Nubes De Fuego: La Chica De Los Ojos De Fuego

Capítulo 13: Entre Muros y Susurros

Mi llegada a China fue como sumergirse en un sueño encantado, con los colores brillantes de la cultura y la historia tejidos en cada rincón. El hotel de cinco estrellas, majestuoso y acogedor, se alzaba como un faro de lujo. Mi corazón latía con la anticipación de lo que vendría a continuación.

Después de registrar el hotel en busca de pistas sobre la ubicación exacta de la familia real, seguí las indicaciones de un antiguo mayordomo que, tras una mirada cómplice, susurró el camino hacia la propiedad de los reales. Con paso decidido, seguí los callejones adoquinados hasta que me encontré con una muralla imponente, un manto de piedra que protegía el secreto detrás de sus ladrillos.

Intento 1: Mis dedos acariciaron la superficie áspera de la piedra, explorando la posibilidad de algún acceso. Sin embargo, el muro era inamovible, como un guardián silente que desafiaba mi intrusión.

Intento 2: Circunvalé la propiedad en busca de grietas, fisuras o algún resquicio que ofreciera un resquicio de esperanza. Pero cada centímetro estaba sellado, revelando la habilidad de la familia real para preservar su privacidad.

Intento 3: Decidí probar la puerta principal con la esperanza de que la entrada principal también fuera un pasadizo secreto. Mis nudillos chocaron contra la madera, pero la puerta permaneció indiferente a mi llamado.

Intento 4: Un análisis más detenido reveló arbustos cercanos que podrían ofrecer una vía de entrada. Me acerqué, deslizándome entre las sombras como un amante furtivo. Sin embargo, mi esperanza se desvaneció cuando una valla oculta se interpuso en mi camino.

Intento 5: La desesperación comenzó a teñir mis intentos. Mis manos, marcadas por la lucha, buscaron insistentemente alguna debilidad en la muralla. Pero la fortaleza de los cimientos era tan sólida como la resistencia de mi propio corazón.

Intento 6: Exploré callejones laterales, buscando alguna abertura en los muros que encerraban el tesoro anhelado. Sin embargo, cada esquina revelaba solo una extensión interminable de murallas impenetrables.

Intento 7: Regresé a la entrada principal, mi resolución más fuerte que nunca. Golpeé la puerta con una mezcla de frustración y determinación, como si mi determinación pudiera persuadir a la madera de ceder ante mi deseo.

Intento 8: La brisa nocturna me susurró secretos que compartían los jardines circundantes. Al acechar entre las sombras, mis intentos de encontrar una entrada secreta solo generaron más sombras en mi alma, oscureciendo mi esperanza.

Intento 9: La piedra contra la que había chocado repetidamente empezaba a sentirse más fría, como un recordatorio de la distancia que separaba a Elyse y a mí. Golpeé la muralla con un anhelo desgarrador, como si mis latidos pudieran abrir una puerta que mi fuerza física no podía.

Intento 10: En un último acto de desesperación, decidí dejar que mi cuerpo golpeara la muralla, como si la rendición fuera el único medio para que la piedra cediera. Pero la muralla permaneció firme, y yo caí al suelo, mi esperanza más fuerte que nunca pero mi cuerpo agotado por el esfuerzo.

Entre suspiros derrotados, miré hacia arriba y noté una hendidura en la muralla, un pequeño resquicio que parecía haberse burlado de mis esfuerzos. Mi mano, guiada por un último impulso de esperanza, se deslizó a través del agujero y encontró un punto de apoyo. Con esfuerzo y determinación, logré trepar hasta lo alto de la muralla, dejando atrás la derrota y abrazando la posibilidad de lo desconocido.

Al aterrizar en el otro lado, me encontré en un edén secreto, un jardín iluminado por la luz de la luna. La serenidad del lugar contrastaba con la furia de mi entrada. Me acerqué con cautela al majestuoso palacio, oculto entre la exuberancia de la flora.

Fue entonces cuando un chico, un poco mayor que yo, emergió de la entrada del palacio, sus ojos cargados de sorpresa y disgusto. Antes de que pudiera articular palabra, su llamado a los guardias resonó en el aire, anunciando mi desalojo inminente.

Desesperado, forcejeé contra las manos que intentaban expulsarme. "Por favor, no me saquen. Solo quiero hablar con Elyse, por favor", supliqué, pero mis palabras cayeron en oídos sordos. Como último recurso, grité el nombre de Elyse con la esperanza de que ella, en algún rincón del palacio, escuchara mi súplica.

La escena, impregnada de caos y confusión, fue como un suspiro en el viento que llevaba mi petición hasta oídos receptivos. Entre los árboles, como un espíritu emergiendo de la oscuridad, apareció Elyse, su figura iluminada por la luz de la luna.

"¿Qué es todo este alboroto?", preguntó ella, su voz cortando a través del caos como una sinfonía celestial. Mi corazón palpitó con renovada esperanza al verla. La belleza de Elyse, en ese instante, parecía transcender la realidad.

Al notar mi presencia, la sorpresa se reflejó en su rostro, seguida de una orden decisiva: "Suelten a mi amigo". La palabra "amigo" resonó en mi mente, susurrando promesas de complicidad y confianza.

Sin embargo, la paz fue efímera, ya que el chico que antes había llamado a los guardias se interpuso entre nosotros, su voz cargada de desaprobación. "¡Elyse! ¿¡En qué rayos estás pensando!? Es un desconocido, ¿¡cómo lo vas a dejar entrar!?"

Pero Elyse, con una determinación que me dejó sin aliento, respondió con seguridad: "No es un desconocido. Es mi amigo, así que si me disculpas, él viene conmigo".

La palabra "amigo" reverberó en el aire, pero mi corazón, atrapado entre el deleite y la incertidumbre, se preguntó en silencio: ¿Elyse me ve solo como un amigo?

Tomándome de la muñeca, Elyse me guió hacia el interior del palacio, cerrando la puerta detrás de nosotros. En el interior, la pregunta resonó en el silencio: "¿Qué haces aquí?"

Mis labios se movieron con la urgencia de explicar, pero la incertidumbre se coló en cada palabra. "Vine... vine por ti", respondí con sinceridad, mi voz como un susurro en el santuario de secretos que se erigía entre nosotros.