XV

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•••

¿Cómo llegué a permitir esa situación? Sabiendo que él tiene novia.

Dios mío.

¿En qué clase de persona me estaba convirtiendo últimamente?

¿Cómo iba a vivir tranquila ahora? Sí me sentía la peor persona del mundo.

Porque a pesar que empezó él, yo fui la idiota que le siguió el juego.

Y a eso, Bayona ni nadie se lo creía. Juan Antonio creía incapaz a Matías de algo así, pero sí me creía capaz a mí de aprovecharme de él en una situación así.

Por dios, ese chico cómo los demás enfermos del grupo, estaban pasando por una intoxicación que se debía a una bacteria o microbio en los alimentos que habían ingerido.

La cuál probablemente, provenía del restaurante que Pipe les había insistido para ir el fin de semana.

Matías me gustaba, sería absurdo intentar negarlo a estas alturas del partido. Y la emoción del momento, las distintas emociones que estaba experimentando en un beso, me llevó a seguir con esa locura. Pero jamás, llegaría al extremo de aprovecharme de él cómo Bayona cree.

Todavía para mí desgracia, la imagen que se había encontrado Bayona y el doctor cuándo abrieron la puerta a los pocos minutos del beso, no me favorecía en lo absoluto.

Nos estábamos dando un beso, algo subido de tono sí. Pero era solamente un beso, que no iba a ir más allá de eso a pesar que yo estuviera encima de él.

Lo peor de todo, definitivamente fue tener que explicar esa situación.

¿Cómo le explicaba a alguien qué no era lo que estaba pensando? Especialmente a Bayona.

Porque de las doscientas personas que había en el hotel, al único que se le ocurrió entrar en ese preciso instante fue a él.

—«¿Qué me vas a explicar?—me preguntó con cierta molestia, cuándo se detuvo enfrente de mí—¿Lo que estabas haciendo ahí adentro?»

La conversación que había tenido con Bayona ayer por la noche volvía a mí. Y  no me la podía sacar de la mente.

—«¿Debería creerte con lo qué estabas haciendo recién?»

Odiaba que cuándo decía la verdad, nadie me quería creer.

—«No estábamos haciendo nada malo».

—«Todavía.—agregó— Gracias a dios, llegué justo a tiempo».

¿Sería capaz de decírselo a Francisco?

¿Francisco sería capaz de creerle?

Porque todo lo que había pasado las últimas doce horas, incluso para mí todavía era algo irreal.

Capaz tenía suerte, y Francisco se negaba a creer en algo así.

¿Pero cómo les hacía entender que fue él quién me beso por sorpresa?

Qué sin querer nos habíamos caído a la cama. Y que por supuesto, no iba a pasar absolutamente nada entre nosotros.

Qué en determinado momento, comenzó a decir estupideces por la fiebre, cómo cualquiera de los chicos. Solamente que él, había pasado el límite de la locura.

Y esa fiebre que cuándo desapareciera por completo, iba a desaparecer cómo ese beso.

—¿A dónde vas?—lo oí preguntar a Luciano, cuándo crucé cerca de él en el pasillo—

Uɴ Aᴍᴏʀ Pᴀsᴀᴊᴇʀᴏ - Mᴀᴛɪᴀs Rᴇᴄᴀʟᴛ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora