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El piso de la celda era frió y húmedo, tenía grietas en el cemento y entre ellas se podía observar suciedad y sangre seca de alguna persona anterior. Las ventanas estaban bloqueadas con tablas de madera, una arriba de otra, la única forma que tenía para saber que era de noche era por un pequeño hueco entre una tabla, dejaba entrar un pequeño rayo de luz de luna que siempre esperaba recibir.

El cuarto en sí era frío, no tenía nada más que las cadenas adheridas a la pared y el cuerpo acostado en el piso de la celda. La puerta era de madera gruesa, evitando que cualquier grito que emitiera saliera al exterior.

Los pesados candados de la puerta empezaron a retirarse y la persona se arrincono más, temiendo que fuera entrar por la puerta. Un mortífago entró, con máscara en rostro, ocultándose a la persona que aún encadenada, podía ser muy peligrosa.

-Hora de comer- dijo cerrando la puerta de nuevo, entrando al cuarto

Dejó caer la charola en el piso haciendo resonar y la persona se sostuvo la cabeza temblando, el mortífago rió al ver su estado.

-Que patético- se burló- Creer que tú alguna vez estuviste cerca de derrotarlo- se acercó a la esquina, arrastrando las palabras- ¿Qué se siente haber terminado aquí de nuevo?- le sonrió por debajo de la máscara.

La persona intentó retroceder más pero estaba acorralada, estaba atrapada entre la pared y el mortífago de frente. Ocultaba su rostro entre su cabello y manos, queriendo protegerse.

-Por supuesto que te recuerdo, estuviste aquí hace 12 años- se burló-En está misma celda, la misma situación- el mortifago se agacho justo enfrente de ella, a centímetros de tocarla- Sacrificándote por un hombre al que de una forma u otra terminaremos matando- le susurró con risa

Acercó su mano para tomarle la barbilla, pero entonces sintió cierta luz en su rostro, volteó hacía la ventana de arriba y notó como esa noche, el resplandor de la noche entraba de mayor manera, no era el simple delgado rayo de luz, era más grande, como, como si faltara una tabla.

Pero cuando entendió lo que iba a pasar, la persona sacó la tabla de madera por detrás de su espalda y con rapidez y fuerza, lo golpeó alrededor del rostro haciéndolo caer hacía atrás.

El mortífago cayó de espaldas desorientado, veía borroso y un fuerte pitido en su oído derecho retumbaba a su alrededor.

La chica se levantó con agilidad y lo golpeó una vez más en la cabeza, esta vez en la parte superior, haciendo que el hombre cayera con su barbilla resonando en el piso, ella se subió en su espalda y lo jalo del cuello para ahorcarlo con su brazo.

-¿Dónde está mi varita?- preguntó en un gélido susurro

El mortífago tosió al tener la garganta acorralada pero se negó a contestar, ella lo tomó por el cabello y estrelló su rostro contra el piso una vez más.

-¿Dónde está?- preguntó volviendo a levantar su cara del piso aún estrangulándolo

-Bol.. si... bolsillo- dijo con dificultad, intentando quitarse el brazo de la chica del cuello

Con el brazo que no estaba ocupando buscó en los bolsillos del hombre y al encontrarla, la sacó y examinó que estuviera en buenas condiciones. Volvió a tomar al mortífago por el pelo y estrelló su cara contra el cemento, noqueándolo al instante.

Volteó el cuerpo del mortífago y empezó a quitarle la ropa con rapidez, debía apresurarse si quería salir de ahí, el lugar estaba hechizado para que nadie pudiera aparecer o desaparecer de él, por lo cual debía ser creativa.


La bata le quedaba un poco grande pero con lo oscuro que eran los pasillos, casi no se notaba la diferencia, la noche iluminaba los rincones de aquel lugar pero las miradas gélidas de los mortífagos hacían que cualquier luz se viera insignificante. Las paredes estaban sucias y rotas, ella sabía perfectamente donde estaba, recordaba el lugar como la palma de su mano., tan sólo debía evitar al resto de la gente y ahí y en unos segundos, encontraría su libertad.

Un golpe duro en su hombro la detuvo, había alguien atrás de ella y sintió todo su cuerpo tensarse cuando escuchó aquella voz.

-¿La alimentaste?- preguntó Lucius Malfoy en cuanto se volteó

Asintió con la cabeza, observando al hombro con furia por debajo de su máscara

-¿Causó problemas?- preguntó bajando el bastón con el cual le había golpeado

Negó sin decir ni una palabra, sabiendo que si abría la boca no podría controlarse de lo que le diría.

Lucius Malfoy, jamás le agradó, no lo soportaba hace 13 años y mucho menos ahora, era tan sorprendente ver lo diferente que su hijo había sido de él.

Lucius la miró con sospecha, pero antes de que pudiera decir algo más, otro mortífago llamó su nombre y se dio la vuelta, dejándola en paz.

Suspiró con alivio en cuanto se fue y sin perder más tiempo, continuó su camino, abriendo puertas, bajando escaleras, hasta que finalmente logró abrir la puerta trasera de aquella fortaleza y en el segundo que sus pies tocaron la tierra de afuera, empezó a correr.

La luna era la única testigo de los acontecimientos de aquella noche, corría con fuerza, sus pies plantándose en el piso y levantándose a gran velocidad, tuvo que quitarse la máscara para poder ver bien y la botó al suelo sin importarle que la fueran a encontrar. Su cabellera rizada bailaba con el aire que chocaba en su rostro, volteaba ocasionalmente asegurándose que estuviera sola y en aquellos ojos, la luna se reflejaba con ansias.

Leash Salazar, era libre una vez más.

No me dejes -2 (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora