12 - En la jodida boca del lobo

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TAYLOR

Si me preguntaran en este momento qué estaba haciendo con mi vida, sería un rotundo "no tengo ni la más remota idea; siguiente pregunta por favor".

No sé qué fue lo que me hizo ir a la habitación de Galitzine a esperarle ni por qué lo había apresado entre mis brazos como lo estaba haciendo en este justo momento. Tampoco entendía que a pesar de todo, él no se removía para intentar zafarse de mí. Ambos estábamos con las respiraciones a mil, su espalda pegada a mi pecho y mi espalda pegada a la puerta.

Pez podría entrar. Pez podría entrar y podría vernos. Y eso sería jodidamente un problema. Pero ninguno de los dos nos despegamos.

- Jesús, María y José... que susto me has dado - susurró.

- ¿Has cambiado de colonia? - pregunto susurrando a la altura de su oído.

La piel de su nuca se estremece y eso me hace sonreír.

- Si - chasquea su lengua contra sus dientes y me doy cuenta de que había echado de menos esa tonta manía que tiene -  ¿Se puede saber qué cojones estás haciendo aquí en mi habitación, acechando como si fueses un puto asesino en serie?

Dile que llevas la última semana tocándote como un quinceañero pensando en él.
Vamos valiente, díselo.

- Quería hablar contigo.

Voy soltando poco a poco mi agarre y con ello Galitzine va destensando su cuerpo contra el mío. Al final, es él quien acaba dando un paso hacia delante, para luego dar una vuelta sobre sus talones y quedar de nuevo frente a mí.

Su pelo estaba despeinado y húmedo, se nota que se había duchado hacía relativamente poco. Su camiseta ahora estaba arrugada sobre sus brazos debido al contacto que habíamos tenido minutos antes y llevaba unas calzonas grises que eran de lo más... sugerentes. Eran cortas y pegadas a sus muslos y de hecho, dejaban bastante poco a la imaginación.

¿Desde cuando me había parecido unas calzonas de tío sugerente?

La verdad que en mi cabeza, el discurso que tenía preparado y que venía recreando en el camino de vuelta en el coche era bastante mejor a lo que ahora estaba haciendo, que básicamente era quedarme callado mientras seguía observándole de pies a cabeza.

Joder, realmente me estaba comportando como un depravado.

- Mira tío, no tengo toda la noche para este juego silencioso, tengo a mi amigo ahí fuera sentado en el sof...

No lo pensé.
Quizás me dejé llevar demasiado. Quizás mi mano actuó antes incluso de avisar a mi cerebro de que lo haría y por eso no pude impedirlo. Sólo sé que de un momento a otro me acerqué a él y coloqué mi cuerpo a centímetros del suyo, retomando la cercanía del principio. Sólo sé que levanté con lentitud mi mano y la colé por debajo de su camiseta y eso fue gesto suficiente para que Galitzine dejase de hablar.

Sólo sé que en mi cabeza tan solo resonaba un "por fin" en mayúsculas y con muchos signos de exclamación elevados a la máxima potencia.

Lo estaba acariciando. Joder, lo estaba haciendo.
Estaba acariciando al jodido e insoportable Nicholas Galitzine. Al mejor lateral derecho de la puta liga. Lo estaba acariciando con una exquisita intimidad y él parecía disfrutarla.

ONLY RIVALS // TAYNICK // TAYLOR ZAKHAR Y NICK GALITZINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora