Capítulo: I

124 18 343
                                    

──────✾──────
Parte I: El origen
──────✾──────

La inmaculada concepción

1920

El cielo lóbrego se cerraba gris en nubes negras, algunos rayos de sol se colaban entre la niebla, caían como la luz de los reflectores de un teatro sobre el camino, la espesura del bosque impedía el paso de luz en la distancia, mientras cuervos graznaban en las copas de los árboles, acechando con sus picos negros a la figura que se movía entre las sombras. Magaly Suárez, una chavalita de dieciocho años, corría entre la hojarasca, con una mano apoyándose en el tronco de los árboles a medida que se abría paso entre las filas enormes, y la otra sosteniendo su vientre abultado. No había estado en asaŋ desde la última vez que se bañó en el río, hacía casi cinco meses.

Se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano, conteniendo el grito funesto que le cerraba el paso de aire y le estrangulaba la garganta a cada segundo que pasaba, era algo de admirar cómo pese a su dolor, seguía corriendo sin emitir ni un gemido. El sudor frío le perlaba la frente, respiró y espiró, inflando los cachetes mientras se arrastraba con sus últimas fuerzas hacia una vieja cabaña. Tumbó la puerta luego de asestarle una patada, la madera podrida le dejó astillas en un pie, pero eso no era nada comparado al dolor que le empezaba a abrir los huesos pélvicos.

Finalmente, gritó. Su voz llenó los rincones de aquella vieja casa mientras aquella pobre muchacha se desangraba, se tumbó en el suelo, abrió sus piernas como pudo, y mientras su vida se iba desvaneciendo con el paso de los minutos, comenzó a pujar en plena labor de parto. Ya no tenía lágrimas para sacar, pensó que lo siguiente que saldría de sus ojos sería sangre, pero ya casi no le quedaba ni eso tampoco. Los gritos desgarraban el aire gélido que entraba por las ventanas sucias, Magaly se aferró a una silla rota que tenía al lado, mientras sentía cómo los músculos de su vagina se desgarraban como si le introdujeran cuchillos. Cerró las manos en puños, las uñas se le clavaron en la piel y comenzó a sangrar, estaba al borde del desmayo ante tal dolor, el feto se removía en su interior como si se la estuviera comiendo desde dentro, sentía su útero moverse, sus huesos crujir como si la columna se fuese a partir en dos.

Cogió impulso una vez más, y pujó con todas sus fuerzas, sintió que la vida se le iba en cada intento, hasta que al fin, el llanto de un recién nacido estremeció los alrededores. Magaly perdió la conciencia finalmente, con una criatura plañendo a todo pulmón en la inhospitalidad de aquel paraje, rodeado de sangre y heces. La pobre niña había caminado tres kilómetros en busca de la partera que se había ofrecido a ayudarla, sin esperarse que al llegar, se encontraría a su padre con un cuchillo en la mano, acusándola de bruja y portadora del anticristo.

────────────

Magaly era muy devota a Dios, su embarazo era un completo misterio. Pese a tener a uno que otro chavalo que la pretendía, se daba a respetar y mantenía su palabra de llegar virgen al matrimonio. Iba a catequesis y pensaba dedicarse a la beneficencia de su iglesia, le tenía cierto rechazo a los curanderos y "brujos" haciéndose pasar por miskitos que por allí había. Rechazaba a las prostitutas que vendían su cuerpo por lujuria, creía que no tenían amor por sí mismas y serían castigadas por el Señor en su reino, su reputación de la niña mejor portada del pueblo respaldaba cualquier desprecio que sintiera hacia esas mujeres. Pero Magaly se mentía a sí misma cuando se decía que jamás experimentó el deseo carnal hacia otro hombre, ya que guardaba un secreto, que intentó sepultar bajo toda clase de recuerdos y actividades católicas, leyó muchas veces el evangelio, rezó tantas Ave María que ya ni necesitaba del podio para leerlo en misa, para expiar su pecado. Nunca pensó en ser una de los blasfemos, o de profanar la pureza de la madre de Dios.

La Epifanía Del Infierno (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora