Sentí que sonaban murmullos a través de las paredes, resonando una y otra vez, se volvían más fuertes por alguna razón, el sueño era difícil de conciliar junto a los relámpagos que sonaban fuera de casa, si mirara la hora, seguro estaría cerca de la medianoche, porque recordaba escuchar una leve lluvia sobre el tejado, aunque esa era menos estruendosa, así que me ayudaba a descansar. Otra vez se escuchaba algo, en esta ocasión fue algo más brusco, algo cayó con un sonido seco al suelo, intenté agudizar mi oído aprovechando que me sentía algo más despierto, no hubo para nada un buen resultado. Mi pésima imaginación no me dejó pensar o predecir qué ocurría, así que me senté para poder limpiar mis ojos de la pereza y empezar a hacer un leve estiramiento, alzando los brazos lo más que pude e hice un leve sonido parecido a un quejido. Busqué mi teléfono, siempre lo dejo en mi mesa de noche, pude agarrarlo con facilidad, tenía mi mesa de noche justamente al lado de la cama, así que solo extendí el brazo. Vi la hora, marcaban las 11:39pm, era bastante tarde y me empezaba a sospechar que eran ellos, otra vez, llegué a pensar que la situación se habría pacificado luego de mi intervención, pero al parecer eso les terminó avivando en un nuevo problema.
Suspiré planteándome una nueva posibilidad, no iba a quedarme aquí para que mi mente hiciera estragos con ello. Usé mi teléfono para guiarme en la oscuridad hasta los interruptores de mi habitación, estaban justo al lado de la puerta, lo que me obligó a colocarme algo en los pies para que el frío no me diera algún tipo de calambre, era una sensación para nada agradable que en esta situación tampoco quería que me diera, así que antes de siquiera colocar un pie sobre el suelo tomé unas pantuflas que tenía regadas cerca de la cama. Hice un quejido cuando me levantaba, aún tenía algo de cansancio acumulado de días anteriores, aunque era lo que me correspondía, el celular se apagó entonces, había olvidado que tenía un tiempo de inactividad antes de apagarse la pantalla sola, eso fue suficiente para casi resbalarme con una camiseta que había olvidado recoger el día anterior, logré mantenerme en pie de suerte y mínimo ya había llegado a mi destino. Un brillo cegador se hizo en la habitación, no soy para nada fan de la iluminación, y menos ahora cuando es de noche, la luz era muy molesta para mi vista, me estaba dejando casi ciego y con lo recién levantado era un martirio que no le desearía a nadie.
Me desperté por completo y mis sentidos se agudizaron, entonces descubrí que era lo que me temía: Una discusión. Eran mis padres discutiendo tan tarde, yo nunca entendí qué fue lo que ocurrió para que empezaran a formarse aquellas riñas verbales hace unos meses, solo llegué a casa un día y los encontré gritándose entre sí.
—¡Estoy harta! —gritó mi madre cuando pasé por la puerta, yo tenía llaves entonces nunca me hizo falta tocar, fue una sorpresa la primera vez que la vi gritando, siempre tuve una imagen bastante santa de ambos, me corregían con el diálogo y enseñándome que debo ser una persona tanto flexible como inflexible.
Hice mucho ruido al entrar en el momento, lo que provocó que ambos voltearan a verme, mi padre estaba con un rostro neutro sin decir una sola palabra mientras usaba la cocina, estaba preparando la cafetera para usarla. Mi madre estaba sorprendida y apenada, podía ver en su cara algo de vergüenza generada por haber alzado la voz segundos antes, sus cejas se levantaron y colocó su mano tapando la boca. Miró a otro lado y se fue a la habitación, aunque logró murmurarle algo a mi padre antes, no lo logré escuchar, pero la reacción de él fue un suspiro pesado.
No supo qué contestarme, dejó un silencio en la cocina antes de tomar un abrigo y salir de casa, solo dijo que volvería más tarde. Ahora la situación era similar, la madera del suelo fuera de mi habitación sonó apenas puse un pie fuera con mis pantuflas, sabía que no me escucharon a pesar de que estuviera a unos pocos metros, se escuchaba aún algunos gritos que cuando eran muy altos regresaban al volumen discreto con el que empezaron. Podía ver una luz al final del pasillo, la bombilla de la sala debía estar prendida, escuché entonces el tema que discutían, mi padre quería irse de casa y no regresar.
—Ya no me siento a gusto viviendo contigo —le dijo mi padre a mamá, yo seguía caminando con lentitud a través del pasillo —pero quiero seguir viendo a Enzo.
—Si te vas, entonces no me interesa lo que tú quieras —contestó mi madre, tenía un tono de exasperación y disgusto.
Entonces aparecí en la sala, saliendo del oscuro pasillo donde decidí no tocar el interruptor, mi madre estaba metida en la cocina contestándole todo desde allá, tratando mal a los platos que estaba lavando y mi padre mantenía la distancia en el umbral de la puerta. Ella no podía verme, mi padre volteó casi de inmediato al sentirme cerca, suspiró y me hizo señas para que me acercara. Pasé al lado del comedor y llegué adonde me indicaron, entonces papá volvió a hablar.
—María, Enzo está despierto —anunció mi padre, haciendo que ella dejara todo lo que estaba haciendo para voltearme a ver, usó un trapo que tenía a la mano para secarse y darme su total atención.
—Mejor, no quiero tener que soportarte —Entendí que la situación era la peor que pude haber imaginado, nunca había visto el delicado rostro de mamá con las cejas fruncidas y aquella mirada tan distante, que reflejaba inconformidad acompañada de sus brazos cruzados.
—Como digas... —Me quedé callado todo este tiempo, tampoco sabía cómo reaccionar – Enzo, tu madre y yo decidimos que ya no queremos estar juntos, porque somos incapaces de convivir entre nosotros.
No supe qué contestarles, llegué a imaginarme que podría pasar algo así, sus discusiones eran más constantes y se hablaban en menor medida, pero eso ahora era una realidad que debía empezar a afrontar, debía intentar hacer algo y tal vez terminaría mejor, para mí.
—¿Podré seguir viéndote? —Lo miré a los ojos, mis cejas daban una señal de tristeza y mi tono flaqueaba, me estaba doliendo mucho más de lo que yo creí, sabía que él quería seguir estando conmigo, aunque fuera sin mi madre, ella es muy radical en sus decisiones.
—Quisiera, pero tu madre no me permitirá si me voy, me despediré bien de ti y seguiré intentando hacerme cargo —Mi madre lo veía con mala cara y una mueca torcida, podía verse que sentía que él se estaba alargando con todo, yo me estaba quebrando por dentro, entre los dos yo quería más a mi padre, pero tanto él como yo sabíamos que sería imposible que me llevara consigo.
Entré en un estado de trance, mi sentir entonces fue lo que surgió, un dolor espantoso que salía dentro de mi cuerpo y quería escaparse de alguna manera, entonces lo consiguió. Mis ojos empezaron a aguarse, obligándome a limpiarse el rostro con mis manos, entonces me derrumbé en el suelo, permitiendo que las lágrimas dieran a entender cómo me sentía. Mis padres solo miraban, ya sabían que esto ocurriría, solamente esperaban que yo lo aceptara.
—¿Puedes quedarte al menos hoy y mañana? —pregunté, alzando la mirada teniendo los ojos ya rojos, e intentando reincorporarme, mi padre me tendió la mano para levantarme del suelo y me ayudó sentarme en el sofá de la sala.
Papá miró a mi madre, esperando una respuesta, noté que no estaba de acuerdo, pero asintió con la cabeza, no estoy seguro de qué habrá pensado ella sobre esto, quiero al menos tenerlo lo pueda, mis padres nunca hablan de sus asuntos personales, entendí que para ellos esta fue la mejor solución, y, para mí, lo peor que me podrían haber hecho. Mamá dejó de cruzar los brazos y regresó a la cocina, abriendo el fregadero para continuar con su labor.
—Mañana tenemos que hablar tú y yo, Enzo —le escuché decir, su tono fue directo y bastante simple, ya no tenía mucho más para decirme, no sabía qué me iba a esperar mañana.
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One-Shots Random
Ficção AdolescenteSon escritos míos que no tiene continuación ni nada parecido, pero que igualmente capaz a alguna persona en esta plataforma puede que sea de su agrado. No quito que está la posibilidad de continuar alguno si me gustó mucho, pero en general son histo...