Capitulo XXX. Soy yo

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Comencé a asustarme así que saqué el celular para enviar mi ubicación a mi novio y amigas, pero no pude hacerlo. Ya que el chofer me arrebato en un segundo el celular y lo arrojo por la ventana.

-Pero que... ¿Qué le pasa?

-No hables bonita

-¿Quién eres?

-A partir de ahora, tu peor pesadilla- comenzó a reír
-Vaya, te gustan las películas al parecer. Voy a bajar

-No lo harás

Estaba por abrir la puerta y salir, aunque el auto fuera en movimiento, pero el freno de repente y de un salto llego al asiento trasero donde estaba yo.

-¡No me toque!

-Yo te dije, tu peor pesadilla

Pude notar como alguien tomaba su lugar y arrancaba, no logre ver su rostro. El otro sujeto puso algo en mi nariz. Perdí la conciencia de inmediato.

Abrí los ojos al momento de escuchar como recorrían lo que parecía ser una cortina y al sentir luz en mis ojos que se sentían pesados, cansados. Poco a poco, con dificultad. No entendía nada.

-Por fin despiertas- Era el mismo hombre del taxi

-¿Qué hago aquí?

-Yo no puedo responder

-Tan machito y tu solo eres el mandadero- Con miedo, pero no lo iba a demostrar -¡Entonces ve por quien esta a cargo y terminemos de una vez con esto!

-Cálmate güerita- se acercó a mi -Ya vendrá a verte, espero no te infartes. Paciencia

Salió de la habitación y me dejo ahí. A mi lado tenia una jarra con agua. Me parecía extraño ¿Esto era un secuestro? Estaba en una habitación que parecía de hotel. No estaba amarrada de ningún lado. Me puse de píe. Tenia puesta una bata blanca. Me acerque al espejo, me veía pálida y no solo eso. Tenia un morete en un ojo. Por instinto lo toqué y solté un quejido.

Comencé a buscar algo en la habitación que me ayudara a... Que se yo, no había nada, ni un teléfono. Me acerque a la ventana de donde provenía luz del sol. Ya habían pasado bastantes horas.

Al estar en la ventana me quede con la boca abierta. La vista era hacia el mar, ¡El mar! En Monterrey no hay playa. Las hay a 4 horas mínimo, estaba lejos. Mi corazón se aceleró. No podía saber que playa era, no era experta en ello.

Me acerque a la mesita donde estaba la jarra con agua y llene un vaso mientras veía las olas chocar en la orilla. De pronto escuche la puerta. Alguien había entrado, giré y no podía creer lo que veía. El vaso cayo al suelo derramando todo lo que tenía.

-Hola mi vida

No era real, no podía serlo. Talle mis ojos.

-Soy yo, no te asustes

Me acerque lentamente a él.

-Aquí estoy

Mis ojos se llenaron de lagrimas por alguna razón e intuitivamente lo abrace, era el, Erick. Estaba aquí, no estaba muerto.

-¿C-como?

El tomo mi mano y salimos al balcón, el cual tenía unos sillones. El olor a humedad invadió mis fosas nasales y el sentir ese calor que en Monterrey no era así, al menos no estos últimos días me puso feliz. Nos sentamos.

-Entiendo que tengas sorpresa

-¡Fui a tu funeral! ¿¡Bromeas!?

El comenzó a reír con esa risa tan suya, se veía diferente

Mi vecino es un streamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora