Capítulo 2

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Los días pasaron tan normales como siempre y gasté mis horas libres en la tienda ayudando a Shinichiro.

—¡Manjiro, iré a comprar algunas cosas!. ¡Vigila la tienda!—me gritó Shinichiro desde lejos.

—¡Bien!—le respondí desde el fondo del cuarto en dónde estaba. Más bien era una habitación solo para terminar de pintar ciertos juguetes, pero de vez en cuando solía pasar horas enteras encerrado dibujando o pintando a mi gusto.

Shinichiro jamás se opuso a este pasatiempo que logré adquirir hace años. Al contrario, él me instaba a dejar liberar mis ideas y emociones a través del arte del dibujo. Pasé varios días tratando de dibujar algo pero las ideas se esfuman como si nada al momento de tomar el lápiz. 

No supe cuánto tiempo estuve distraído en mis pensamientos cuándo sentí la puerta de la tienda abrirse.  Rodé los ojos, ya que era un hábito de Shinichiro el olvidar cualquier cosa. 

—¡¿Qué se te olvidó Shinichiro?! 

Al no oír respuesta, salí enseguida del cuarto pensando que quizá era un cliente pero mi sorpresa fue mayúscula al ver de quién se trataba.

—¿Qué tal Mikey?

Chifuyu y Takemichi estaban de pie frente a mí. 

—¿Mikey?—Takemichi me observó lleno de curiosidad. 

—Es un apodo Takemichi. A Mikey le gusta que lo llamen así—le contestó Chifuyu.

Me mordí la lengua para no decir alguna estupidez por su respuesta. Me acerqué a ambos pero siempre manteniendo la vista en Takemichi. 

—¿Vienen de paseo o a comprar algo?—les pregunté sin pensar.

Lo siento. Al final si dije una estupidez.

—Vaya forma de tratar a los clientes—me dice Chifuyu cruzando sus brazos. 

—Vine a verte a tí—suelta de pronto Takemichi dando un paso hacia mí. 

—...

—El día en que nos conocimos no pude despedirme adecuadamente de tí...—Takemichi buscó algo en el bolso que llevaba consigo—Además que tenía esto para tí. 

Entre sus manos sostuvo un pequeño peluche tejido a crochet. 

—¿Para mí?—no puedo ni creer lo que está pasando. 

¿Y si estoy en una especie de sueño? Bueno, pero sueño o no, no quiero despertar nunca. 

—Generalmente a los que se ofrecen de voluntarios o nos ayudan en el hospital, incluso por la más mínima cosa, les regalo cosas así—me termina por decir. 

Chifuyu aprieta sus labios conteniendo una risa. 

—Ya veo—le digo evitando mostrar mi decepción. 

¿Por qué me sentía así? Era claro que solo era un regalo por la ayuda entregada. Nada más. ¿Acaso pensé que vendría exclusivamente a verme a mí? Qué ingenuo soy.

Tomé con cuidado el juguete y lo guardé en mi delantal de trabajo. 

—Gracias, prometo cuidarlo bien—al decir eso le dí una pequeña sonrisa a Takemichi. 

—Bien. Ya vinimos, ahora vámonos—Chifuyu caminó hacia la puerta pero enseguida se dió cuenta que Takemichi no lo había seguido.

—¿Estabas pintando algo?—me preguntó Takemichi acercándose más a mí. 

La primera vez que lo ví juraría que éramos de la misma estatura, pero ahora noté que él era un par de centímetros más alto que yo.

De todos modos me daba lo mismo. Su repentino acercamiento me dejó sin habla.

Un corazón dulce como flores de primavera (maitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora