Kai Anderson

868 33 48
                                    

⚠️ relación tóxica, mención a la violencia ⚠️

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⚠️ relación tóxica, mención a la violencia ⚠️

¿Y sí estoy encadenada a él?

Antes de tocar su puerta pensaba en Winter y el miedo que su rostro había adoptado estos dias; "Aria, perdió la cabeza". Por más que no quiera, tenia que aceptar que Kai había cambiado mucho, y amarlo significaba aceptarlo aunque eso implique soltar, o quizás separar, los recuerdos de los días que nos hacíamos llamar una pareja sana.

Resonaron en la casa solitaria los tres golpecitos que pegué en su puerta seguido de una ausente respuesta o llamado para que pase, lo que me hizo pensar por un segundo que él no estaba.

— ¿Kai? — al entrar podía notar la oscuridad que inundaba la habitación, pero no lo era completamente. Una leve iluminación de la pantalla de una computadora alumbraba la silueta de Kai, quien me daba su espalda, concentrado y rápidamente escribiendo en el teclado.

Pensaba en sí era buena idea interrumpirlo.

Por supuesto que si. Soy su novia, debería interrumpir lo que sea que este haciéndo, soy más importante ¿no?

Oh pero que grave error. Aun no conocía esta nueva personalidad que acecha el alma y, ahora ausente, corazón de mi novio de cabellos azules, similares al cielo de las noches que tanto amaba ver con él.

Inconcientemente se escapó una lágrima que se resbalo en mi mejilla pero mi mano detuvo su viaje.

— Kai, corazón — mi voz salió a duras penas y no sabía por qué. Me incline a él y a su ancha espalda para apoyar mi mentón en su hombro pero me sobresalte cuando él se paro de su lugar y evito cualquier acción que haya querido hacer.

Aún de espaldas, apoyo sus dos manos en cada esquina del escritorio y su mirada bajo a este. Suspiró frustrado y con cierta alteración en su respiración.

— ¡¿QUÉ QUIERES MUJER, QUE?! 

Con mi cuerpo temblando, me iba alejando de su figura sin decir ni una palabra.

Como sí se hubiera dado cuenta de su tono y mi silencio, se dio la vuelta rápidamente para luego acercarse a mi y sostener mis manos con las de él.

Juro por mi madre haber visto un poquito de brillos en sus profundos ojos cafés, de ese brillo que alguna vez me regalaba las más lindas mañanas, que me despertaban con una bella sonrisa acompañada, que me admiraban mientras estudiaba o regaba mis plantas y que, aunque me duela decir la frase "alguna vez", juntaban cada parte rota de mi destrozado corazón con curitas y vendas.

— Perdóname, mi amor, lo siento no debí — su rostro se hundió en mi hombro y su habla parecía sincera, ¿pero por qué no quería creerle?

Ninguna sílaba salió de mi boca. Estaba haciendo el esfuerzo de no desmoronarme sobre mi lugar. Esta situación y todo lo que pasaba por mi mente me estaba poniéndome nerviosa y hasta podría decir que mi presión había disminuido.

¿Alguien puede traer mis plantas ya?

Ellas fueron mi fuerte desde niña, el vivero de mi madre siempre fue un escape tranquilo y pacífico de mi aturdida infancia. Por eso decidí estudiar botánica, estoy a pocos meses de empezar mi tercer año.

Quería volver a ese lugar acaparado de verdes enredaderas en el techo, de magnolias rosas y de lirios blancas. Nunca extrañé tanto mi niñez como ahora.

— No me crees.

Y mi corazón se dio vuelta, estoy segura de que él sintió como este dejó de latir. Sacó su rostro de mi hombro y fijó su mirada café en la mía, que era tan oscura que podrias pensar que tenia ojos negros.

— S-Si que te creo, mi-

— No eres buena mintiendo, Ari. Ven — sin enfado en su voz y pura tranquilidad, me guió a una mesa redonda que estaba en el centro de la habitación siendo iluminada por un foco que yacía arriba de la misma mesa.

Ambos nos sentamos enfrentados. Él alzo su dedo meñique, apoyando su codo en la madera.

— Dame tu dedo, sí mientes lo sentiré.

Creo recordar haber hecho una promesa de esta manera cuando era niña.

Sin más, le obedecí y enganché mi meñique con el suyo.

— ¿Qué es lo que más amas?

Su pregunta me alteró. Pensaba que tenía que pensarla detalladamente. Quizás, ¿las flores de mi departamento?, ¿esa amiga que hace mucho no veo?, ¿los animales?
Pero nada de eso tenía sentido, o no lo suficiente como para ponerlos en una importante categoría. Y lo único que tenía era a Kai. Los últimos dos años se los dedique a él. Todo se reducía a él. Es lo único que en verdad amo.

— A tí.

Una sonrisa orgullosa se decoró en su pálida piel.

Sentía mis ojos vidriosos, a punto de rebalsar el agua que llenaba el vaso de mi alma. Recordaba estos días, una casa que pasaba días llena de gritos y emociones fuertes, tales como la ira que Kai no podía controlar o la depresión en la que me fundi la primera vez que intentó golpearme.

Sus planes con dominar al mundo me partían la cabeza. Pero su justificación era la que me daba más tranquilidad, por lo menos un poco de esperanza:

"Reiniciare el mundo y lo cambiaré para que sea un mejor lugar para tí"

Al fin y al cabo, solo quiere lo mejor para mí, o eso quiero pensar.

— ¿A qué más le temes?

— A tí.

Una risa suya inundo la sala.

— Recuerda que todo esto lo hago para tí. Necesito tu apoyo, amor. ¿lo harás?

Asentí sintiendo mi cara a punto de estallar. ¿Por qué eres tan difícil Kai?

— Sabía que lo harías, siempre tan inteligente mi dulce mujer. ¿Serás leal y devota a mí? Es por tu propio bien y en verdad te necesitaré cuando empiece todo esto.

— Seré todo lo que quieras Kai.

— Entonces deja la universidad y ven a vivir conmigo.

La peor característica de Kai es que todo lo que ama muere por su culpa. Como ahora mismo, él estaba quitando una por una las curitas que puso alguna vez en mi corazón.

Evan Peters - One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora