capítulo O1

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Jeon Jungkook caminaba nervioso por
el salón.

Estaba tan tenso que ni siquiera
se dio cuenta de que se estaba
mordiendo las uñas hasta que el
Duque Jeon entró. Cuando escuchó
su bastón golpeando el suelo, Jungkook
rápidamente escondió las manos
detrás de su espalda.

-¿No te he hablado mil veces sobre
ese hábito desagradable?-

-Lo siento, lo siento...-

Jungkook inclinó la cabeza ante la
voz fría de su padre. El duque
chasqueaba su lengua mientras
miraba la escena.

-No me avergüences. Tienes más
suerte de la que mereces. No te
perdonaré si causas problemas
a nuestra familia con tu sucio
comportamiento.

El sudor frío goteaba en su espalda.
Preso del miedo abrió la boca con
dificultad.

-Haré todo lo que digas, padre. Lo
haré... tan pronto como venga él...-

Podía saber cuál era la cara de
su padre sin tener que mirarlo.
Cuando hablaba, siempre lo miraba
asqueado. Jungkook trató de seguir
con sus palabras tan calmadamente
como pudo.

-Padre, lo intentaré, lo intentaré.
Este, este matrimonio, este...-

-¡Basta ya!-

El Duque Jeon golpeó el suelo
fuertemente con su bastón.

-Incluso hoy me estas
avergonzando con tu
comportamiento. ¿No puedes estar
tranquilo por unas horas? ¡Quién
diablos querría un esposo como tú
que incluso tartamudea como un
caballo!-

-Yo, yo...-

-¡Park Jimin ya no es un
caballero de bajo rango! Se ha
convertido en uno de los maestros
de la espada en el continente, ¡y en
el guerrero audaz que ha derrotado
al Dragón Rojo! Si quiere, el templo
concederá un permiso de divorcio.-

Sólo imaginarlo fue horrible,
respiró fuerte, con la frente
arrugada.

-¡Por el espíritu de la Familia Jeon,
tú no deberías divorciarte de un
caballero de tal rango! No puedes
dejar que la familia se convierta
en un hazmerreír por culpa de su
estúpido hijo.-

Se mordió los labios. La molestia al
sentir que no era su culpa le subió
a la garganta. Nunca había querido
casarse con Park Jimin y sabía
que él también pensaba lo mismo.
¿No fue el propio Duque quien
impulsó el matrimonio que nadie
pidió?

Tanto si había leído sus
pensamientos rebeldes como si no,
su padre permanecía helado.

-Si fueras la mitad de hermoso que
Baekhyun... O como mínimo tan
normal como él. ¡No habría tomado
este camino para complacerlo!-

Cuando recordó a su medio
hermano, cuya belleza era
comparable a la de una rosa, sus
argumentos se desvanecieron
como la arena. Mirando su pálido
y cansado rostro, el Duque Jeon
añadió sin piedad.

-¡lncluso el Rey SeoJoon podría
darle la mano de su hija! ¡Y todo
eso porque no pudiste ganarte su
corazón!-

-P-pero.. él-él, en la boda, al día
siguiente se había ido...-

Estaba a punto de argumentar
que no se trataba de capturar
su corazón, sino que nunca tuvo
la oportunidad de tener una
conversación apropiada con él.
Pero antes de que esas palabras
pudieran ser pronunciadas, su
padre lo golpeó fuertemente, en el
costado, con el bastón, por lo que
se agachó con un jadeo. E incapaz
de gritar, se tambaleaba de dolor.

-Ni siquiera pienses en
contestarme. ¡Sólo pensar en tu
horrible hábito me enfurece!-

Él asintió rápidamente por miedo
a que la madera lo golpease por
segunda vez. El duque, que tenía
los labios apretados como si fuera
verter más veneno, se retiró al oír
que llamaban a la puerta. Detrás de
ésta podía oírse la voz tranquila de
la doncella.

-Señor, los caballeros de
Remdragón han llegado.-

-¡Guíalos hacia el salón!-

Jungkook miró a su padre aterrorizado.
Él le amenazó furiosamente con sus
gestos entre dientes.

-¡Aclárale a Park que no puedes
anular tu matrimonio! Una vez más,
si insultas a la familia, ¡pagarás
caro!-

Luego salió del salón dejando atrás
a Jungkook.

Él se levantó con dificultad y se
apoyó contra la ventana, esperando
que el dolor pasara para poder
respirar con tranquilidad.

La luz del sol de otoño penetró en
sus ojos mientras seguía adolorido.
Aun asi, consiguió tragarse las
lágrimas. Su situación nunca
cambiara, aunque llorara. En
cambio, sólo le hará parecer más
miserable de lo que ya es.

Jungkook agarró su temblorosa mano
con fuerza. Tenía que mantener
la cabeza erguida. Para un doncel
como él en esta sociedad, el
divorcio era equivalente a una
sentencia de muerte. No era sólo
una cuestión de ser ridiculizado,
sino que era una desgracia
irrevocable para la familia.

𝘁𝗵𝗲 𝗿𝗲𝘁𝗵𝘂𝗿𝗻 ᰔ jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora