10. No puedo enfrentarme a ti

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Cuando Xie Lian salió del estudio, corrió como no lo hacía hace más de 10 años. Esa fuerza aplastante en el pecho lo envolvió de nuevo, como un viejo amigo, enterrándolo en su lugar, volviéndolo débil y por eso hizo lo único que podía contrarrestarla, correr. 

No recordó sus cosas arrumbadas en una esquina del salón, o siquiera en dónde estaba él, solo sabía que tenía que llenar sus pulmones hasta que doliera respirar porque entonces podría ocuparse de eso y no de la presión invisible y de la forma en la que Hua Cheng lo había mirado. Varias veces había imaginado ese escenario a lo largo de las últimas semanas, el reencontrarse con Hua Cheng, pero nada había salido como esperaba, no, no había podido ni hablarle. 

No después de encontrarse con unos ojos que parecían verlo por primera vez, que escrutinaban cada grieta, cada desgracia de su vida como si estuviera grabada en su piel. Jamás creyó que llegaría el día en que Hua Cheng se encontraría con esa versión de él, con todo lo horrible que manchaba su pasado. Y ya era demasiado tarde para pretender que todo estaba bien, por eso huyó. 

El pasillo se convirtió en un tunel sin salida y la desesperación de Xie Lian aumentó de nuevo. Derrapó a la izquierda, pero volvió a encontrarse con paredes de un blanco marfil. Sabía que debía calmarse, pero la conmoción no había pasado del todo. Entonces al dar otra vuelta, chocó con unas personas y salió volando por su propio impulso hasta quedar tendido en el suelo. 

—¡Oye! ¿¡Qué te pasa!?—reclamó una de las personas en un tono listo para la pelea.

—Mu Qing... —otra voz reprendió a la primera, pero Xie Lian no podía distinguir nada más allá de su propia respiración y sus latidos demasiado rápidos para pensar algo— ¿Estás bien?  

—Yo... —desorientado, Xie Lian solo podía ver al suelo, genial, otra desgracia a la lista— lo siento, si ocasioné daños fue sin intención, por favor...

—¿Dianxia? —lo interrumpió el mismo sujeto. Xie Lian finalmente levantó la vista y se encontró cara a cara con Feng Xin. 

—¿Xie Lian? —la otra voz pertenecía a Mu Qing y solo tras darse cuenta de quién lo había derribado, cambió la hostilidad por algo más... tristeza. 

Xie Lian comenzó a temblar y con sus rostros llegaron sus voces del pasado, opacando lo que fuera que intentaran decirle ahora, las miradas de lástima se sobreponían con las que le habían dirigido hacía diez años. 

"Te prohibo que te relaciones con ese bastardo, ¿me escuchaste Mu Qing? Entiende que si te ven junto a él, todo lo que hemos construido tu padre y yo, todo se echará a perder, aléjate de ese delincuente Xianle."

Una última llamada lastimosa. 

"A-lian, yo... yo lo siento tanto, yo no puedo... no es por mi, es por mi familia, me van a vigilar" igual que todos... "pero encontraré una forma... A-lian... créeme... di algo, por favor... Jamás te dejaría por voluntad propia, ¿lo sabes verdad?" mentira... "es solo por un tiempo, Feng Xin está en la misma situación, pero buscaremos escabullirnos, encontraremos la manera, yo... me tengo que ir" todos se fueron.  

 —Ah, perdón, no había visto que eran ustedes —fue lo único que pudo responder Xie Lian, pero por dentro volvía a arder de vergüenza. El pasado en su mente se iba deshaciendo de los rostros sonrientes de sus amigos para volverlos aquellos desconocidos frente a él. ¿Por qué creía que iba a ser diferente? Seguramente también lo resentían. Y ya no podía volver a como eran antes. 

—¿Estás bien? —una pregunta genérica, mera cortesía. Ni se molestó en ver quién preguntó. Tan solo se levantó, empujando la mano extendida hacia él,  empujando el llanto a lo más profundo de su garganta y echó a correr. 

Destellos de ti [Hualian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora