Capítulo 2

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El sol de la mañana que atravesaba una ventana abierta le pegó en la cara a Enzo, entrecerro los ojos llevándose una mano a la cabeza, la resaca le generaba una jaqueca insoportable.

Se movió sentándose en la cama y miró la ventana un rato mientras sus pensamientos se acomodaban y sus recuerdos le daban sentido a el lugar en donde estaba. Miró hacía el costado que daba a una especie de cocina y comedor juntos, en la mesa estaba Matías, sentado con un buzo negro mientras miraba el celular. Al sentir que lo veían levantó la vista y los dos se miraron en un corto silencio.

-Te despertaste, catador de cervezas.

El chico sonrió y le dio un sorbo al mate que tenía en la mano, Enzo sonrió débilmente y se tocó los bolsillos del pantalón en busca del teléfono.

Matias lo miró y al instante habló captando su atención.

-Lo tengo yo, lo dejaste en la mesa cuando te ibas a acostar.

Enzo abrió la boca con las cejas levantadas.

-Ah, me había re olvidado.

-Tranqui que no te revise nada.

Matías alzó las cejas y Enzo se levantó de la cama con el pelo despeinado y los ojos adormilados, al Argentino le pareció estúpidamente tierno.

-Manzana.-Respondió con una sonrisa y se sentó frente al chico.-Igual no tengo nada, con suerte te vas a encontrar vídeos que me hacen, porque los mandan al grupo.

Matías asintió estirando los brazos. Agarró la pava y echó agua en el mate. Después levantó la vista.

-¿No quéres un mate? Mira que los hago ricos, los mejores de Argentina.

-Ya sabes que no me gustan.

-Andate de mi casa.

Lo miro serio y Enzo sonrió suavemente, después el Argentino volvió a sonreír ablandando el momento.

-Ah, lo echaba viste. Si querés te hago una chocolatada, pero no tengo chocolate.

-¿Y entonces cómo pretendes hacerla?

-No sé. Algo inventare. Me vi dos capítulos de máster cheff así que fíjate.

Se levantó y abrió unas alacenas de color celeste y madera gastada, entre las cosas buscó algo que funcionará con agua.

-¿Querés té de manzana o mate cocido? Ah, pero mate cocido no tengo.

Enzo se río con una voz algo ronca.

-¿Y para qué me lo ofreces entonces? Hiciste lo mismo con la chocolatada.

Y volvió a iluminar su mirada con una sonrisa fresca, propia de la mañana.

-¿Mal no? Que pelotudo. Es que me doy cuenta al momento, igual recién me levantó, no me pidas demasiado.

Dijo lo último con un tono de molestia pero chistoso al mismo tiempo. Le dió el té en una taza de cerámica y se sentó de nuevo en la mesa.

-Tengo un hambre. ¿Cuál es el número del deliveri en esta zona?

Enzo sacó el teléfono con la aplicación de llamadas abierta. Matías sonrió.

-No hay deliveris por acá, eso es en la zona céntrica, acá está el pueblo solamente y las vacas. Si querés vamos a comprar, no son muchas cuadras.
Me gustaría ofrecerte algo pero como no estoy mucho acá no compró comida en lo absoluto, tengo un pan duro de hace dos semanas abajo de la cama si te sirve.

Enzo se sorprendió pero le pareció coherente al instante, por la ventana se podía ver que había campos en la vereda de enfrenté.

-Ese pan ya debe tener hasta nombre. Se ve que es puro campo, es lindo lugar. Vamos cuándo termines de tomar mate.

Aquél verano en Uruguay| Enzo Vogrincic x Matías Recalt (FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora