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Entre luces y sombras (2/2)
El día tan esperado finalmente había llegado. En una sala de exposiciones transformada en un escenario, iluminado por luces tenues y el suave murmullo del público expectante, Minghao y Hyejin se preparaban para presentar su proyecto ante una audiencia ansiosa por presenciar su espectáculo único y cautivador.
Mientras se encontraban fuera del escenario, los nervios y la emoción fluían a través de ellos. Hyejin ajustaba su traje con movimientos nerviosos pero decididos, mientras Minghao repasaba mentalmente cada detalle de la puesta en escena, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Se habían preparado tanto para dar un buen espectáculo, para mostrar una forma de recrear y conservar el arte. Estaban ansiosos por poder mostrar lo que con tanto amor y tanta pasión habían creado juntos.
—Confio en qué tomarás las mejores fotografías, hao. —expresó Hyejin, con seguridad y confianza. El chico sonrió de sobremanera.
—Confio más que nada en mi musa. —confesó con media sonrisa. Hyejin río levemente, con sus mejillas ruborizadas.
—¿Me veo bien? —cuestiono con un pequeño puchero en sus labios. Minghao asintió frenéticamente.
—Totalmente. Te ves preciosa. —fue su respuesta.
Después de mucho tiempo que habían pasado juntos. Después de haber retomado sus vidas, de haberse contado y confiado tantas cosas. Minghao ya no escondía tanto su interés por su amiga, colega y compañera. Era simplemente inevitable no mirarla de una manera más sentimental. Hyejin era mucho más que hermosa. Tenía un buen corazón y eso a hao le importaba más que cualquier defecto que la gente pudiera señalarle. Amaba pasar y compartir tiempo con ella. Minghao no lo escondia más; amaba a Hyejin tanto como al arte.
Y Hyejin sabía que ambos lo sentían.
—Dare lo mejor de mi. —susurró, cerca de la oreja de hao.
—Lo sé. No estés nerviosa, te acompañaré hasta el final, lo sabes. —minghao correspondió a la cercanía.
Ambos se miraron una última ocasión a los ojos. Había una complicidad en ellos que solo ambos reconocían y comprendían. Se querían.
Cuando finalmente llegó el momento de salir al escenario, una mezcla de emoción y determinación se reflejaba en sus rostros. Con pasos seguros y corazones latiendo al unísono, cruzaron el umbral hacia el escenario, donde la luz brillante los envolvía y los ojos expectantes del público los recibían con anticipación. Se dedicaron una mirada junto con un gesto de ánimo y suerte. Sabían que podrían hacerlo bien, incluso mejor de lo que esperaban.
El silencio tenso se rompió cuando comenzaron su actuación, una combinación perfecta de danza y fotografía que cautivaba a la audiencia con cada movimiento elegante y cada imagen evocadora. En cada paso, en cada pose, se podía sentir la intensidad de su conexión y el profundo significado detrás de su colaboración. Minghao capturaba cada movimiento con su cámara, creando instantáneas que se proyectaban en grandes pantallas. La fusión de luces y sombras creó un espectáculo hipnotizante. La audiencia quedó cautivada, sumergida en la narrativa que se desenvolvía frente a ellos.
