[CAPITULO VI]

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Familia Kim


En el vasto salón de la mansión, la inquietud pesaba en el aire mientras el hermano mayor se movía inquieto, expresando su preocupación por la saber sobre la ubicación de su hermana menor.

-¿De verdad no viste nada?-

-Ya te dije que no. Pregunté por todos los alrededores y nadie la vio.-


El tono de angustia aumentaba con el paso del tiempo.-Y mi papá ni siquiera parece preocuparse por ella. Han pasado dos miserables días y no sabemos nada.- El hermano se volvió hacia su madre, quien acababa de entrar. -Madre, dime que papá está haciendo algo con la desaparición de Ji-Yeon-expresó con esperanza, pero la mirada de su progenitora reveló una verdad preocupante. 


La sombra de la incertidumbre se cernía sobre la familia Kim.



Kim Ji-Yeon


Mi rostro se giró bruscamente tras recibir una contundente cachetada de aquel hombre. Con una mano, busqué aliviar el dolor que se extendía por mi mejilla. Su voz, cargada de impaciencia, cortó el silencio.


-¿Por qué demonios no hablas? Antes no te paraba la boca y ahora parece que te comió la lengua el gato... Esto es increíble.-Adoptó una pose de frustración,  soltando un suspiro antes de dirigir su mirada primero al suelo y luego a mí. -¿Qué debo hacer, eh?"-En ese instante, extrajo un arma de su cintura. -¿Debo apuntarte aquí para que finalmente digas algo?-Colocó el objeto en mi frente, provocándome un jadeo. -Por mí, te dispararía aquí mismo, pero antes de mandarte al otro mundo, quiero que me devuelvas lo que robaste.-El sonido del seguro del arma siendo liberado resonó, generando un escalofrío. No quería morir.
-No, por favor, no lo haga...-Murmure entre sollozos, luchando por contener el dolor físico y emocional. Su gesto se suavizó solo un instante al escuchar mi voz, pero luego negó con la cabeza con desdén mientras movía su lengua en su mejilla.-


-Eso no es lo que quiero escuchar.- Con brutalidad, agarró un puñado de mi cabello, obligándome a erguirme en medio de la sala. -Me da igual tu farsa de súplicas. Sabemos que no eres ninguna santa, así que ahórrate ese melodrama.-


-Por favor... me está lastimando.- Susurré con voz quebrada, mis labios mordiéndose para acallar los gemidos del dolor que emanaba tanto de su agarre como el de mi pierna. -No sé qué quiere escuchar... y no entiendo de qué habla...-


-¿No sabes de qué hablo? No seas cínica.- Me zarandeó sin soltar su agarre, aumentando la intensidad del sufrimiento.


-No sé... no sé de qué habla... yo... yo no le robé nada.-Las lágrimas fluían sin control, incapaces de contener el torrente de maltrato.-


-Estás probando mi paciencia.- Acerco su rostro al mío, su aliento cargado de ira chocando contra mi piel. -No tienes idea de las ganas que tengo de acabar contigo, maldita perra.- Escupió con rabia, sus palabras resonando como un macabro eco.-


-Por favor... basta... no me mate, le suplico.- Mis lágrimas no cesaban.

-¡Deja de llorar!- Descargó otro golpe con violencia, el segundo, mientras su voz retumbaba. -No comprendes lo que he pasado por tu maldita culpa, y lo que le hiciste a mi hermano no tiene perdón.-la situación se intensificaba, llevándome a los límites de la desesperación.-


Jeon Jungkook


La magnitud de su cinismo era tan abrumadora que parecía no tener la menor conciencia de sus propios errores. La ira me devoraba por completo; cada lágrima que escapaba de sus ojos avivaba mi enojo hasta un punto insostenible, llevándome a descargarle un golpe. Antes de que ella apareciera en mi vida, nunca había tratado a una mujer de esa manera, pero su mera existencia lograba desatar una furia en mí que ni yo mismo comprendía. Sentía una imperiosa necesidad de hacerla pagar por todo el daño que había causado, y en eso, podía confiar en que yo me encargaría personalmente de que así fuera.


-¡Ven acá!-La arrastré brutalmente, soltándola en el centro de la habitación antes de disparar cerca de ella, haciendo que diera un salto por el sobresalto del estruendo. Aunque aún no planeaba quitarle la vida, sabía que debía hacerla enfrentar sus acciones de una manera u otra.-

-Por favor... no me haga daño...- Su súplica resonaba en la habitación, pero su dramatismo comenzaba a agotar mi paciencia.-

-Quiero que quede bien claro, cariño.- Volví a cargar el arma con determinación, mi voz cargada de enojo. -De este lugar no saldrás con vida. Me aseguraré de convertirlo en tu propio infierno, donde pagarás por cada uno de tus pecados.-


-¿Pecados?- Con temor, alzó la mirada para encontrarse con la mía, y en ese momento, en sus ojos, vi la magnitud de la tormenta que se avecinaba.-



Unos toques en la puerta hicieron que detuviera mi accionar.


-Te salvo la campana-expresé antes de colocar mi arma en la parte trasera de mi espalda y dirigirme hacia la puerta para ver quién interrumpía.-


-Había dicho claramente que no molestaran - recriminé.--Lamento señor, pero su hermano está aquí y pide verlo con suma urgencia-¡Genial! Ya sabía a lo que venía Jin, pero no permitiré que vea a esa mujer. Él es demasiado blando y ella podría aprovecharse de eso para escapar, algo que no estaba en mis planes permitir.-


- !Ahg¡, ya voy y que no se les ocurra dejar pasar a nadie, excepto yo, a esta habitación. ¿Entendiste?-ordené-


-Sí, señor, como ordene-respondió haciendo una reverencia antes de permitirme pasar.

-Y tú, ni creas que esto se queda así-le advertí con una última mirada antes de salir de la habitación.

Entré al salón principal donde Jin esperaba, claramente ansioso. En cuanto me vio, se acercó rápidamente.


-¿Qué haces aquí? Deberías estar cuidando a Jimin-solté, tratando de cambiar de tema, ya anticipando que me preguntaría por ella.-

-¿Dónde la tienes?- Jin no me liberaría del interrogatorio. ¿Cómo podía mostrarse tan preocupado por una mujer que no valía nada-

-Para que quieres saberlo. ¡Joder!-exclamé.


-Tú sabes bien por qué- y sí, sabía por qué. El muy idiota se había enamorado de ella al punto de casi dar su vida por ella. Pero, ¿de qué sirvió? Después de obtener lo que quería, ella se marchó sin importarle nada ni nadie. Y quizás se pregunten por qué la tengo yo y no él. En primer lugar, ya dije que Jin es demasiado blando; nunca levantaría la mano contra una mujer. En segundo lugar, también fui uno de los que ella usó para su conveniencia, otro idiota más que, aunque me hierva la sangre, ella se encargó de enamorar. Me dejé envolver por su belleza e inteligencia, también me enamoré, pero a diferencia de mi hermano, yo no la perdonaré jamás.









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