14. Tú y yo los más traumaditos

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Estoy disfrutando de una ducha relajante después de una larga mañana con la moto y, sin darte cuenta, comienzo a cantar una de las canciones de mi playlist "she don't give a fuck" a todo pulmón. Me siento como una estrella del trap, dando un concierto privado, y me emociono tanto que incluyo algunos movimientos de baile. Para haberme matado, lo admito.

Después de terminar mi "actuación" con un gran final, salgo de la ducha, todavía murmurando la canción y me envuelvo en una toalla. Al abrir la puerta del baño para salir y dirigirme a mi habitación para vestirme me encuentro con las tías raras con las que convivo, porque amigas después de esto no las puedo llamar. Están paradas enfrente de la puerta riendo como hienas salvajes y una encima Luz con él móvil.

—¡Oye! ¡No estabais invitadas a mi gira mundial! —Reclamo intentando quitarle el móvil a Luz mientras estás ríen y yo intento que no se caiga la toalla que me cubre.

—¡Menudo concierto te has montado tía!—Ríe Emilia.

—Mañana te has quedado sin voz. —añade Ana.

—Era un temazo, que se le iba a hacer.

Después de muchas risas estamos listas para irnos. Ya abajo en el portal mientras las chicas se dirigían al coche con la intención de montarse yo me quedo en el portal un momento asomándome a los buzones y mirar el nuestro. No nos suelen llegar muchas cosas por aquí, pero el otro día me salte un semáforo en rojo y tenía cámara por lo que puede que me tenga que comer una rica multa. Veo que hay un sobre totalmente blanco por lo que abro el buzón y lo agarro. No había nada escrito en el sobre, estaba totalmente en blanco cosa que me sorprendió mucho. Al abrirlo, encontré un papel con un mensaje que me dejó helada:

"Estás jodida"

Por un instante mi corazón comenzó a latir desbocado, como si quisiera salir corriendo de mi pecho. Sentí un escalofrío recorrerme la columna, y una sensación de náusea se instaló en mi estómago. Luego la confusión dio paso a una oleada de ira al venirme a la mente quien lo ha hecho. Mateo.

—Este pedazo de gilipollas.

Respiré hondo, intentando calmarme, pero la indignación no se disipaba.

—Cundo lo vea me lo cargó.

Finalmente guarde el papel en mi bolsillo y empecé a pensar en cómo iba a enfrentarme a él imbécil de Mateo. No iba a dejar que me intimidara más.

A la vez que pensaba me dirigía al coche donde me esperaban mis amigas. Disimule mi notable cabreo pero no lo notaron estaban demasiado ocupadas cantando las canciones que iba poniendo la copiloto Emilia.

No se me iba de la mente la nota y no podía dejar de pensar en ella hasta que llegamos al chalet donde está la fiesta y entrando en el saco el vodka. ¿Qué mejor cosa para olvidar que el vodka? Así hice yo con mi ex, cuando bebo no le recuerdo

—Hola vodka, adiós dignidad. —me dice Emilia cuando ve que acabamos de llegar y yo ya estoy con un cubata en la mano.

Por mi parte suelto una risa por qué razón no le falta, con dos cubatas de los míos ya voy mal, y digo los míos por qué mis cubatas se basan de 70% Alcohol 30% Coca cola.

Justo cuando estoy sirviendo uno de mis increíbles cubatas a Emma alguien detrás de ella la llama y ella se gira.

—¡Lidia! —Se jira dejando a medias el cubata y se dan un abrazo.

La chica a la que abraza me parece hermosa a primera vista. Tiene el cabello negro con la parte de abajo blanca y lo lleva corto, justo por encima de los hombros. Su maquillaje es sutil, con un delineado de ojos prominente y labios de color rojo oscuro que le quedan perfecto. Con su piel blanquita.

Amor verdadero, nunca cumplidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora