29| Como (no) actuar luego de una discusión

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De nuevo en el instituto

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De nuevo en el instituto. El receso de invierno fue un asco, y creo que lo mejor sería concentrarme en cosas que realmente valgan la pena, centrarme en mi. En conseguir cartas de recomendación y demás, pues si quiero entrar a Oxford eso debo hacer.

Mientras camino por el pasillo en compañía de Natt, quien no quita la vista de su celular, observo las paredes con pequeños anuncios de las actividades que inauguran el nuevo año.

La muestra de Arte, partidos contra equipos de otros institutos, competencias de matemáticas y... El partido de apertura anual.

Me mandó varios mensajes, me pedía que hablemos, que no sé que, blah blah blah. Obviamente no contesté ninguno, también lo bloqueé, y supongo que él simplemente dejó de intentarlo, pero es lo mejor para ambos.

¿No?

No, mensa.

Cállate.

Ya en la cafetería, espero en una de las mesas con Theo mientras Nathan va a buscar su almuerzo. Por otra parte, creo que Amelia está enferma, no la vi en todo el día rondando como mosca alrededor del castaño.

Y Renata está en otra mesa con sus amigas. Hoy está algo rara, apenas me saludó.

Sin muchas ganas recuesto la cabeza sobre mis brazos y cierro los ojos, últimamente me siento algo mareada, sin muchas ganas de hacer prácticamente nada.

—... entonces simplemente dejé la pintura por la mitad —concluye Theo, y se lleva el tenedor con ensalada a la boca.

Es extraño, digo, pensar que la persona con quién creí que realmente tenía una conexión que duraría ya ni siquiera me habla, o bueno, no nos hablamos. Además la cabeza me da vueltas, y la conversación en el bosque la tengo en repetición, como un disco rayado en una radio.

>>Tierra llamando a Emma, hola, ¿me estás escuchando?

—¿Eh?

Al verlo, tiene arrugado el entrecejo, no sé si preocupado o qué.

—¿Estás bien? Pareces perdida.

—Claro —miento, y esbozo una pequeña sonrisa—. Estoy bien, en serio.

—¿Segura?

Asiento ligeramente con la cabeza, pero es obvio que eso al castaño no lo convence. Juega un poco con la ensalada, dándole vueltas a un tomate con el tenedor; entonces, como si se decidiera, toma un poco de aire y se relame los labios.

—¿Sabes? Después de que Luka... —empieza a decir en voz baja; y carraspea un poco—. Después de que él te tomo del brazo y te llevo fuera de la cabaña... Yo los seguí.

—¿Que hiciste qué? —cuestiono, y obvio que no escondo el deje de molestia en mi voz.

—Necesitaba saber que estabas bien —baja la cabeza, y juega con la comida en su bandeja—. Perdón.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora