Capitulo Nueve

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Ellie

La alarma de porquería no me había sonado, ya estaba llegando tarde al trabajo. No tuve tiempo ni de poder bañarme.

Le pedí a Marco si me podía llevar, así me iba arreglando en el auto. Me lleve mi ropa del trabajo y un gel para el pelo, así me podía hacer esa colita que usaban todas las chicas en este momento.

Faltaban 5 minutos para que abriera el restaurante, y yo no había pasado ni el tercer semáforo de mi casa, iba a llegar super tarde. Mi jefe me iba a regañarme como nunca. Llegar tarde no me gustaba, siempre me ponía muy ansiosa y no me gustaba esa sensación para nada.

Mi pierna subía y bajaba por la ansiedad del momento y mis manos no paraban de retorcerse. Pensaba cosas que trataran de tranquilizarme, pero nada parecía hacer efecto. Hasta que la cálida mano de mi novio se puso en mi pierna y eso fue lo único que calmo mi mente pensativa.

Llegamos a la cafetería veinte minutos tarde. Me bajé del auto lo más rápido que pude y me fui corriendo a la puerta de atrás así la gente que estaba dentro no me veía. Me cambié a velocidad de la luz y salí lo más rápido que pude.

La cafetería estaba llena, había gente conversando por todos lados. Y afuera había muchos más que adentro. La fila llegada hasta mitad de cuadra, ya que la cafetería seguía con la promo del desayuno.

Fui de mesa en mesa tomando todas las ordenes de cada uno, y ya me sentía mareada no recordaba muy bien las ordenes de todos. Así que tomé mi libreta y mi lapicera y volví por cada mesa, así me repetían lo que iban a comer.

Cuando llegué a mi última mesa lo vi. Estaba sentado en la esquina más oscura del lugar. Su mirada seguía cada uno de mis movimientos, y cuando nuestras miradas se cruzaron, la sonrisa más cínica apareció en sus labios. O capaz yo estaba exagerando y el chico quería ser amable.

Me acerqué lentamente a él y fingí mi sonrisa como lo hacía con todos acá dentro.

-Buenos días, señor, ¿qué pedirá? - dije fingiendo mi voz.

-Buenos días... - se quedó en silencio mirando mi identificador - Ellie. Quiero un licuado de banana con una dona de chocolate por favor. - pidió con una sonrisa de oreja a oreja.

- Enseguida se lo traigo. - me di media vuelta y caminé rápido a la cocina, y mandé la comanda.

Mientras daba vueltas en la cafetería sentía la mirada de él. Continúe con mi trabajo como si nada, hasta que su pedido estaba listo.

Fui caminando lentamente a la cocina a buscar los pedidos de dos mesas diferentes. Primero deje el de la mesa en donde había una pareja que se veían muy enamorados y al dejarles su pedido ambos me agradecieron al unisonó, me dieron tanta ternura.

Y después fui a su mesa, las manos me sudaban tanto que creí que se me caería la bandeja. Su mirada era muy intensa, sus ojos observaban cada movimiento que hacía, cada paso, todo. Cuando llegué a su mesa, le esparcí su orden por la mesa. Deje el licuado enfrente de él y la dona al costado. Le dediqué una sonrisa fingida y me di media vuelta para irme cuando habló.

-Muchas gracias bonita. - dijo. Su voz era un tono más grueso que hace unos minutos atrás. Un escalofrío recorrió por toda mi columna y giré mi cabeza un poco y le volví a sonreír.

La forma en como había dicho el apodo "bonita" se había quedado dando vueltas en mi cabeza. Quise concentrarme en algo más pero su mirada intensa no paraba de acosarme, me estaba sintiendo muy incómoda a este punto, pero no podía hacer nada, más que seguir trabajando.

Entre en la cocina para poder alejarme un poco de la gente, me sentía cansada y muy abrumada. Ashley no vino hoy a la cafetería y es lo que le corresponde, ya que me cubrió por varios días. Hubiera preferido que estuviera ella, así todo sería más fácil.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora