cariñosamente mi frente en su cuello, trazando la forma de sus labios con las puntas de mis dedos, inclinando mi rostro más cerca del suyo, donde pudiera sentir el calor de su aliento en mi boca... moviéndonos aún más cerca... pero entonces me encogí lejos de esa fantasía, sabiendo, como supe cuando Jessica había imaginado esas cosas, lo que pasaría si estuviera tan cerca de él.

Atracción era un dilema imposible, porque ya estaba demasiado atraído por Cillian pero de la peor manera. ¿Quería yo que Cillian estuviera atraído hacia mí, cómo la tradicional forma de un hombre a una mujer o viceversa?

Esa era la pregunta equivocada.

La pregunta correcta era: ¿debería yo querer que Cillian estuviera atraído en esa forma?

Y la respuesta era: no. Porque yo no era un hombre humano, y eso no era justo para él.

Con cada fibra de mi ser, anhelé ser un hombre normal, así podría abrazarlo sin arriesgar su vida. Así podría ser libre de tejer mis propias fantasías, fantasías que no terminarían con su sangre en mis manos o brillando en sus ojos.

Mi búsqueda de él era indefendible. ¿Qué tipo de relación podía ofrecerle, cuando no me podía arriesgar a tocarlo?

Sostuve mi cabeza entre mis manos.

Era todo más confuso porque nunca me había sentido tan humano en toda mi vida, ni siquiera cuando era humano... tanto como podía recordar. Cuando había sido humano, mis pensamientos habían sido todos dirigidos a la gloria de un soldado.

La Gran Guerra había arrasado con la mayor parte de mi adolescencia, y había estado solo nueve meses lejos de mi cumpleaños dieciocho cuando la influenza había atacado. Tenía solo impresiones vagas de esos años humanos, recuerdos turbios que se desvanecían más con cada década que pasaba. Mi madre era lo que recordaba más claramente, y sentía un dolor antiguo cuando pensaba en su cara.

ℝ𝔼ℚ𝕌𝕀𝔼𝕄 𝕆𝔽 𝕃𝕆𝕍𝔼: 𝕃𝔸ℂℝ𝕀𝕄𝕆𝕊𝔸 ━ Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora