Samael
-Estaba esperando el momento para que me dijeras eso. Quiero entrar ya. - moría de ganas por conocer más allá de ella y fue por eso que acepte su oferta.
La seguí hacía la entrada del edificio color gris y algunas partes beige, con ventanas color verde agua. La entrada era del estilo moderno al igual que lo era de dentro, era muy luminoso y lujoso, tenía mármol blanco en algunas paredes y en otros rincones mármol negro manchados de líneas blancas.
Ashley saluda a la recepcionista detrás del mostrador de madera y de mármol lo de arriba. En el identificador de la recepcionista decía Tania, ella le devuelve el saludo a Ashley con una sonrisa.
Ash me guía hacia el ascensor, y en medio de la espera le agarro el mentón con mi pulgar y le dejo un beso tierno sobre sus labios, ella emite una sonrisa mordiéndose el labio inferior mientras que sus ojos se achinaron. Se acerca para darme otro beso, pero justo se abren las puertas del ascensor.
La agarro de la cintura y la llevo adentro de este mismo. Al cerrarse las puertas, me acerco lentamente a ella y vuelvo a posar mis manos sobre su cintura, haciendo que su cuerpo se pegue al mío. Note como su brazo se alejaba de mí, para tocar el botón del ascensor.
Me agaché lo bastante para ir dejando besos en su cuello y su oreja, vi como su cuerpo se relajaba y largaba toda la tensión que tenía hace unos momentos, seguí mi recorrido hasta que las puertas se abrieron. Ella se dio media vuelta y me sonrió de costado, pero no era de esas sonrisas tiernas que tenía siempre, sabia dé que se trataba.
Todo iba perfecto, hasta que llegamos a la puerta de su apartamento. Mi teléfono comenzó a sonar quise ignorarlo, pero Ashley dijo que atendiera. Cuando miré de quien se trataba, supe que algo estaba pasando.
"Abraham S."
- ¿Pasó algo? Pareciera que viste un fantasma. - dijo Ashley.
No podía formular una sola palabra, mi vista solo quedaba mirando ese nombre en la pantalla, el nombre de él, el de mi papá. La última vez que hablé con él fue cuando tenía diez años, y ahora tengo veintiuno, fueron once años sin tener contacto con este hombre, y ahora me llama.
Mi corazón empezó a latir con fuerza y eso hacía que mi pecho doliera, recuerdos invadían mi mente, mi niñez volvía como si fuera ayer. Todos los recuerdos que pensé que había eliminado volvieron como si nada, solo con una puta llamada.
Me costaba respirar y todo a mi alrededor daba vueltas, mi pecho me presionaba muy fuerte y sentía que cada vez me mareaba más. A lo lejos escuchaba la voz de Ashley, pero no lograba entender nada de lo que decía. Mi mente me traicionaba cada vez más, y mis ojos me empezaban a arder, quería retener las lágrimas, pero eso se me hacía imposible cuando pensaba en todo eso, mis manos empezaban a sudar tanto que por un momento pensé que se me caía el teléfono de la mano.
Sentí como una mano se apoyaba a mi espalda y me obligaba a caminar hacia dentro de un apartamento, pero mi vista nunca se despegó de la pantalla. Mis piernas comenzaban a fallarme de a poco y sentía como si me cayera, me sentía débil y chiquito ante toda esta situación como me había pasado en ese tiempo de mi infancia.
Y de la nada la pantalla se volvió negra, y ahí fue cuando me di cuenta de que después de once años mi papá quiso volver a contactarse conmigo. La voz de Ashley cada vez se hacía más nítida y fuerte, tanto que hacía que mi cabeza doliera, lo único que llegue a entenderle fue
-Samael, ¿Qué te pasa? ¿Quién te llamo para que estés de esta manera?
No quería decirle, porque si lo hacía, eso significaba volver ahí, volver a ese infierno llamado hogar. A esa niñez que nunca quise recordar, esa etapa de mi vida la cual siempre quise borrar de mi mente, pero nunca se iba.
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Peligrosa Obsesión
Teen FictionSamael, insaciable por poseer a Ellie, es capaz de hacer cualquier cosa con tal de obtener la atención de la misteriosa chica de ojos grises. No le importan las consecuencias ni lo que piensen los demás, está dispuesto a hacer hasta lo impensable; I...