7. ¿Me gustan las motos o él piloto?

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Son las dos de la tarde y estamos 5 tías en una cocina intentando cocinar unos macarrones con tomate sin intentar quemar nada. Puede que parezca que estamos exagerando para solo preparar unos macarrones pero es que en este grupo nada puede salir bien, puede salir ni tan mal, mal y fatal pero bien. Nunca hemos experimentado eso en mi grupo. De hecho estamos tan preocupadas por si esto sale fatal que en una esquina del pasillo hemos dejado un extintor prestado del pasillo.

Ya había comenzado Emilia a sudar por el estrés de tener que cocinar y encima estemos nosotras dando por culo.

De repente suena la puerta y yo que soy la más cercana a la puerta de la cocina para salir y poder abrir voy.

—Ya voy yo.

Antes de abrir yo siempre miro por el rabillo de la puerta antes de preguntar quién es. Pero esta vez no es el caso ya que cuando miro el rabillo veo a Seo-jun afuera. Mi pulso empieza a acelerarse y nerviosa enciendo el móvil para ver cómo me veo por la cámara. Cuando me veo me miro a mi misma a través de la cámara extraña. ¿Por qué cojones me importa tanto mi físico ahora? Solo es Seo-jun. Así que Abril, cálmate y abre la puerta.

—Hola— saludo cuando le abro la puerta

—Hola — me responde y por unos segundos nos quedamos callados hasta que decide romper el silencio. — ¿Podemos hablar?—

Voy a contestarle pero en seguida todas las chicas se dan cuenta de Seo-jun en la puerta y vienen como unas chismosas

—¿Hablar? ¿De qué? ¿No estaréis saliendo? — saben perfectamente de que tenemos que hablar y aun así Emma suelta tremenda barbaridades y encima delante de él.

—¡Emma!

Esta mujer solo sabe joder.

—¿Hablamos afuera? —Le propongo a lo que el asiente y salimos al portal.

Para que las chicas no estén de chismosas le digo que nos alejemos de la puerta y eso hacemos. Una vez alejadas de la puerta nos miramos a los ojos y me pierdo en esos oscuros ojos marrones con brillo por culpa de la luz que me dejan hipnotizada. Seo-jun al ver que no pregunto ni comienzo a hablar empieza él:

—He hablado con Mateo. Lo siento

—¿Lo siento?

—Va a estar detrás de ti hasta que se cansé. Él es así. Si una mujer le interesa no le deja hasta cumplir su capricho

Tiene que ser una jodida broma. Empiezo la universidad dentro de 4 meses y resulta que no voy a tener ni tiempo para respirar de tantos estudios. Y ahora parece ser que tengo que encargarme de un capullo. No sé qué coño se le pasa por la cabeza a la escritora de mi vida haciéndomela imposible.

—Dime por favor que es una broma.

No parece serlo ya que Seo-jun tiene una mirada seria y preocupada al mismo tiempo dándome a entender que no está bromeando en absoluto.

—Pásame el número de Mateo. Intentaré solucionarlo —le pido

El me mira desorientado con incredibilidad cosa que hace interrumpirme.

—No puedes hacer nada tú sola. Volveré a hablar con él.

—Enserio, dame el número de Mateo. Me he metido en esto sola saldré sola.

Va a rechistar pero se da cuenta de mi frialdad en mi frase y decide callarse cosa que me parece perfecto. A regañadientes me da el número de Mateo y me despido de él. Pero antes de cerrar la puerta me giro para mirar sus hermosos ojos que desde que lo vi me cegaron.

—Seo-jun. Muchas gracias de verdad.

Cierro la puerta rápidamente cuando noto mis mejillas sonrojadas y miro rápidamente por el mirador de la puerta para ver cómo ha reaccionado y veo una sonrisa en esa cara de chico serio que me parece tan hermosa que podría hacerme adicta a ella. Se gira y sube las escaleras y yo suspiro cansada. Cuando miro hacia el pasillo Emma y Emilia vienen corriendo hacia a mí.

Amor verdadero, nunca cumplidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora