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El segundo en el que Leash llegó al lugar, se arrepintió de su decisión, pero no pudo evitar sentirse atraída a él lugar. Era diferente a como lo recordaba, mucho más vacío y frío, que claro, no era como que la madre Sirius era una persona que creaba un entorno hogareño, pero Regulus lograba sacarle una que otra sonrisa.

Había llegado al estudio de la sala, las veces que estuvo ahí, casi no entró al estudio, pero reconocía exactamente qué cuarto era, se quedó observando los viejos muebles que mostraban no habían sido usados en años.

Abrió la puerta con cuidado de no causar ningún ruido, no sabía quienes estaban en la casa, y seguía sin saber si quería verlos, se puso la capucha de su sudadera, no sabía si quería ser reconocida aún. El pasillo principal era estrecho y largo, no había luces prendidas entonces apenas si se podía ver algunos de los cuadros que colgaban de las paredes.

Pasó su mano por el barandal de las escaleras de madera mientras las subía, sonrió al recordar la manera en la que el chico se deslizaba por ellas, siempre terminaba regañado, pero lo hacía para hacerla reír.

Recordó las pocas veces que estuvo ahí, la mayoría de los recuerdos no eran muy buenos, pero recordaba uno que la hizo volver a sentir mariposas en el estómago.

Abrió la puerta del cuarto con lentitud, en parte por el temor de ser escuchada, pero en su mayoría, porque sabía a lo que estaba entrando. El cuarto estaba lleno de caras que ella no podía reconocer, a excepción de unas. Pasó sus manos por el tapiz y sintió una punzada en su pecho cuando vio el la mancha negra encima del rostro del chico que vivía ahí.

Tocó con sus manos su nombre, extrañando decirlo, y con una sonrisa, empezó a seguir la pequeña línea hecha con tinta, salía de él y se unía a un nombre que ella ya conocía.

"Leash Salazar" estaba escrito en la pared al otro lado de la línea.

-Sí sabes lo que te convienen vas a salir de aquí ahora- dijo una voz atrás de ella, tenía una punzada en su espalda, bastante fuerte y dura, la estaban apuntando con una varita

Leash se quedó paralizada, sabía que al ir ahí, era inevitable que lo encontrará, pero no estaba preparada para lo que eso significaba. Su voz era diferente, más rasposa y grave, diferente a aquella voz rasposa que apenas estaba pasando por la pubertad.

Quería decir algo, pero no sabía que, ni siquiera sabía si quería darse la vuelta, pero antes de que pudiera pensar en que hacer, Sirius la empujo contra la pared, estampando su cabeza en esta, poniendo su varita en el cuello de ella.

-¿Quién eres y cómo llegaste aquí?- preguntó molesto, con la mano que tenía libre, la metió en los bolsillos de ella para sacar su varita y cuando la sacó, se quedó tieso al ver la serpiente enrollada en ella y la esmeralda brillante en el mando.

Leash tomó esa oportunidad y se dio la vuelta rápidamente, empujando con sus brazo izquierdo y con el otro le arrebató su varita de la mano. En esa moción, su capucha calló, dejando revelar su cabello y rostro.

-Eso dolió-dijo Leash un poco molesta, pero en realidad, se estaba muriendo de miedo

Sirius se quedó petrificado en su lugar, con su varita aún apuntando, sus ojos no podían creer lo que estaba viendo, creía que estaba alucinando o era una muy mala broma, pero desde el segundo que vio su varita, supo que era ella.

Leash lo miró de pies a cabeza, tenía el cabello largo y ondulado, una barba ocupaba la mitad de su rostro y podía ver la gran cantidad de tatuajes por los botones que no tenía cerrados. Traía un traje morado, muy elegante, pero era más alto de lo que recordaba, en general, se veía mucho más grande de lo que recordaba, pero al mirar sus ojos, volvió a encontrar a ese chico.

-Spencer- dijo Sirius y Leash no pudo evitar sonreír

-Cinco nombres y escoges ese- se burló, la verdad era que a ella sólo le gustaba ser llamada Leash

Sirius se quedó callado de nuevo, intentando encontrar las palabras, había deseado este momento por años y ahora que la tenía enfrente, no sabía qué hacer. Dejó caer su varita y la envolvió en un fuerte abrazo, aún sin poder creer que ella estuviera ahí.

Leash se tensó al contacto, no sabía si apartarlo o abrazarlo, pero finalmente se rindió y escondió su rostro en su cuello, regresando el gesto, sintiendo como el paso de los años los había separado.

Se separaron después de unos segundos pero Sirius la mantuvo cerca para poder observarla mejor. Si bien no había envejecido casi nada, se podía ver en sus ojos el tiempo por el cual había pasado, miró con tristeza la nueva cicatriz que había emblanquecido su ojo y le dolió ver que tenía más cicatrices y golpes en ella.

-Te ves...- intentó hablar y Leash rió

-¿Peor? ¿Más demacrada?- dijo en burla

-Bueno, yo no puedo decir mucho- dijo señalando su barba y tatuajes

Leash volvió a sonreír de aquella manera que él recordaba, como si le diera vergüenza y quisiera ocultarlo, tantas veces que había logrado hacerle reír, pero también recordaba las veces que la había hecho enojar.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Sirius genuinamente confundido- Creí que no querías verme qué...- pero se detuvo, incapaz de continuar

-Creí que era lo correcto-admitió ella- Me enteré cuando huiste pero, no creía que querrías verme- admitió viendo el suelo con pena

-No fue tu culpa- dijo él, sabía lo mucho que ella se culpaba de todo y lo mucho que le afectaba no poder hacer algo para solucionarlo- Peter tuvo la culpa, él fue quien nos traicionó- intentó explicarle pero ella negó con la cabeza

-Voldemort lo hizo para vengarse de mí- dijo ella, sus ojos acristalados- Te pusó en Azkaban por que sabía lo que significabas para mí, luego mató a Lily y a James, todo lo hizo para vengarse de mí- se apuñaló en el pecho con su dedo, aún después de todos esos años, no podía perdonarlo

-Leash, no había forma que lo supieras... intentó sostenerla de nuevo pero ella se apartó

-Dijo que si iba con él, liberaría a mi madre y te dejaría vivir- las primeras lágrimas empezaron a caer de sus mejillas, tenía tanto que no hablaba de esto y los sentimientos la estaban consumiendo- Fui una tonta en confiar en él ¡Mira lo que les hizo! ¡Mira lo que te hizo!- dijo sollozando- Y todo por mi culpa-

Sirius la envolvió en sus brazos y ella continuó llorando desconsoladamente, sabiendo que no pudo hacer nada para salvarlos y probablemente no podría hacer mucho en salvar a la gente de ahora.

Sirius la sostuvo durante todo el tiempo que lloró, observando la pared en donde él, años atrás, había escrito el nombre de su amada al lado del suyo, eran jóvenes y tontos y no sabían lo que el destino traerá para ellos.

No me dejes -2 (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora