Capítulo 3

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Me desperté de un salto al escuchar un fuerte estruendo desde la cocina. Casi caigo al correr por el pasillo y asomarme para ver qué había pasado. Shinichiro estaba recogiendo los trozos de un vaso quebrado. 

—Lo siento, ¿te desperté?

—¿Qué pasó?—le pregunté ayudándolo a recoger el vidrio roto que se había esparcido por todo el suelo—Ten cuidado con cortarte, yo lo hago.

—Se me resbaló. Tenía las manos mojadas y se me cayó—me explica sentándose en una de las sillas de la mesa.

Busqué una escoba y terminé por limpiar los pedazos del vaso. Me detuve a ver a Shinichiro y me devuelve una sonrisa—¿Irás a clases hoy Manjiro?

—Si.

—¿Podrías pasar a comprar algunas cosas cuando vengas de regreso?

—¿Qué cosas?

—Necesito unos medicamentos. No es nada grave, no pongas esa cara.

No sé qué cara habré puesto como para que me haya dicho eso. No soporto que me esconda cosas con una sonrisa en su rostro, pero bueno, no soy quién para juzgarlo, si yo hago exactamente lo mismo. 

—Está bien. ¿Qué medicamentos?

Me pasa una pequeña hoja—Ahí están. 

A veces me enojo conmigo mismo por estudiar una cosa y no medicina. Si solo me hubiera esforzado un poco más en mis cosas y en mis estudios quién sabe lo lejos que podría haber llegado. Perfectamente sería capaz de saber para qué servían los medicamentos que salían en esa lista sin necesidad de googlearlo.

—Son medicinas para el dolor muscular Manjiro. Tampoco es que sean la gran cosa. 

—¿Tienes dolor?—desvié mi vista a los pedazos del vaso quebrado que ahora estaban en el basurero—¿Por eso se te cayó el vaso? 

—No Manjiro. Ya te dije que tenía las manos mojadas. Ahora ve a clases, ya has perdido mucho tiempo acá en casa.

Me di vuelta y me alejé de la cocina sintiendo una extraña sensación. ¿Por qué sabiendo que me estaba ocultando algo no era capaz de enfrentarlo? ¿Acaso no quería enfrentar la realidad? ¿Acaso quería permanecer en mi burbuja y no salir al exterior para no sufrir? 

Mi cabeza estaba llena de preguntas, dudas y miedo. No quería seguir dándole vueltas a un asunto que pronto me llevaría a una pesadilla sin fin. Prefiero fingir que todo está bien. 

Fingir que todo está bien hace más daño de lo normal.  

—¡Pasaré a buscar algo que se me quedó en la tienda Shinichiro!—le grité saliendo de la casa.

—¡Cierra bien cuando salgas!

—¡Si! 

Salí corriendo con los audífonos puestos y digan lo que quieran, pero siempre existirá una canción para cada cosa que te ocurra. Y así fue esta vez. 

Iba en contra del tiempo y al estar llegando a la tienda, casi se me sale el corazón de la boca. 

Takemichi estaba ahí. Sentado a los pies de la puerta. 

Un corazón dulce como flores de primavera (maitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora