Capítulo 16

28 7 0
                                    


POV Takemichi

Todo es oscuridad hasta que veo decenas de manos tratando de tocarme.

—Doctor lo estamos perdiendo.

Son muchas voces y ninguna me parece familiar. No entiendo qué ocurre ni qué sucedió. No siento mi cuerpo. No siento absolutamente nada.

—Está muriendo.

Oigo a alguien decir eso y me parece divertido. No puedo morir todavía. Es imposible que muera.

Mis ojos se vuelven a cerrar y dejé de escuchar por unos momentos. Al despertar no sentí a nadie a mi alrededor. Sentí tanto miedo que sólo pude huir.

Corrí sin rumbo fijo hasta detenerme a mitad del camino en medio de la noche. ¿Dónde estaba? ¿A dónde debía ir?

No comprendía que sucedía ni tampoco que me había pasado. De pronto me llevé las manos a la altura de mi pecho y sentí un vacío absoluto. Tal cuál cómo si me faltara algo.

Observé mis brazos y las heridas que tenía eran tan horribles que aparté mi mirada.

Me abracé a mi mismo y caminé.

Caminé hasta llegar a un lugar que me lograra detener. No supe cuánto tiempo pasé en ese estado hasta que mis pies se sintieron pesados. Había arena por todos lados.

—¿Qué es este lugar?—susurré caminando con dificultad.

Todo me parecía tan familiar y a la vez tan desconocido que me asustaba. Al rato mis pies se sintieron húmedos.

Había agua. Mis pies se estaban mojando. Puse atención al frente de mí y mis ojos reconocieron el lugar.

—El mar. He llegado hasta aquí sólo. ¿Por qué llegué hasta aquí?

Mis heridas sangraban pero no me dolía nada. No sentía nada. Mis piernas se sentían débiles haciéndome caer al suelo. Mi vista se estaba oscureciendo de a poco y nuevamente dejé de escuchar.

—Takemitchy despierta. ¿No crees que ya has dormido lo suficiente?

Aquella voz me parece familiar y consigo abrir lentamente mis ojos.

—¿Puedes sentarte? Si no puedes quédate acostado.

Escucho el cálido tono de esa voz pero no puedo recordar de quién es. ¿Dónde lo habré escuchado?

—No voy a obligarte a hablar pero al menos quiero saber si me puedes escuchar.

Pestañeo varias veces y reúno fuerzas para poder sentarme. Bajé mi vista a mi cuerpo y veo que las heridas han dejado de sangrar.

—Tus heridas tardarán demasiado en sanar pero al menos sanarán. De eso estoy seguro.

Vuelvo mi atención a aquel chico pelinegro sentado frente a mí y me percato que me está sonriendo. Su sonrisa me parece conocida pero aún no sé de dónde, al igual que sus ojos oscuros.

Todo me es confuso.

—Tus recuerdos están un poco alterados pero es algo normal—me dice poniéndose de pie y elevando sus manos que tenían guantes hasta tantear mi rostro—Tú cuerpo está muy débil. Es increíble que hayas sobrevivido por tantos días.

Él no me genera miedo alguno. Al contrario, siento que es alguien realmente cercano a mí.

—Supongo que no me recuerdas—sonríe acariciando mi rostro para luego apartarse. Sus ojos son tan oscuros como el sueño en el que estaba hace poco.

Un corazón dulce como flores de primavera (maitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora