IX

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Min se bajó del taxi que había tomado a las afueras de su trabajo para llegar lo más rápido posible a la casa de su madre. Si quería respuestas, era allí con ella donde las iba a tener.

Exasperado, Yoongi corrió hasta la puerta de aluminio de su vieja casa. Apenas estuvo enfrente de esta, comenzó a golpearla con sus manos empuñadas, esperando a que su madre le abriese. Ahora era cuando se arrepentía y no tenía la vieja copia de las llaves que usaba antes. 

—¡Mamá! ¿¡Estás ahí?! —Volvió a golpearla haciendo que la puerta temblara, captando la atención de sus vecinos que iban pasando por la calle. —¡Ábreme, mamá!

Min se dio cuenta de que había sonado igual que cuando le rogaba a su madre a los seis años, mientras estaba dentro del cuarto oscuro de las escaleras. Así que se detuvo. Min se sentía realmente enfermo, no sabía qué demonios le querían hacer ver su cabeza u oír. 

¿Cómo nadie más veía a Taehyung?

Al estar pensando, la puerta se abrió, sacándolo de sus pensamientos enseguida y regresando a sus cabales.

Su madre se sorprendió al verlo con las manos con parches y otro en la cabeza.

—Yoongi, ¿qué pasó?

—Dime la maldita verdad, ahora.

—¿Verdad de qué? —Ella no mostraba señales de entender a su hijo.

Min empuñó sus manos ejerciendo bastante fuerza; sus nudillos se tornaron más pálidos que su propia piel. Para Min saber de su propio padre era primordial, él era la fuente de sus respuestas ante miles de preguntas que había generado tras ese sueño extraño que tuvo, en donde se había sentido de carne y hueso todo lo que pasó con Taehyung.

Visto desde su propia perspectiva, provocando esa sensación de culpa que lo ahogaba en cada segundo que daba un respiro.

—¿Qué pasó con papá? ¿Dónde está? ¿Se murió? ¿Verdad? —interrogó el muchacho algo exasperado y deseoso de saber.

—No puedo creer que vengas por eso... —Arrugó al frente bastante molesta.

—¡¿Mamá, que quién carajos es mi padre?! —Vociferó generando que su madre se sobresaltara. —¡¿Cómo se llama?!

—Yoongi es sí que no te lo voy a permitir... —Ella estaba dispuesta a cerrarle la puerta en la cara.

—Dime su nombre. Dímelo ahora.

—N-No...

—¡Dímelo, mamá! ¡Ahora! —Exigía.

La mujer colapsó ante las exigencias de su hijo, que solo dejó que su voz naciera sin medir sus palabras.

¡Giyoon ya basta! —La mujer se tapó la boca enseguida con ambas manos. La cara de horror de Min se pudo apreciar enseguida. —D-Digo, Yoongi, basta...

Jamás, pero nunca antes había confundido a su hijo con su exmarido, ni cuando Yoongi tenía las mismas manías que el hombre. No se atrevió a compararlos, pero era imposible; la misma anatomía, estatura y complexión; ojos, boca, nariz, la tez pálida como la nieve; aquel carácter de armas tomar, casi rozando la prepotencia, incluso la clama que a veces proyectaba. 

En todo, Yoongi era la viva imagen de Giyoon. 

Le aterraba ese hecho, por ello la madre le imploraba a su Dios que liberase a su hijo de ser como su padre. Al parecer, nunca lo logró Yoongi era una copia de carne y hueso de Giyoon.

Min ya colmado, no hizo más que apartar a su madre del umbral de la puerta y entrar como caballo de carrera, sin importarle si la pasaba a llevar. Aprovechando que la puerta principal de la casa fue dejada abierta, Yoongi entró y se fue de cabeza al cuarto de debajo de las escaleras. Allí su madre guardaba todo, y si quería buscar cosas de su padre, esa era la única opción.

INSANE [Yoontae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora