El día llegó, hoy, es mi cumpleaños. Mi cumpleaños número veinte. ¿Que hacía una chica de veinte años viviendo con sus padres? Pues, todo cambia cuando un día eres millonaria y al otro prácticamente pobre, y vives en un país donde absolutamente todo gira alrededor de dólares. Incluyendo universidades y departamentos.
Mi padre se iba temprano en la mañana y llegaba tarde en la noche, por lo que me saludó en cuanto se fue temprano. Aún era muy difícil para él, su cuerpo le dolía mucho y se agotaba muy rápido.
Mamá me hizo un desayuno algo especial. Un café con leche y crema batida arriba, con tostadas. Era el primer cumpleaños el cual no festejaba con una gran fiesta llena de invitados, alcohol y piscina. Tal vez puedo sonar arrogante pero, es difícil pasar por algo así cuando estuviste toda tu vida acostumbrada a otra cosa.Desayuné y me fuí a trabajar. ¿Qué?, ¿No pensaban que por ser mi cumpleaños Jeremy me iba a dar un día libre no? Él dijo muy claro que si quería la paga del mes debía ir todos los días a trabajar. Por eso ahora estaba de camino a su casa, para ser vecinos su casa quedaba bastante lejos. Llegué y golpeé su puerta un par de veces, Jeremy me atendió, me dió los buenos días, y me dió las instrucciones para hoy.
En las cuatro horas que llevaba aquí, en ningún momento me dijo feliz cumpleaños. Tal vez yo estaba muy ansiosa, o tal vez no lo recuerda. De todos modos, tampoco es su obligación saludarme, digo, apenas llevamos unas semanas. Unas cuantas semanas...Es increíble como mi estado de ánimo dependía de un señor como éste. Solté un suspiro. Mi hora de salida estaba llegando y él ni siquiera recordó mi cumpleaños. Lo admito, me sentía algo decepcionada, la noche anterior me había emocionado ya que pasaría toda mi mañana con él, pero Jeremy ni siquiera estuvo aquí para vigilarme como otros días, simplemente desapareció y ya.
Salí del establo y entré al corral de los caballos. Me acerqué a Jessy, su corto pelaje brillaba con las luz del sol dándole en el lomo, tenia la confianza de que no me atacaría. Jeremy dijo que no tenía que tenerle miedo o podía ser peor, por eso me acerque con confianza y firmeza, toque su cabeza y la hablé.
—Hola Jessy, soy yo otra vez—la yegua movió un poco su cabeza, pero no se alejó ni se incomodo. Eso era muy reconfortante para mi. Seguí hablándole por más tiempo, hasta que la voz de Jeremy se hizo presente en el lugar.
—Oye Mallory, ¿podrías venir un segundo?—lo observe, él no se había acercado, me llamó desde su casa, con las manos en su cintura. Me alejé de Jessy y comencé a caminar hacia la dirección de Jeremy. Este comenzó a caminar en silencio hasta el costado de su casa, donde había como una casa más pequeña pegada a la pared, la cuál jamás había visto. Antes de llegar ahí, Jeremy me detuvo—Antes de mostrarte algo, tienes que cerrar los ojos.
Obedecí, era inevitable no sentir una especie de emoción mezclado con intriga, Jeremy tomó mis manos y comenzó a guiarme por el camino. Di unos cuantos pasos, tratando de no caerme en en el camino, hasta que nos detuvimos.
—Bien, abrirás los ojos en cuanto yo te diga—podía escuchar los pasos de Jeremy yendo y viniendo, de izquierda a derecha, me parecía algo gracioso ya que no sabía que estaba tramando o que es lo que me mostraría, dándole ese toque de misterio—Bien, abrelos.
Abri los ojos, encontrándome con Jeremy frente mío, y una gran caja envuelta en papel de regalo entre sus manos. Abrí un poco mi boca, sorprendida. Era un regalo, un gran regalo.
—¿Qué?, no creíste que me olvidé de tu cumpleaños ¿cierto? Feliz cumpleaños Mallory.
—Jeremy...muchas gracias en serio, no creí que...gracias.—me había alegrado la mañana, no sabía que había dentro de la caja pero estaba segura de que me gustaría. El detalle de Jeremy, la forma en la que actuó con poco tiempo de conocernos, solo hace que quiera soñarlo por más noches.
—Que esperas, ¡ábrelo!—con una sonrisa de oreja a oreja, saqué la tapa de la caja, y no entendí bien los que era, decidí sacarlo de la caja para verlo mejor. Al sacarlo, era un hermoso sombrero de vaquero blanco, con una hebilla de plata en el medio. Estaba precioso, es muy blanco y parecía que tenía una textura terciopelada, pero a la vez no.
—¡Esta precioso!, ¡me encanta!, ¡Gracias Jeremy!
—Conseguí uno para tí ya que me dí cuenta que padeces mucho del sol. Aquí todos tenemos al menos uno.
Me sentía muy feliz, el regalo estaba hermoso. Solté la colita de caballo que me había hecho en el pelo y me puse el sombrero. Aquí no había espejo, así que solo pude preguntarle a Jeremy.—¿Y bien?, ¿como me queda?—le pregunté, mirándolo. Él me observó por unos cuantos segundos antes de responder.
—Perfecto.—él se sacó su sombrero y se acercó a mí, con una mano levantó la parte delantera de mi sombrero mientras con la otra tomó mi mentón, apoyando sus labios sobre mi mejilla. Su barba de unos días me hacía cosquillas y a la vez me raspaba un poco. Me quedé paralizada en el lugar, sin saber que hacer o como actuar. Él se separo de mi piel, y sin alejarse me habló al oído—feliz cumpleaños, mocosa.
Un escalofrío recorrió toda mi columna b
vertebral, su voz baja era rasposa y gruesa, lo que lo hacía aún más seductor. Me quedé completamente helada, pero no quería que se separará jamás. Él se alejó de mí y bajó mi sombrero hasta la altura de mis ojos, tapándolos.—Bien, es hora de volver al trabajo. Los veinte no llegan solos—dijo saliendo del pequeño lugar. Me quedé ahí, parada, aun un poco atónita por su acción de hace unos segundos. Salí a pasos lentos detrás de él, con mi nuevo sombrero en la cabeza. Seguimos trabajando unas horas más, hasta el mediodía. Me despedí de Jeremy y volví a mi casa, donde mi madre me esperaba con una pequeña torta de cumpleaños.
El día fue tranquilo, algo que apreciaba por el día que era. Mi padre pidió salir un poco antes de su horario normal para poder pasar un poco de tiempo conmigo, a lo que sus encargados aceptaron por el simple hecho de que de verdad se estuvo esforzando mucho a pesar de nunca haber pisado una fábrica.
La noche llegó, poniendole fin a nuestro día.Me acosté en mi cama, ya cambiada para acostarme a dormir. Mañana también debería trabajar, por lo que me dormía temprano, aunque levantarme temprano nunca fue un inconveniente para mi. Me quedo la costumbre desde que iba al colegio. Incluso cuando salía de fiesta y me acostaba tarde, al otro en vez de despertarme eso de las doce o una de la tarde, me despertaba a las diez.
Estaba mirando el techo, sin dormirme aún, cuando un sonido en la ventana me sobresalto. Me arrecoste en mi cama, atenta. Al minuto, otro ruido, parecía que estaban tirando algo, era lo suficientemente liviano como para ser una piedra y no hace tanto ruido, pero era algo macizo como para hacer algo de ruido. Salí de la cama, me acerque a la ventana y la abrí algo despacio para que mis padres no escucharan. Mire hacia abajo y me lo encontré a Jeremy, tirando...¿bolas de papel?
Estaba a punto de tirar otra cuando me vio.—¡Mallory!—gritó susurrando.
—¿Que haces aquí?, ¿que quieres?—susurré fuerte de la misma forma.
—Te tengo dos opciones para este momento. Un paseo nocturno en mi camioneta, o una cena en mi casa. Decide.
Sentí una emoción recorriendo mi estómago. Maldito Jeremy.
.
.
.
.
.
.
.
.
Holaa, espero que anden bien y que les vaya gustando la historia, si es así me ayudan mucho regalándome una estrellita. Desde ya muchas gracias por leer!💞
ESTÁS LEYENDO
El amor entre la Luna y el Sol // Ian Bohen
Lãng mạnMallory, hija única de una de las familias más ricas de la ciudad, lo pierde todo en un abrir y cerrar de ojos al tener que vender todo para poder saldar la deuda de su padre. Al quedarse sin nada, el padre de Mallory consigue una casa prestada en...