Capítulo 2. "Puppy"

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2.Puppy


Ya llevo casi dos hora en el mismo proceso: Recorrer todo el lugar, el cual ya me lo sé de memoria. Es la nada.

Me duelen mis piernas y no soy tan estúpida como para tirarme en el piso sabiendo que también es mugroso y lo que llevo es falda. ¡Estúpido uniforme! Estoy cien por ciento segura de que nunca meteré a mi hija en un colegio privado, hablo en serio.

–¡Jane! –estoy cien por ciento segura de que esa voz no proviene de mi hermano. Ojalá fuera mi hermano–. ¡Jane! –y nuevamente mi nombre de la voz que no puedo identificar aún–. ¡JANE! –wow, wow, wow. ¡Ese es Byron! Desgraciado hijo de puta–. Jane, háblame. ¿Estás bien? ¿Tienes hambre?

–No quiero nada que venga de ti –le respondo cortante mientras me medio pego a la mugrosa puerta.

–¿Ni mi ayuda? –suena burlón, por eso me arrepiento de haber corrido fuera del alcance de mi hermano.

–Está bien. ¡Abre la maldita puerta!

–No hasta que me hables bien –¿se aprovecha de mi nobleza?

–Byron, querido. Abre la puerta, ¿sí? –puse mi mejor voz de fresa que pude pero...

–No hables así. Hagamos ésto más fácil –hace una pequeña pausa y presiento que lo que me va a decir no es algo muy bueno, al menos no para mí–. ¿Me perdonarías por algo que pasó hace siete años? Por favor. Sólo quiero ser otra vez tu mejor amigo, tu hermano. Sólo quiero una oportunidad, una solamente. Yo.... prometo no fallarte. Te quiero, Jane. Pero no te quiero como un hermano como solía decirte. Me estoy haciendo el valiente en este momento sólo para decirte lo mucho que me gustas. Te quiero como según tú no debería pero lo hago porque yo sí lo siento. Quizás tú no, pero si me das una, sólo una me basta, una sola oportunidad te prometo que, seguramente, te enseñaré a enamorarte como nunca lo haz hecho porque yo si estoy enamorado de ti. Porque aún tengo esperanzas de que seré correspondido, no ahora, no mañana...

–O nunca –lo interrumpí.

–No me interrumpas –se aclaró la garganta y siguió–. Pero estoy seguro que pronto.

–¿Eso es todo?

–Jane, por favor, perdóname.

–¿Por qué no te vas con tu novia y me dejas tranquila?

–No es mi novia. Sólo he querido a una y amado a una.

–¡Ah claro! A la fresa. ¿Por qué demonios me dices todas esas tonterías?

–Porque es la verdad. Y si no me das esa oportunidad de ser mejores amigos otra vez y de intentar enamorarte, entonces haré que lo hagas por las malas –ya me preocupé. Por favor, Yisus, que no sea nada malo.

–Tengo a Puppy.

–No. Mi gusanito no. ¡Puppy! –obviamente algo me olía mal desde que empezó a hablar amenazadoramente. ¡Mi puppy!

–¿Entonces? ¿Qué dices?

–¡Bien! ¡Pero abre que me hago pis! –en parte era verdad, pero quería recuperar a Puppy e irme.

–Júralo con la mano en el corazón. Abriré pero más te vale no correr y lo harás.

–¡Agh!

–Tomaré eso como un: "Por supuesto, abre, no correré".

La puerta se abrió y en el umbral de ésta se veía sólo la silueta de Byron. En su mano derecha se veía un pequeño bulto y supe al instante que era Puppy. En la mano izquierda tenía otro bulto, pero éste era más pequeño aún y noté cuando Byron se acercó que estaba envuelto en aluminio.

–Bien. Ya abrí la puerta. Ahora, ¿me perdonas?

–¡Agh! Bien. Lo prometo –puse mi mano sobre mi pecho sintiendo los latidos de mi corazón por la adrenalina de haber estado prácticamente dos horas en este infierno–. Y con la mano en el corazón y todo. Ahora déjame salir ya.

–Está bien. ¿Pero estás segura de no querer nada de mí? –me preguntó tendiéndome lo que sea que tenga dentro el envoltorio de aluminio.

–¿Qué es eso?

–Hamburguesa de carne –lo miré alzando una...¿a quién le miento? Alcé ambas cejas. No se van a creer eso de que sé alzar una ceja, ¿verdad?–. ¿Creíste que no me acordaba? Aquí tienes, sin lechuga. Justo como a ti te gustan –nuevamente volví a alzar las cejas incrédula puesto que sí me gustan las hamburguesas con su lechuga–. Está bien, sí tiene. Sólo bromeaba.

Tomé la hamburguesa mirando a Byron con los ojos entrecerrados y comencé a quitar la envoltura para comer.

–Creí que no te acordabas. ¿Nos vamos? Ya me cansé de estar aquí en este sucio lugar. ¡Y devuélveme a Puppy! –le grité al tiempo que le quitaba a Puppy de la mano.

Salimos y ya estaba todo oscuro. ¡¿Cómo demonios es eso posible sabiendo que estuve sólo dos malditas horas encerrada en la nada?!



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