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Anteriormente, había pensado que me encantaba.Minutos después, me encontraba aceptando ser cómplice de sus locuras.
Y ni siquiera entendía bien porque lo había hecho, cuándo hace unos días atrás, lo más probable era qué la hubiese mandado de cabeza sin pensarlo dos veces.
Con su hermano, con Bayona, incluso con los del hotel.
No era cómo Blas, Esteban o Enzo, ni el resto de los chicos que fácilmente se dejaban envolver por sus palabras. Pero en esa oportunidad, lo logró.
¿Debía preocuparme por eso?
Porque tranquilamente podía ser un síntoma de qué estaba perdiendo la poca cordura que me quedaba en ese viaje, y la estaba desperdiciando con ella.
Y no me agradaba, en lo absoluto.
Porque a veces llegábamos a cierto punto, que todo se nos salía de control.
Las situaciones, las mentiras, los problemas e incluso los sentimientos.
Un acontecimiento que podía explicar a lo qué me refería exactamente, era el de hace un par de días, cuándo aún manteníamos al gato.
Un precioso gato blanco, qué al final resultó ser una gata, y se mantuvo con nosotros casi cuatro días en la habitación, hasta qué tenerla escondida fue imposible.
La situación comenzaba a salirse de las manos; cuándo el tiempo que iba a estar, dos días, se había prolongado por la falta de un lugar.
Y aunque no era yo quién se encargaba de ella constantemente, intentaba ayudarla y especialmente en las noches, cuándo era difícil mantenerla quieta y sin llamar la atención.
A la tercera noche no se contuvo, y cuándo tuvo la oportunidad se escapo.
Pero lo más difícil no fue buscarla a las doce de la noche por los pasillos, mientras la mayoría de chicos jugaban a las cartas en la habitación de Luciano.
Sino fue darse cuenta a dónde había parado a dar el animal, porque de todos los lugares a dónde podía ir esa gata a molestar, había elegido el lugar menos indicado.
Aunque habíamos estado buscando por casi todas las habitaciones vacías de los chicos, mientras uno de nosotros cuidaba la puerta.
En la única habitación que esperábamos que no estuviera, estaba.
En la habitación de Juan Antonio.
Hace varios días, el director de la película se encontraba compartiendo piso con nosotros en el hotel. Por supuesto, en una habitación individual.
Y aunque intentamos sacar al gato llamándolo, no pudimos. No tuvimos otra opción que esperar afuera, para poder entrar a la habitación cuándo estuviera vacía.
No teníamos demasiado tiempo antes de que Bayona volviera, asi que debíamos encontrar a la gata de inmediato.
Buscamos por casi toda la habitación, con cuidado de no tirar o mover algo de su sitio. Y al final, encontramos a la gata encima del ropero.
Tenía una facilidad increíble para treparse a los muebles, especialmente después de comer. Y a pesar de qué su pata no estaba recuperada del todo.
—Salgamos rápido de acá.—le dije a Clara, mientras ella llevaba en brazos al animal— O nos vamos a meter en problemas.
Ella estuvo de acuerdo en ese instante.
Pero con la suerte qué estaba teniendo últimamente, y más cuándo estaba cerca de ella, era lógico que algo no iba a salir bien de todo eso.
—La concha de la lora.—maldecí molesto, al mismo tiempo que cerraba los pocos centímetros que había abierto de la puerta—
—¿Qué paso?—la oí preguntar detrás de mí, con cierta preocupación—
—Escóndete—le ordené, cuándo me acerqué a ella para susurrar—
Cuándo abrí la puerta, estaba a tan pocos metros Juan Antonio de la habitación, qué tranquilamente nos podía estar escuchando ahora hablar por el otro lado.
—¿En dónde?—la oí quejarse, mientras buscaba un lugar para esconderse al igual que yo—
—No sé, no importa, en cualquier lugar.
La habitación estaba tan rodeada de cosas personales de Bayona, que no había ningún espacio en el que nos atreviéramos a escondernos.
En el ropero no había espacio.
Debajo de la mesa, era una buena idea. Pero no había un mantel que pudiera cubrirnos.
Y la típica de meterse debajo de la cama, era una locura en ese momento.
Porque ni siquiera yo podía entrar en ese espacio tan pequeño.
Mi única solución, en ese estado de desesperación en el que había entrado, fue el baño.
Ahí íbamos a estar seguros.
Y no tenía tiempo para tomar en cuenta la opinión de la pelinegra, así que agarré su mano libre y casi la arrastré por toda la habitación para traerla conmigo.
Me sentí profundamente aliviado por un instante al hacerlo, porque pocos segundos después, se oía a Bayona entrar a la habitación.
Seguramente se encontraba atendiendo una llamada por celular, porque se lo oía hablar con alguien en la habitación.
Y de una u otra forma, manifestaba su inconformidad o intriga por saber quién había tocado su plato con comida.
Sino se había ido ni cinco minutos.
—Te dije qué no era buena idea quedarse con ese gato.—le reproché, en voz baja— ¿Ahora qué vamos hacer?
—No lo sé, no pensé que íbamos a terminar encerrados.—admitió— Además, la gata hasta ahora no nos había traído problemas.
—¿Pero cómo se te ocurre dársela a uno de los chicos?—me quejé, con frustración— Es un acto de irresponsable enorme, viniendo de ti.
—Nunca creí que iba a irse con los chicos a jugar, y dejar además de la gata sola, la puerta entreabierta.
—Por dios, sí es Felipe. Parece que no lo conoces todavía.
Felipe manejaba un nivel de irresponsabilidad en ciertas ocasiones, que a veces era sorprendente cómo no le traía las mismas consecuencias qué a cualquiera.
Yo sí llegaba a hacer algo similar, cómo llegar unos minutos tardes a las grabaciones, tenía a Bayona prácticamente todo el día detrás de mí.
Enojadísimo, dándome sermones, explicándome cómo eran las reglas de aquel lugar.
Así que no me quiero ni imaginar, si se enterará que estaba a pocos metros de él, encerrado en su baño con una chica en plena noche.
Tendría que buscar una buena explicación.
O definitivamente quedaría cómo el típico hombre que engaña a su novia, por el simple hecho de no tenerla cerca.
Pero yo de cualquier manera, no sería capaz de una cosa así.
Al menos, creía saber lo que sentía por Malena, y lo que sentía por Clara.
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Uɴ Aᴍᴏʀ Pᴀsᴀᴊᴇʀᴏ - Mᴀᴛɪᴀs Rᴇᴄᴀʟᴛ
Novela JuvenilMatías Recalt, tenía que estar un par de meses fuera de su país por su trabajo. Lejos de su familia, amigos y de su novia, Malena. Lo cuál comenzaría a traerle conflictos internos a medida que va pasando el tiempo, y más al tener que convivir con la...