𝐍𝐄𝐂𝐊𝐋𝐀𝐂𝐄, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚𝐦𝐲 𝐛𝐥𝐚𝐤𝐞 ❞

──𝟢𝟣𝟤┋𝘋𝘦𝘢𝘳 𝘈𝘭𝘪𝘤𝘪𝘢

──𝐒𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝟏, 𝐞𝐩𝐢𝐬𝐨𝐝𝐞 𝟔
┋𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐀𝐥𝐢𝐜𝐢𝐚┋

LA ABRUMADORA sensación de vulnerabilidad se apoderó de mí ante la presión de una mordaza que, junto con una bolsa, estaban sobre mí. Mis manos, atadas y sin posibilidad de resistencia, me volvían prisionera.

Mi corazón latía descontrolado por el miedo que afectaba los únicos sentidos que me servían: el tacto y el oído. Buscaba desesperadamente algún indicio en mi entorno, pero la sensación de claustrofobia y la mordaza entrecortando mi respiración obstaculizaban cualquier intento de concentración.

¿Por qué seguía con vida después de que Roma, John y Diggs hubieran sido asesinados sin titubeos?

Mentiría si negaba el miedo que me invadía en este momento. Era un temor, una angustia que se apoderaba de mí como nunca antes lo había hecho. La idea de no volver a ver a mis amigos, me paralizaba. El no saber sobre Liam y Octavia añadía un peso insoportable a mis pensamientos.

La idea de que los terrestres pudieran obligarme a actuar en contra de las personas que aprecio me atormentaba.

Es curioso cómo en un lapso tan breve, esas personas se convirtieron en pilares fundamentales de mi vida. Después de estar confinada entre cuatro paredes, sin la capacidad de comunicarme o ver a alguien, entraron en mi mundo estos criminales, individuos a los que me aferré para continuar.

No solo se trataba de mis amigos, sino también de todos esos criminales enviados a morir. Sentía la responsabilidad de aferrarme a ellos, aún en medio de todo esto.

A medida que avanzábamos, noté el cambio en la temperatura y la calidad del aire, como si hubiéramos ingresado a un espacio más abierto. El distante rugido de una cascada y el aroma de carne asándose se hicieron evidentes en el entorno.

De repente, el terrestre se detuvo, y en sintonía, yo lo imité, captando el sonido de su puño golpeando una puerta. ¿Estábamos en un pueblo?

Un suspiro áspero escapó de mis labios cuando la puerta cedió ante nosotros, y una corriente gélida serpenteó por mi espalda, erizando cada poro de mi piel. Con habilidad, el terrestre liberó mis manos, aunque persistió en mantenerlas unidas con una de las suyas, como si temiera a que escape. Pero no era tan estúpida, sabía que cualquier movimiento en falso me condenaría.

Con su mano libre, retiró la bolsa que cubría mi rostro, permitiendo que la luz del sol se precipitara sobre mis ojos, forzándome a cerrarlos. Sin embargo, me esforcé por adaptarme, parpadeando repetidas veces para ajustar mi visión.

A continuación, se ocupó de la mordaza, liberándome de su opresión. Mis ojos, ahora acostumbrándose a la luz, exploraron el entorno con el ceño fruncido. Había múltiples casas de madera, con el humo de pequeñas hogueras danzando a la derecha y la cascada fluyendo a la izquierda. La ausencia de personas me llevó a especular que todos estaban en sus hogares, lo que me confundió aún más.