Capítulo 5. "Mi mejor amigo gay" parte 1. MARATÓN 2/3

109 11 1
                                    

5.Mi mejor amigo gay.


Caminamos hasta el salón de clases. A llegar siento que alguien me empuja y justo caí en los brazos de Sean. ¡Mierda! Nos quedamos mirando directo a los ojos, él me sonrió y cuando estaba apunto de pasar algo alguien, Byron, carraspeó, y sé que es él por el simple hecho de que al carraspear siempre tose a lo último.

Nos separamos y Sean me ayuda a levantarme. Veo a mi alrededor, todo el mundo se nos ha quedado viendo con los ojos saliendo de sus cuencas, volteamos a ver a Aine quién tenía el rostro notablemente en blanco. Bueno, tampoco hay que exagerar tanto, ¿no?

Las clases, como en todo cliché, estuvieron aburridas, como siempre, y al fin llegó el recreo. Junto con Aine salimos del salón y al llegar a la cafetería nos encontramos con Byron quien no me quería dejar pasar al parecer.

—Mira, idiota, apartate o te romperé la cara —lo amenacé. Byron me quedó mirando algo juguetón, pero cuando lo miré peor se comenzó a asustar notablemente mientras daba un par de pasos hacia atrás.

—Sólo te iba a saludar —al fin habló después de casi una eternidad de silencio.

—Espera —y de pronto me acordé de nuestro trato. ¿Cómo es que se me pudo haber olvidado si traje las cosas para su nuevo look conmigo?—. Vamos al baño.

—¿Qué?—me miró incrédulo—. ¿Cuándo comenzamos a llevar nuestra relación al próximo nivel?

—No te hagas el idiota —alcé ambas cejas—. ¿No recuerdas algo de hace una semana?

Byron me miró confundido y en un instante ya tenía ambos ojos abiertos a la par. Y antes de que replicara lo arrastré hasta el baño de chicas. Pero antes obviamente le había gritado a Aine que no me esperaran.

—Espera. Espera —dijo Byron mientras parábamos en la puerta del baño—. ¿Por qué aquí y no en el baño de chicos? —me preguntó alzando una ceja. Cómo odio que haga eso.

—Pues —abrí la puerta—, porque una persona tan especial como lo eres tú no va a entrar a ese baño siendo ya sabes.

—Todos sabrán que soy yo.

—Y mejor así. ¿No querías que todos supieran que volvimos a ser mejores amigos? Pues...

Entramos al baño, Byron procurando que nadie lo vea, dejé mi bolso sobre el lavamanos y corrí a cerrar con pestillo la puerta. Volví al lavamanos y saqué de mi bolso lo que usaría para Byron. Estuche de maquillaje. Pintura en spray, lo que será una sorpresa. Dos aretes de imán. Y por último el anillo de colores junto a la ropa; un pantalón corto de color rosa pastel y una camisa a cuadros con botones.

—¿Para qué es la pintura en spray? —Byron me quedó mirando con la boca ligeramente abierta y con miedo.

—Pues, decidí traer una sorpresita, solamente —le contesté despreocupada por lo que podría causar la pintura en su cabello, así es, en su cabello.

Metí a Byron en uno de lo cubículos y lo senté sobre la tapa del inodoro. Y ahí hice mi magia. Lo maquillé, pero sólo un poco. Iba a comprar maquillaje para hombres pero preferí el de mujer. Le eché primero algo de base, luego el polvo, realcé sus pestañas un poco más de lo que ya estaba y le pinté los labios con mi gloss, cosa que no había notado pero me dio igual, por suerte no era rojo.

Después de todo el arreglo no dejé que abriera los ojos hasta que haya estado listo el peinado. Le eché la pintura y él sólo se quejaba preguntando a cada momento que qué era eso. Dejé a Byron solo y le pasé la ropa por arriba de la puerta del cubículo.

Dos minutos después, antes de que tocaran el timbre para volver a clases, salió del cubículo. Le pasé los zapatos que se iba a poner y me miró incrédulo.

—¿En serio, Jane? —preguntó. Asentí sonriendo por la imagen que estaba frente a mi.

Se puso los zapatos y le dije que cerrara los ojos. Lo hizo y lo guié hasta el lavamanos. Abrió los ojos y mientras más tiempo se veía en el espejo más grandes se hacían sus ojos.

—¿Qué mierda le hiciste a mi hermoso cabello? —preguntó mientras se tocaba el cabello en la parte que estaba pintada del color de su pantalón y sus zapatos—. Si no me gustaras juro que te podría haber matado hace quince segundos atrás.

—Los cuales parecieron una eternidad —protesté—. Bien, vamos a clases, caramelo —le dije dándole una nalgada y me miró mal.

—No voy a salir así —protestó señalándose así mismo.

—Oh sí que lo harás —sonreí malévola.



TE LLEVASTE MI LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora