Melanie García Jones, es una chica que ha vivido con su padrastro desde que tiene uso de razón, luego de que su madre falleciera la relación de ambos se reforzó haciendo que Gabriel, su padrastro, la acompañe en cada una de las etapas de su vida. Et...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
. . .
Scott me mandó un mensaje diciendome que vaya a la vieja casa Hale y que Jackson está allí, me despedí de Stiles dandole una vaga explicación y me fuí corriendo de ahí. Entré por la parte trasera de la casa en total silencio y escondiendo mi olor, puedo oler a mi mejor amigo y su miedo, se me encoge el corazón saber que está así.
—¡Mira alrededor!— escuché gritar a Derek, agudecé mi oído para poder escuchar la conversación.— ¿Estas pensando que vendrá a alguien a salvarte? No hay nadie aquí. Y hay una razón, a nadie le interesa que tengas un cabello hermoso, a nadie le interesa que tengas un auto costoso. ¡Ni interesa que seas el capitán del equipo de lacross, imbesil!— escuché a Scott moverse y tratando de mantener lo mejor que puedo el control también salí de mi escondite.
—Disculpa.— llamó su atención el cachorro.— Co-Capitan.— corrigió y saltó la escalera convirtiéndose y poniéndose frente a Jackson, me coloqué a su lado con mis ojos brillando y mis garras afuera.
—Recuerdo haberte dicho que Jackson es intocable, Derek.— le recordé en un gruñido.
—Quítense.— exigió.
—No.— habló Scott por ambos.
—Bien, los mataré también.— aquello me sorprendió en un inicio pero después me confundió.— ¡Cubranse los ojos!— advirtió al escuchar las flechas cargarse. Yo agarré a Jackson y lo saqué de la escalera.
—¡Sal de aquí!— le ordené y él sin pensarlo obedeció saliendo por atrás, yo me quedé al escuchar a Scott ser herido.— ¡Cachorro!
—¡Scott! ¡Corre!— ordenó pero ya estaba botando sangre negra por la boca y estaba muy atontado para acatar la orden.
—Mierda, no, no, no, no.— sentí mis ojos aguarse y la desesperación apresarme, corrí hasta él y apreté su abdomen tratando de parar la hemorragia y quitar su dolor. Derek también se acercó y me ayudó a levantarlo, lo empujó por el pasillo y le indicó que se fuera.
—Tú también.— me negué.
—Estás loco si crees que te dejaré solo.— dije seria, busqué en mis bolsillo y saqué el arma que había usado antes en esta misma casa.
Bufó al notar que no lograría que me fuera y se apoyó en la puerta, me acomodé y apunté derecho hacia afuera, me miró y le asentí. Abrió la puerta y les rugió a los cazadores.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
