Capítulo 8. "Desde el vientre hasta la muerte"

37 2 0
                                    

8.Desde el vientre hasta la muerte.



Llegué a la puerta de la habitación de Byron. No lo niego, estaba un poco nerviosa al principio por lo que no hice lo mismo de siempre. Toqué la puerta y al segundo toque la puerta se abrió dejando ver a un semidesnudo Byron, tapando sólo de la cadera para abajo una toalla azul. Por su torso se veían escasas gotas de agua bajando desde su muy mojado cabello. Estaba que le babeaba encima, se los juro.

—¡Oh! Discúlpame si... llegué en un mal momento —me disculpé con Byron recapacitando. ¡Por Dios, es mi mejor amigo! O al menos así es como antes de todo lo he visto, como un simple mejor amigo al que hasta hace unas semanas perdoné de algo que ocurrió hace siete años.

—No te disculpes, Jane. Yo esperaba que abrieras la puerta de golpe como siempre, en realidad —dijo sonrojándose y encogiéndose de hombros—. Así que al menos no me viste completamente desnudo. Entra —se alejó del umbral de la puerta dejándome pasar.

Su habitación está como creí que estaría; sólo una cosa había cambiado, había sólo un poco de desorden. Pero por lo demás estaba igual, hasta las sábanas de Tom y Jerry estaban intactas después de siete años. Pensé que había cambiado, pero la manera en la que actúa en el colegio, pues, es más que obvio que no ha cambiado nada y menos su habitación.

—Aún la tienes donde siempre ha estado —digo mientras me acerco a la fotografía en la cual posan dos niños felices por nada, simplemente felices.

Sonriéndole a la cámara como si su vida dependiera de ellos. Y esas poses graciosas. Byron con fingido dolor mientras me tenía a mí sobre su espalda haciendo pucheros y con las piernas y brazos estirados.

—Es lindo saber que aún la conservas, ¿sabes? —lo miré y me dieron unas ganas enormes de echarme a llorar y abrazarlo con tanta fuerza hasta dejar de respirar, y como siempre, hasta hace siete malditos años, Byron lo notó en mi mirada e hizo justo lo que quería, me abrazó como nunca lo había hecho.

Cerré mis ojos mientras lloraba y me maldije internamente por ser una orgullosa. Una chica de 16 años con un orgullo más grande que su cerebro que sabía perfectamente que en cualquier momento se rompería, lo que no sabía era que se rompería delante de una de las personas más importantes de su vida. Byron Jones. Su mejor amigo, su fiel compañero. Su otra mitad. ¡Demonios! Él es,y aunque no lo quiera admitir, mi hermano.

—Ya. No llores —me susurraba sobre mi cabello al tiempo en que lo acariciaba. Pude notar que él también estaba llorando; sorbía por la nariz.

—Fui una tonta al no haberte perdonado antes —me aparté un poco de él y lo miré directo a los ojos—. Te extrañé demasiado, compañero de travesuras.

Y, como cuando hacíamos una promesa, enlazamos nuestros dedos anulares y los besamos, esa era nuestra promesa de estar siempre juntos. Y conello las siguientes palabras: ¡Desde el vientre hasta la muerte! Eso es algo como nuestro ritual, no nos gustó, nunca, enlazar los meñiques sabiendo como somos, así que preferimos hacerlo con el anular.

—No eres tonta. Es sólo que eres demasiado orgullosa como para creerle a tu mejor amigo. Aún recuerdo la penúltima vez que surgió tu orgullo cuando aún estábamos juntos —empezó a contar mientras aún tenía lagrimas brotando, a cada segundo se le veían sus ojos cada vez más rojos, pero nunca dejó de sonreír—. Mataste a una rana cuando estabas probando tu nueva bici, nunca te perdonaste por haber hecho eso. Para ti fue un día muy duro, hasta le hiciste un funeral.

Ambos reímos y yo me eché sobre la cama pensando, pensando en cuán mal se lo habría pasado Byron cuando le dije que no me volviera a hablar más nunca en u vida. Y en cómo he sido una estúpida por ser tan orgullosa.

TE LLEVASTE MI LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora