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Ya habían pasado dos semanas, y las cosas iban bastante bien a decir verdad. Aún teniendo en cuenta el hecho de que entrenaba a diario para poder salvar mi trasero de una posible muerte prematura, la verdad, ya no estaba tan angustiado.

Lentamente me acostumbré al ritmo de la familia de Ares y ya me era un poco más fácil estar con ellos; trate más con Fobos y Deimos a petición de Atelea y sorprendentemente tenía razón, son agradables. Con Eros no he convivido porque jamás está en casa, siempre sale por las mañanas y regresa de madrugada, cómo si fuera un adolescente… A veces me preguntaba si en algún momento iba con Psique, se supone que era casado ¿No?

En fin, con Nikoles… No se cómo decirlo, tenemos una relación de odio-burla ¿Saben? Siempre nos andamos ofendiendo pero siempre nos devolvemos el insulto como si fuera una broma, o al menos eso creo yo, tal vez él lo crea diferente; como sea, no habla mucho más que para decirme lo debilucho que soy.

Ahora puedo sostener una espada de cobre por unos minutos, pero eso me costó largas horas de pesas con Fobos y Deimos, unas cuantas contracturas y el siempre presente dolor después del ejercicio; aunque para mí valía mucho la pena, ya era un milagro poder sostener una espada ¿Se lo imaginan? ¡Hace dos semanas no podía ni con la de madera!

—¡Fondo!¡Fondo!¡Fondo!

Fobos y Deimos repetían a gritos eso mientras yo en medio de ellos me tomaba un vaso de distintas cosas que habían encontrado en la cocina. ¿Porqué? Bueno, digamos que descubrí que estos dos son fanáticos de hacer retos, y para poder pasar más tiempo con ellos, me integré en eso; primero tuve que colgarme del techo, luego tuve que poner labial rojo a la estatua de Ares y ahora estoy aquí bebiendo esto que sabe horrible, ya me había quemado la garganta.

—¡Puaj!—quejé cuando terminé de beber y me limpiaba la boca.

Fobos y Deimos gritaron alocadamente mientras yo procesaba lo que acababa de hacer y a la vez era sacudido de un lado a otro por ellos. Con dificultad alcancé un vaso de agua y me lo pasé rápidamente con mal gesto ¿Qué le pusieron a eso?

—Ya basta chicos, es hora de cenar.—avisó Ares mientras entraba al comedor con bandejas en manos al igual que Harmonia y Atelea.

Adela me observó y sonrió al ver mi gesto de disgusto, rápidamente dió una risilla y negó con la cabeza cuando finalmente colocó su bandeja en la mesa.

—¿Estás bien?—indagó Ares cuando me vió, yo alcé la vista y solo asenti fingiendo una sonrisa, él puso serio su rostro y volteó hacia sus gemelo.—¿Ahora que le hicieron hacer?

—Nada.—habló el gemelo a mi izquierda.

—Solo se bebió un vaso con veinte tipos diferentes de salsas.

Despues de decir eso, ambos salieron corriendo del comedor como si fueran niños, Ares se agarró lo primero que encontró y logró darle a alguno en la cabeza, lo que causó que cayeran uno encima del otro y se detuvieran.

—Toma más agua.—me dijo Harmonia sosteniendo otro vaso de agua, yo le agradecí con un gesto de cabeza y bebí rápidamente el líquido.

Con razón me picaba tanto la garganta.

Ares procedió a disculparse por sus hijos de nuevo, yo solo dije que no había problemas y después nos dirigimos directamente a comer. Todos estaban en la mesa menos Nikoles y Eros, quienes habían salido en la mañana sin razón; según todos en esa casa era algo raro que convivieran como hermanos.

Terminamos de comer y como de costumbre, ayudé a recoger. Después de digerir un poco la comida volvimos al campo de entrenamiento y a falta de Nikoles, Atelea y yo nos emparejamos con cada uno de los gemelos.

Persedes y el torneo de diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora