Juliana anhelaba vivir el amor más grande de todos los tiempos. Valentina deseaba ser el amor más grande de todos los tiempos de alguien.
*** Esto es una adaptación todos los derechos reservados para su autora original ****
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*** Dentro de la mente de Valentina ***
Hasta la mitad del proceso de la reproducción del diseño número cuarenta ya había renunciado a la idea de lograr el mismo grado de perfección que el diseño original, no esperaba hacer grandes avances hasta el diseño número cien, sobre todo teniendo en cuenta que mi grado de avance del número uno al número treinta y nueve había sido pequeño, y tal vez por eso me emocioné tanto cuando vi el dibujo número cien, pegado en mi mesa, a las once con treinta y cuatro minutos de la noche del lunes anterior al día en que se suponía que debía entregar mis cien dibujos a la profesora Valdés.
Mi reproducción del número cien era exactamente igual que el dibujo original.
—Wow. —Jessica estaba de pie a mi lado, con la boca abierta. Su estado de ánimo estaba tan conmocionado que su voz apenas salió.
No podía hablar para nada de ese dibujo, en realidad, apenas podía creer que lo había hecho yo misma y apenas podía creer que había logrado terminarlo.
La contemplación del dibujo número 100 me provocó tantas emociones encontradas que eran tan enormes que se me atascaron en medio de la garganta. Estaba orgullosa de mí misma por haber logrado terminar los cien dibujos; Estaba mucho más orgullosa de mí misma por haber logrado tener una evolución tan significativa e impresionante en cuanto a mis trazos de dibujo; Me sentí realizada por poder ser determinada por algo que amaba apasionadamente y finalmente, paradójicamente agradecí que Juliana Valdés me hubiera desafiado de esa manera, por hacerme sentir como debía dibujar para tener un trazo cercano a la perfección, por haber tocado mi mano y orientado mis trazos y así me hizo entender que el diseño perfecto estaba dentro de mí y solo necesitaba sacarlo; pero al mismo tiempo, me irritaba todo lo demás que decía y no podía esperar el momento en que pudiera entregar esos dibujos y demostrar que podía hacer lo que ella probablemente pensaba que no podía hacer.
—Una cosa que no puedes negar, Valen... —Jessica seguía de pie a mi lado hablando en un tono sumamente contemplativo y asombrado. —Puede que Juliana Valdés sea una bruja, pero mira como son tus dibujos al lado del que te dijo que hicieras... —acercó el rostro al dibujo, ajustándose las gafas modelo gatito en su rostro. —Todavía estoy obsesionada con los detalles del pomo de la puerta. No puedo creer que todo esto se haya hecho a mano. Tienes que haber usado una regla, no es posible. —habló, su rostro casi pegado al papel para ver mejor los detalles y así, invadiendo todo mi espacio.
—Tampoco podemos negar que me debe una mano nueva. —dije, tratando de parecer indiferente sobre el tema de Juliana Valdés.
Desde el sábado anterior, Jessica nunca me había vuelto a hablar sobre el tema del "lesbianismo". Tampoco había vuelto a hablar de Juliana Valdés. No es que una cosa estuviera relacionada con la otra. Se había dado cuenta de que el tema era delicado para mí y que no me sentía nada cómoda hablando sobre ello y por eso lo respetaba. Esa fue solo una de las cosas maravillosas de Jessica: ella siempre respetaba mi espacio.