Capítulo Dieciocho.

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CAPÍTULO DIECIOCHO:
Vistazo al pasado.

CAPÍTULO DIECIOCHO:Vistazo al pasado

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Una vez limpia y relajada, salí y me vestí con mi pijama, estaba contestando mensajes de Lydia cuando noté a Derek sentado en mi cama, dándome un susto.

—¡Dioses! Fue suficiente.— me quejé y abrí el cajón de mi velador y saqué un collar.— A ver si así dejas de asustarme.— me acerqué a él pero se corrió cuando traté de ponérselo.

—¿Qué es eso?— preguntó mirándolo.

—Quieto.— ordené y abroché el collar en su cuello, tenía un dije de lobo y un cascabel, para que avise cuando llegue.— Pobre de ti si te lo quitas.— dije molesta, él sólo rió y me tomó de la cintura.

—No te enojes, solo fue un pequeño susto.— se excusó Derek, me crucé de brazos.— Ven aquí.

Sin perder tiempo se levantó y me besó, tardé un poco en corresponderle por el enojo pero igualmente lo hice, no me puedo negar a él. Derek rozó con su lengua mis labios y abrí estos para darle paso libre hasta que el oxígeno falte. Con una mano me toma de la nuca y con la otra me apega a él por la cintura.

—Así no se me va a pasar el enojo, Derek.— advertí, aunque mi voz es jadeante.

—Así no es como planeo quitarte el enojo.— corrigió, bajando sus manos a mis muslos y tirando de ellos, jadeé en sorpresa y crucé mis piernas en su cadera. Volvió a juntar sus labios con los míos, pero ahora en un beso más desesperado y fogoso.

Caminó despacio hacia la cama y, sin dejar de besarme, nos acostó en ella, ocupando sus antebrazos para no dejar todo su peso en mi. Sentí una de sus manos colarse en mi camiseta, dejando dulces caricias en mi cintura y deslizándose a mi espalda buscando desabrochar mi sujetador; sonrió sobre mis labios al notar que no hay ninguno. Sacó su mano y comenzó a tirar del borde de la camiseta hacia arriba, al notar sus intenciones, haciendo uso de mi fuerza sobrenatural, nos giré quedando yo sobre él. Me quité yo misma mi camiseta, lentamente, torturandolo, pero antes de que pudiera quitarla del todo Derek sacó sus garras y la rasgó a la mitad, dejando mis senos expuestos; ví sus pupilas dilatarse.

Apretó mis muslos y se levantó para seguir besándonos, jugando con mi lengua y marcando el rítmo, comenzó a bajar por mi cuello hasta llegar a mis senos, jalé su cabello cuando lo sentí dar un pequeño mordisco e inconscientemente arqueé mi espalda haciendo fricción en nuestras intimidades. Lo escuché gruñir al hacer eso así que seguí haciéndolo, marcando un lento vaivén con mis caderas y sintiendo como se endurecia bajo mío. Bajé mis manos y quité su polera, cuando la lancé a alguna parte de mi habitación el hombre lobo volvió a girarnos, con algo de brusquedad quitó mis prendas inferiores y luego quitó las suyas, quedando ambos como dios nos trajo al mundo.

—¿Segura?— preguntó, con su mirada procupada contrarestando con su gruesa voz. Le sonreí tranquilizandolo.

—La pregunta ofende, lobito.— lo atraje hacia mi para volver a besarlo.

Metanoia (Teen Wolf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora