──𝟢𝟢𝟥┋𝘛𝘩𝘦 𝘴𝘦𝘤𝘳𝘦𝘵𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘰𝘶𝘯𝘵𝘢𝘪𝘯

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──𝐒𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐭𝐰𝐨, 𝐞𝐩𝐢𝐬𝐨𝐝𝐞 𝟑┋𝐋𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐨𝐧𝐭𝐚ñ𝐚┋

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──𝐒𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐭𝐰𝐨, 𝐞𝐩𝐢𝐬𝐨𝐝𝐞 𝟑
┋𝐋𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐨𝐧𝐭𝐚ñ𝐚┋

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LA SENSACIÓN DE opresión y desesperación aumentaba con cada segundo que transcurría en el angosto espacio. Mis músculos ardían y mi mente luchaba por mantener la calma. Finalmente, pude vislumbrar el final de la rejilla. Solté un suspiro de alivio y apresuré mi paso. Apenas llegué, la empujé con todas mis fuerzas, hasta que la rejilla cedió, permitiéndome salir.

Me arrastré fuera con premura, sintiendo una ola de alivio que me inundaba por completo. Solté un suspiro profundo, mis pulmones agradeciendo el aire fresco. Rápidamente, me giré para ayudar a Clarke. Ella salió detras de mí, tambaleándose, y me aseguré de sujetarla para evitar que cayera.

—Eileen... —susurró Clarke, su voz temblorosa y su mirada fija en algo más adelante. Fruncí el ceño ante el temblor en su voz y seguí su mirada.

Al ver lo que tenía frente a mí, mi pecho se apretó con una fuerza descomunal y mis ojos se abrieron de par en par, tratando de asimilarlo.

Ante nosotras había dos personas, casi desnudas y atadas de cabeza. Estaban inconscientes, sus cuerpos colgando en una posición antinatural. Mis ojos recorrieron el espacio, observando los tubos que salían de sus venas y se conectaban a una máquina que pulsaba de manera rítmica.

Sangre.

Les estaban drenando la sangre.

Mi mente se llenó de imágenes de Fugerson, recordando sus heridas y cómo se había curado tan rápido debido a un tratamiento.

Todo encajó de repente.

Sentí mi garganta cerrarse, mi respiración se volvió más errática mientras la realidad de la situación se hacía cada vez más clara. Este lugar no era un santuario; era una maldita prisión.

Miré a Clarke, que estaba igualmente horrorizada. Sus ojos reflejaban el mismo pánico y asco que sentía.

De repente, sonidos de gemidos y quejidos provenientes de un poco más adelante se hicieron presentes, desviando mi atención de inmediato. Mi cuerpo se congeló, pero mis ojos no dudaron en desviarse para investigar el origen del ruido, como si algo dentro de mí necesitara confirmar la magnitud de este infierno.

Terrestres.

Cientos de terrestres en jaulas, como animales.

La tos, los quejidos entrecortados y el llanto eran lo único que cortaba el silencio sepulcral de la habitación.

𝐍𝐄𝐂𝐊𝐋𝐀𝐂𝐄, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚𝐦𝐲 𝐛𝐥𝐚𝐤𝐞 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora