Capítulo 27

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*Amaia*

Una semana. Una semana de lo ocurrido. Estamos a mediados de agosto y pronto tendré que dejar Italia.

Mi resumen del día a sido visitar a Papá, volver a casa a empaquetar lo quiero llevarme y lo que quiero tirar y volver de vuelta al hospital.

Papá no ha mejorado, y dudo mucho que lo haga. Me siento orgullosa de haber aprovechado siempre el tiempo que tenía con el.

Ya no lloro, bueno, solo por las noches. Asimilar que alguien de tu entorno tiene los días contados es difícil. Nadie quiere irse, pero tampoco hay espacio para que todos nos quedemos. Debemos dejar pasar nuevas vidas y esperar lo que haga falta hasta que el tiempo nos vuelva a unir.

Soy creyente que las personas que tienen alta conexión y se han querido mutuamente vuelven a encontrarse en todos los universos. Ya sea como un animal, como una persona, un hada... lo que sea. Siempre volveréis a estar juntos.

Estoy sentada frente al escritorio con la carta en la mano. Repiqueteo los dedos nerviosamente en la mesa. Hace tiempo me llegó la oferta de trabajar en una de las mejores clínicas de Nueva York y nunca contesté esta oferta. Mañana es el último día para la decisión final.

Desde hace unos años, mi sueño era estar en este puesto, y ahora que está a punto de cumplirse no sé si es lo que quiero.

En realidad lo quiero pero no estoy segura si lo haré bien, ni tampoco si durará tiempo, y  mucho menos si me gustará.

Igualmente les mando un correo aceptando la oferta.

Tras responder la carta voy a buscar mi móvil pero no aparece por ningún lado. Jaden me ha llamado más de 10 veces y no he respondido a ninguna.

Me duele hacerle esto pero necesito mi espacio para saber que es lo próximo que haré. Según termine verano volveré a Nueva York y todo volverá a ser como antes, pero esta vez trabajaré en la nueva clínica.

Me asustan los cambios. Parte de crecer significa moverte a nuevos capítulos de tu vida sin un seguro. Supongo que se trata de cuestión de sobrevivir durante unos meses hasta que aprendas a llevarle el ritmo a tu nueva vida.

Me asusta no saber si lo estaré haciendo bien. Siempre he tenido a alguien sobre mis espaldas que me ha empujado cuando lo necesitaba y no me dejaba caer en ningún momento. Ahora que lo estoy perdiendo, no sé si podré con esto yo sola.

Igualmente debo de hacerlo, no puedo quedarme en un mismo lugar sabiendo que podría conseguir algo mejor.

Con esfuerzo, constancia y tiempo todo se consigue.

Cuando decido no sobrepensar más, salgo a tirar las cosas que no voy a llevarme.

Pensé en no aceptar vender la casa. Ha sido mi salvación durante estos años, es mi escapatoria de la realidad.

Las palabras de Leo fueron no lo único que me hicieron ver las cosas de otra manera.

-Esta casa podría ser la manera de huir de otra persona- me dijo en su momento.

Después de eso, no dude ni en un momento en decir que sí. Al final son las personas las que hacen la diferencia y no los lugares.

Por el camino, me encuentro a Eterel quien habla conmigo durante más de una hora.

-Y qué harás con lo que te vas a quedar?- pregunta.

Lleva una cesta con bayas moradas. Recuerdo que cerca de casa hay un descampado con árboles frutales, y todo tipo de plantas. Eterel es la única que se encarga de cuidarlo.

Solo sé túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora