Capítulo 5

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*Jaden*

El crujido de la puerta hizo que levantara la cabeza. A un lado mi hermano me miraba desconcertado.

-Me están sangrando los ojos nada más verte

-Qué gracioso.

Lo ignoré tomando la toalla de la repisa del baño.

-¿Dónde vas?

-A la playa.

Baje las escaleras agarrando el móvil por el camino y tecleé un par de mensajes. Tengo que pasar lo más desapercibido que pueda, nadie puede saber que estoy por aquí.

-¿A DÓNDE VAS?-gritó mi madre desde la cocina.

-A LA PLAYA-le devolví yo el grito.

-No tardes porque luego hay que cenar en la playa.

-No soy ningún niño chico como para que me digas lo que tengo que hacer.

Odio que me digan lo que tengo que hacer. Tengo una cabeza que sabe perfectamente lo que está bien y lo que no, y por lo que yo sé hasta ahora funciona de maravilla.

Me asomé a la puerta de la cocina cuando encontré a mi madre haciéndome muecas y obligándome a marchar.

Paré varias veces durante el camino sacándome fotos con fans. Incluso en el sitio menos poblado de este lugar me encontraría a gente. Por suerte, fueron simpáticos y me dejaron mi espacio durante todo momento.

Me gustaba ser famoso, pero me agobiaba tener una cámara delante de mí las 24 horas y encontrar periodistas y fanáticos todos los días delante de mi casa sin respetar mi privacidad.

Tuve la gran suerte de que al llegar a la playa no había nadie, me tumbé en la arena durante media hora y acto seguido me metí al agua. Nadé hasta el final de la playa y al volver diviso en lo alto de la playa dos hombres colocando mesas de madera.

Salí del agua secandome el pelo con la toalla y cada vez acercándome más a ellos.

-Así no se coloca.

Henry, al lado de mi padre intentaba colocar las patas de una mesa.

-Están al revés Henry- habla mi padre ayudando.

Henry que no hacía caso, siguió colocando las patas al revés hasta que llegué yo e intenté hacerlo entrar en razón.

-Están al revés.

Me agaché a su lado tomando las instrucciones que aún estaban en la caja y me dispuse a leerlas.

-Si te vas a poner a leerlas han dado las uvas y seguimos aquí-dice sarcástico.

-Pero si no las leo lo hago todo al revés, como estás haciendo tú ahora.

Punto para mí.

Refunfuño por lo bajo y se levantó cabreado sentándose en el banco que había justo al lado.

-Bien, pues si tanto sabes hazlo tú- se cruzó de brazos.

Hubo algo en esa actitud que me hizo recordar a Amaia y empecé a reírme solo a lo que Henry me miró con cara desconcertada.

-Cuéntame el chiste, a ver si yo también me rio.

-Te acabas de parecer a tu hija así.

Henry sonrió y se levantó del sitio.

-Por algo es mi hija-se acercó a mí- dame que voy a ayudarte porque tardas mucho.

En menos de media hora ya teníamos todo montado y comenzó a venir gente. Los primeros en llegar fueron mis vecinos con sus dos hijos pequeños. En cuanto me vieron comenzaron a hablarme y a decir lo mucho que les encantaba verme jugar, pasados unos minutos bajaron mis padres junto a Amaia y los vecinos de esta, y por último Eterel y la mayoría del grupo de todos los años.

Solo sé túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora