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Parte III: El caos
──────✾──────El sobreviviente.
—Dos mas trece, es igual a... —Klaul miraba con desasosiego por la persiana a su lado, como si esperara que de entre la mata de árboles saliera una criatura espectral a secuestrarlo—. Quince. Y siete mas ocho, es igual a...
—Profe, el pipito raro se orinó —salió de su estupor con esas palabras. Como consecuencia de las palabras de su compañero Jeremías, miró hacia el suelo bajo su pupitre.
Un líquido espeso y oscuro yacía encharcado en sus pies, pero sus pantalones estaban secos.
—Eso no es cierto —acusó irritado, el niño sonrió sardónico y lo señaló con el dedo.
—¡El pipito se orinóóó! ¡El pipito se orinóóó! —Canturreó con burla. El coro de voces infantiles se levantó a su alrededor, mientras Klaul cerraba su puño con deseos de estampárselo en la nariz redonda.
—¡Callate, nariz de gorila! —Masculló furioso. El coro de voces canturreando la acusación ahora se había vuelto una nube de risas burlescas, al centrar todos su atención en la nariz del niño, con abiertas y prominentes aletas, como las de un gorila.
—¡Nariz de gorila! ¡Nariz de gorila! —Exclamaban los niños al unísono.
—¡Shó hombre! —Vociferó la maestra, furibunda paseó su mirada sobre cada uno de los niños en sus asientos, ahora completamente callados—. ¿Qué es eso de andar burlándose de la apariencia de los demás? Y vos Klaul, ¡te dije que no quería más problemas tuyos!
—¡Pero yo no me he orinado! ¡Jeremías derramó su jugo debajo de mi pupitre para molestarme! —Se defendió el pequeño, la maestra Berta le amonestó con la mirada por su arrebato.
—¡Pero si estoy viendo que tenés todo mojado ahí! Voy a llamar a tu mama para que te venga a traer a la dirección, estoy harta de que todo el tiempo sea lo mismo con vos.
Una tercera voz se escuchó en el salón.
—Ni siquiera la semana que estuvo cerrado el colegio para que la policía investigara, sirvió para que dejara de ser una perra.
Hubo un silencio penetrante.
—¿Qué fue lo que dijiste? —Siseó la maestra. Klaul se enderezó en su asiento, temblando de los pies a la cabeza al darse cuenta, de que él no había dicho esas palabras.
Ni ningún otro niño en el salón.
—Y-yo n-no fui —balbuceó. La maestra Berta se acercó al niño para pellizcarlo de una oreja, obligándolo a ponerse en pie.
—Ahorita mismo me vas a repetir lo que dijiste, chavalito maleducado y malcriado —le escupió exasperada, sus ojos arrojaban una ira incontenible que quemaban en lo profundo del alma del niño, que aterrado al ver la expresión sombría y tétrica de su maestra, miró en todas las direcciones, buscando un escape—. ¡Hablá!
Klaul sintió su cabeza arder, se talló los ojos al sentir que le ardían. Desde que tomó el brebaje y dejó de percibir los colores a su alrededor, no dejaba de ver las sombras que danzaban a su alrededor, los wakumbai lo habían seguido a su escuela y a todas partes desde entonces. Los veía burlescos andar a zancos por todo el salón, irritando a sus compañeros, susurrando, riendo sardónicos mientras colmaban la paciencia de la maestra Berta, que clavó sus uñas en el brazo del pequeño, abriéndole un pequeño rasguño.
—¿Acaso le hablo a la pared? ¡Repetímelo!
La maestra... la maestra Berta siente culpa... cree que ella debió poner orden para evitar la tragedia que ocurrió hace poco... quiere expiar su remordimiento torturándome a mí, y las palabras de esa voz le afectaron mucho.
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La Epifanía Del Infierno (+18)
HorrorKlaul es un niño con una cualidad excepcional. A sus siete años es capaz de saber lo que la gente a su alrededor está pensando, en sueños recorre las pesadillas de los otros niños, adolescentes o adultos que conoce. El rechazo constante de sus compa...