Jimmy Darling

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No llevo la cuenta de días desde esa importante noche, la muerte de Dandy y el fin del Freak Show. Pensé que podía superarlo, que podía dejar atrás el hecho de que mi familia había muerto pero me generaba tanta impotencia saber que yo no estaba cuando fueron asesinados ni poder haber dado mi vida por ellos. Quería volver el tiempo atrás para darle un último abrazo a Eve, reírme con Paul de vuelta, cocinar con Penny… Me angustiaba pensar en aquellos que no saludé antes de irme.

Pero tenía que pensar en la nueva vida que tenía por delante y de que no estaba sola en esto, Jimmy estaba peor. Aún lidiaba con la muerte de sus padres y el alcohol seguía estando ahí para él como una escapatoria.

Nos conocimos desde muy chicos, cuando me habían abandonado en el circo para ser luego explotada por Elsa, pero nunca lo había visto tan mal como ahora. Jimmy siempre fue un caballero justiciero de armadura blanca, que actuaba con toda la bondad del mundo y luchaba contra todo aquel que atente contra su familia freak. Pero llegó al tope cuando murió Ethel. Empeoró con la traición de Maggie y el asesinato de Ma Petite. Y ya saben como terminó con las demás muertes, atado a su peor defecto, olvidar sus problemas con el alcohol.

Y ahora estábamos aquí, buscando trabajo para una vivienda digna, bueno, por lo menos yo. Jimmy aún seguía en ese pozo, hundido en sus pensamientos recordando lo que llamábamos días felices.

Lo podía ver desde la ventana de mi trailer a pesar de la oscuridad de esa noche. Estaba sentado en el prado con unas botellas a su costado mirando a la nada. Parecía querer pararse pero no podía, su tambaleo no lo dejaba. Y cuando llegó a estar de pie, se desmoronó.

Fui empática muchas veces pero esto debía terminar.

Salí del trailer y corrí en dirección a Jimmy, quien sin saber dónde estaba me miraba.

— ¿Cellie? — con dudas en su tono me miró desde abajo.

Sin decir nada me agache y pasé un brazo suyo sobre mi hombro, lo tome por debajo de la axila para empezar a pararlo. Tenía la fuerza necesaria pero Jimmy intentaba de igual manera.

— No me ayudes — murmuró enojado mientras lo llevaba a su trailer.

Por más que proteste lo que quiera, sus acciones lo contradicen, no hace intento alguno para zafarse de mi.

Apenas abrí la puerta deje a Jimmy en el sofá que estaba justo en la entrada y fui a la cocina por un vaso de agua.

— ¿Por qué sigues aquí? —

Mientras le tendía el vaso, podía notar sus ojos hinchados y cansados. Lo amaba mucho pero nunca se lo había dicho. Él también lo hacía pero el destino no quiso que estemos juntos, simplemente desaprovechamos el tiempo para darnos cuenta de que juntos éramos imparables por lo que seguimos distintos caminos hasta ahora. Solo la soledad y la muerte nos podía juntar, pero está mal decir que lo hizo en el momento correcto.

— Odio verte así y ser cruel sería abandonarte — 

Me dio el vaso a penas lo tomó. Debía darle más de un litro de agua para bajar el alcohol en sangre rápidamente.

Iba nuevamente a la cocina por más agua pero su mano de madera jaló la mía lo cual me hizo dar la vuelta.

— No me dejes solo — me partía el alma escuchar su voz quebrada y contemplar sus ojos al borde de llorar una vez más.

Yo seguía parada para el momento que me abrazó aún sentado, abrazando los alrededores de mis caderas apoyando su cabeza en mi estómago mojando de lágrimas mi buzo verde. Solo atine a acariciar su castaño cabello.

Se quedó sollozando por un rato más hasta que lo sujeté por los hombros mientras me sentaba a su lado para quedar frente a frente. Tome con las dos manos su rostro cuyas mejillas estaban rojas y lo mire fijamente a sus ojos húmedos y él a los míos, ¿Dónde había quedado ese chico de sonrisa seductora que alteraba mi corazón cada qué lo veía? ¿Cómo lo hago volver? ¿Y sus ojos? Era fácil notar que ya no reflejan lo mismo.

Distraída en sus facciones no me di cuenta que él estaba cortando la distancia entre nosotros. Pero no lo permití. No era correcto aprovechar su vulnerabilidad para retomar una relación. Debía sanar primero.

Se sorprendió cuando lo alejé con las manos pero al momento cayó en razón y le di una mirada comprensiva. Lo tomé de la mano para llevarlo a su habitación, estaba tan cansado.

Cuando se acostó, lo tapé con las frazadas.

— Que tengas buenas noches, Jimmy — lo saludé antes de cruzar la puerta.

— Quédate —

Siempre me hace lo mismo y sigo cayendo por él aun así. Por más que quiera no podia resistirme, su mirada penetrante podia hacerse ver todavía.

Heme aquí ahora. Cubierta de sábanas abrazando a Jimmy con su rostro hundido en mi pecho. Parecía un niño perdido en busca de un hogar cálido.

Desde ese momento me propuse traer de vuelta a ese chico rebelde que traía consigo la luz del sol en sus ojos.

Evan Peters - One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora