IV

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——«Cuándo la conozcas en realidad, te vas a sorprender. No es tan mala cómo crees.»

Por alguna razón, la mayoría de los chicos se llevaban bien con ella. Quizá también porque era la única chica entre tantos varones, y era la hermana menor de Francisco. Y la mayoría nos llevábamos bien con él, era en verdad un equipo bastante unido.

Y oír eso de Enzo, no me sorprendía tanto. Era él más tranquilo del grupo, el más paciente y responsable. En varias cosas llegaba a coincidir con ella, además que a los dos les gustaba leer y estudiar. No sé qué estudiarían en concreto, pero ambos podían estar horas encerrados por las noches.

¿En verdad estudiarían?

Sería increíble saber que a todos nos estuvieran viendo la cara de estúpidos, y en realidad este sucediendo algo más. No una simple amistad, pero siendo realistas, lo veía muy poco probable. Recién llevábamos dos meses de encierro en España, pero conocía lo suficiente a Enzo para saber que no sería capaz de una cosa así.

Era una chica de diecisiete años, y él un tipo de veintiocho. No iba a ser tan tonto de enredarse con ella.

—¿Estás bien?—me atreví a preguntar, mientras me acercaba con pasos lentos al baño—

Eran casi las dos de la mañana, los demás chicos dormían tapados hasta la cabeza en la habitación, menos Clara y yo. Yo porque no podía, llevaba rato dando vueltas en la cama, tenía insomnio. Y ella, al parecer se sentía mal. Había escuchado cuándo se levantó para ir al baño, y ya hacía un buen rato que estaba encerrada.

—Sí.—contestó, luego de unos segundos de haber vomitado—

Seguramente le había hecho mal la cena.

—¿Segura? Si te sientes mal, puedo avisarle a Francisco.—le dije, con cierta preocupación— O llamar a alguien más.

—Estoy bien, no es necesario.—la oí tirar de la cadena del baño, y luego abrir la canilla del agua—

Estuve unos segundos más parado enfrente de la puerta, esperando que saliera. Y cuándo lo hizo, además de verse algo pálida y con la cara húmeda por el agua, se veía sorprendida.

—¿Qué haces aquí?—apagó la luz del baño, y cerró la puerta detrás de ella—

—Te escuché casi muriéndome ahí adentro, y quise saber si estabas bien.—le dije con cierta ironía, y por suerte no le molesto aquel comentario—

Últimamente no intentaba buscarle la quinta pata del gato a las situaciones, no buscaba discutir conmigo por cada cosa que dijera.

Y eso rarísimo.

—No pensé que estabas a un metro de la puerta, esperando a que saliera.—dijo, y se dirigió hasta su colchón, que estaba entre medio de la cama de Blas y la mía— Deberías estar descansando, es tarde.

—Bueno, no tiene nada de malo creo. Tampoco soy tan sorete cómo crees, tengo un poco de humanidad, aunque no parezca.—le aclaré, y también me dirigí a mi cama— ¿Seguro qué te sientes bien?

Ella asintió.

—¿Incluso a las personas qué te caen mal le intentas demostrar humanidad?

—Por supuesto, aunque no siempre.—luego de acostarme, me quedé mirando al techo— Depende cómo me caigas, todavía no te tengo en mí lista negra. Me tendrías que caer muy para el orto para meterte ahí, y no creo que te guste estar.—yo mismo me reí de mí comentario, y ella al parecer también le causó gracia—  No te haría la vida tan fácil.

—¿Eso significa qué todavía tengo chances de salvarme?

—Todavía sí, obvio. No me caes bien, pero tampoco tan tan mal.—gire mi cabeza hacia la derecha, para mirarla— Pero tampoco sé si podrías caerme lo suficientemente bien.

—¿Por qué?

—A ver, creo que es fácil saber porque. Desde un inicio empezamos mal, y con seguridad nos vamos a seguir llevando mal.

—Hemos mejorado los últimos días. ¿No te parece? O al menos no peleamos tan seguido.

—Nos quedan meses de convivencia.—le contesté, y ella prestaba atención a cada una de mis palabras— Y todos acá sabemos que no va a ser fácil, especialmente porque eres demasiado hincha pelotas.

—¿Tan molesta te parezco?

—Llevas la responsabilidad o la perfección a un límite que es estresante. ¿A ti no te cansa vivir de esa forma?

Negó.

—Lo único que me cansa, es querer vivir en lo ordenado y limpio con ustedes. Siento que a veces tengo motivos para enojarme.

—¿Sí?

—Por supuesto, no les pido limpiar absolutamente nada. Pero sí intentar mantener todo en su lugar o limpio, además si no fuera tan hincha pelotas cómo dices, ustedes tres estarían llegando todos los días tarde a las grabaciones. Y saben cuánto odia la impuntualidad o irresponsabilidad Bayona.

Eso era cierto, la mayoría de los días era ella quién luchaba en la mañana por despertarnos a las cinco y media. A veces era más difícil, especialmente porque a Blas era él que más le costaba despegarse de las sábanas.

Estábamos a principios de Febrero, lo que significaba que quedaban por suerte pocas semanas de invierno. Y ese era nuestro problema, nadie quería salir debajo de las cobijas a las cinco de la mañana.

Era una de las tareas más difíciles.

Por suerte, ese día podíamos dormir un poco más de lo habitual. Quizá dos o tres horas más, me gustaría quedarme durmiendo todo el día si fuera posible, pero los chicos querían salir temprano a pasear para aprovechar el día. Y si no iba, me iban a terminar matando después.

Así qué, en la mañana después de desayunar otra vez todos juntos. Entre todos, debíamos ver qué hacíamos el resto del día. La mayoría quería hacer cosas distintas, cómo ir a esquiar, el cine, los museos, las catedrales, parques de diversiones e incluso palacios.

Entre tanto intercambio de ideas, finalmente cuándo estuvimos un rato caminando por la ciudad. Optamos por ir un rato al Patio de los Leones, era el corazón del Palacio de la Alhambra, que consistía en un conjunto de antiguos palacios, jardines y fortalezas.

Era rarísimo cómo un grupo de jóvenes, había tomado la decisión de ir a visitar un Palacio antiguo en Granada, no tenía nada de malo. Era realmente impresionante estar ahí, rodeado por una galería que estaba apoyada por 124 columnas de mármol blanco. Los pavimentos también son de mármol, mientras que las paredes están cubiertas de azulejos azules y dorados, con bordes azules y dorados. Y en el centro del patio del palacio, está la Fuente de los Leones, un cuenco de alabastro apoyado por las figuras de doce leones del mismo mármol blanco.

Varios de los chicos se impresionaban hasta con el mínimo detalle del lugar, otros parecían almas en pena caminando atrás de todo junto al grupo. Y la verdad, yo hubiera preferido mil veces ir al cine del centro, al teatro o a un parque.

Uɴ Aᴍᴏʀ Pᴀsᴀᴊᴇʀᴏ - Mᴀᴛɪᴀs Rᴇᴄᴀʟᴛ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora