Capítulo 8

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Y ahí estaba, corriendo por la estación, como si la velocidad de sus pasos y los latidos de su corazón fueran un perdón que da calma al corazón.

Cada vez se sentía más lejos de alcanzarlo, mientras el viento le pegaba en el rostro y el ligero sudor lo acompañaba por su mente pasaban todas las cosas que había dicho, las cosas que ignoro. Las personas lo miraban con dudan, pensando en que vuelo perdía o a que clase llegaría tarde. Salió del lugar con la luz del sol de verano que le hacía soñar con meterse a la pileta. Sabía o tenía una idea de donde vivía Enzo, un edificio que pasaba una tienda de ropa, también sabía que colectivo tomar. A lo lejos vio una parada y entre pasos acelerados cruzó la calle, caminando acalorado se dió tiempo para respirar.

Se sentó en el asiento gastado de la parada y aunque no tenía una tarjeta iba a pedirle pasaje a alguien, esa vez si llevaba efectivo. Prendió su teléfono mientras se fijaba si el colectivo se acercaba por el final de la calle, con cansancio busco entre sus contactos el de Enzo. Como ya no hablaban su chat estaba casi abajo del todo y tardó un poco en encontrarlo.

Entró y apretó el icono de llamada, con cierto nerviosismo escuchó el sonido de espera. Lo escuchó una y otra vez pero nadie atendía, a lo lejos vio el colectivo, se levantó con el teléfono en la oreja y extendió la mano. Se subió y saludó, después se acercó a la primera señora que vio.

-Disculpe, me olvidé la tarjeta ¿me presta pasaje? se lo pagó.

-Eu ¡Mati!

Giro la cabeza al lugar del que el ruido había salido, un chico con tatuajes y una gorra lo miraba apoyado en la parte de arriba de un asiento de dos. Con sólo verlo un segundo supo que se trataba de un amigo de la secundaria, que chiquito era el mundo. Martín, era un boludo la mayor parte del tiempo pero era gracioso.

-Toma, yo te pago.

Asintió y el chico le dio la tarjeta, con cansancio la pasó, caminó por el pasillo tambaleándose por el movimiento que el colectivo tenía, se sentó en el asiento al lado del chico. Las llamadas no habían tenido respuesta, y apagó el teléfono.

Le dió una mirada con cierta sorpresa.

-¿Qué haces vos acá, en Uruguay?

-Agarré laburo de camionero, ¿una locura no? ustedes que se pensaban que iba a ser falopero, ilusos.-sonrió divertido.

-Eras falopero. Igual re bien.-sonrió.-Yo siempre te tuve fe.

-Si sos ateo.

-Por eso.-Los dos se rieron.-Igual me re alegro, posta. Hace un montón que no te veía.

-Y, hace como cuatro años creó. Sabes que tuve una nena ¿te acordás Marcela? Bueno al final si me dió el Instagram.

-Jodeme, pobrecita.-Sonrió y Martín lo imitó negando con la cabeza

-Que forro Matías. La tenes que conocer, se parece a vos, eso si es que es triste.-Alzo las cejas.-¿Y vos qué haces acá?

-Nada, venía de paseo.-Mintió prendiendo de nuevo el teléfono.

-Uuh ¿en un colectivo feo?

Levantó la vista con una sonrisa.

-Nah, he visto peores.-Se río.-Tenía que visitar a alguien.

Martín miró por la ventana y se giró con lamento.

-Uy yo ya me tengo que bajar en la cuadra que viene Mati.

Matías se levantó dejándole espacio para pasar. Martín se paró agarrándose del asiento y le puso una mano en el hombro.

-Que te vaya bien amigo, si ves a tu mamá mándale saludos, que la extraño.

Aquél verano en Uruguay| Enzo Vogrincic x Matías Recalt (FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora